MI POESÍA SEGÚN ALEJANDRO ROMUALDO:  “A Sonia Luz Carrillo hay que leerla más que al pie de la letra al pie de su espíritu”

marzo 26, 2024 a las 2:22 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, JARDIN DE DELICIAS, MI POESÍA SEGÚN ..., MIS POEMAS | Deja un comentario
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El 15 de octubre de 1979, el gran poeta peruano Alejandro Romualdo, tuvo la generosidad inmensa de participar como expositor en una actividad que ,en homenaje a mi trabajo poético, fue organizada por la agrupación cultural Arte y Tiempo. Conferencia y recital llevado a cabo en el local de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas- ANEA.
En esa oportunidad quedó en mi poder el texto que leyó el poeta. Posteriormente se extravió entre papeles y ahora recuperado me complace, me llena de gratitud para con Romualdo, a quien tanto le debo, poder compartirlo.

Luego de la presentación, con el poeta Alejandro Romualdo, el poeta Ricardo Falla Barreda y yo en el Palermo, conocido local limeño.

Para facilitar la lectura de sus juicios acerca de mi escritura, comparto la versión digitalizada del texto que ha permanecido hasta hoy inédito, agradeciendo de antemano que, de usar el mismo, se señale la fuente. Como puede verse, se trata de un material original, con tachaduras y correcciones realizadas por el autor.


A Sonia Luz Carrillo hay que leerla más que al pie de la letra al pie de su espíritu , porque en lo recóndito de su alma combaten con dolorosa inteligencia, la comunión y la desolación, la participación y el desamparo. Y cada una de esas fuerzas polares tira dramáticamente de su lado y la ponen tensa como una cuerda cuya música tiene las notas esenciales de una fraternidad lacerada. Hay razones del corazón que la razón no conoce, y que batallan pascalianamente en su pecho.

La poesía de Sonia Luz, a pesar de su vocación colectiva , de su hambre y sed de justicia social, su conciencia se abre o se cierra instantáneamente, como esas flores nocturnas, sensibles al más leve toque de la luz. La más imperceptible impresión queda implacablemente registrada como revelación indeleble en la delicadeza de su película sensitiva. Y lo que es confusión de emociones y de imágenes , se transforma en lucidez dolorosa, por obra y gracia de un poder analítico enervante. Sonia Luz es una poetisa íntima. Para llegar hasta su semilla es necesario entrar a contraluz de las palabras, porque esta observadora sagaz, esta pequeña cazadora sutil, está apostada en la vida para sorprenderla en sus momentos más intensos y desconocidos: deslumbramientos y reproches, estallidos y confrontaciones , hacen las caras sucesivas de su moneda cantante.

“Mientras otros siembran

hortalizas,

construyen puentes

levantan casas,

yo simplemente traduzco

la vida que pasa por mis manos (“Cuestión de oficios”)

Esta traductora de las palpitaciones humanas, tiene también el corazón palpitante y ardiente, en su condición de mujer, de esposa y de madre: el amor abre sus estaciones y muestra sus diferentes temperaturas en su obra breve pero sustantiva. El amor al hijo perdido, el sentimiento de lo fugaz y perecedero y la lección vital de esa muerte que sale como del fondo de un túnel, el mineral más precioso: su poema “Homenaje a Rodrigo, el fugaz”, uno de los poemas más bello y profundos que se han escrito en estos últimos años.  Poema que bastaría, si no fuera por otros cantos admirables, para situarla si duda, como la más intensa y sobresaliente poetisa de su generación, y proponerla como ejemplo, porque la poesía de Sonia Luz tiene ideas largas y el verso corto, exactamente todo lo contrario de algunos de sus compañeros de generación (y no de poesía) que tienen, prosaicamente, los versos largos y las ideas cortas.

Su poesía no es escéptica, sino afirmativa; no ha abandonado la esperanza antes de entrar en el infierno capitalista. Pero ¿con quién camina por los círculos infernales? ¿Quién la acompaña a través del territorio hostil? Creo que la acompaña la esperanza. Deseo vivamente que siempre la acompañe, que sea la certeza , precisa y preciosa de un a claridad entrevista y el dominio más transparente para su descanso.

Poeta realista, de sólido soñar lo posible, poeta de nuestro tiempo con los pies en la tierra, poesía lo suficientemente poética para romper las ideologías y afirmarse en la Tierra de todos por el propio peso de su belleza. 

Toda su información es sentimiento estético, todo su testimonio es vibración lírica. (Párrafos añadidos en manuscrito y con tachaduras) A Carlos Marx le gustaba la sencillez en todo el mundo; en el hombre, la fuerza; en la mujer la delicadeza debilidad (ambas palabras tachadas). La delicadeza espiritual y biológica de la mujer se percibe en su comportamiento social. En Sonia Luz se percibe en su obra, allí donde su debilidad tiene toda la fuerza de ua convicción salvadora. No hay “zona neutral” en su canción. Está del lado del hombre y esa es su sencilla fortaleza. Poesía que brilla con luz propia y que por eso nos ilumina y nos enriquece.

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Exposición en el local de la Asociación Nacional de Escritores y Artistas -ANEA, el 15 de octubre de 1979. Actividad organizada por la agrupación Arte y Tiempo, bajo la dirección de la poeta Elvira Ordóñez

TANTO PEOR PARA LA REALIDAD. Poema de ALEJANDRO ROMUALDO

enero 12, 2023 a las 5:57 pm | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, JARDIN DE DELICIAS, Miscelánea, Noticias y demás... | Deja un comentario
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Poema del poeta peruano ALEJANDRO ROMUALDO en su libro CUARTO MUNDO, publicado por Editorial Losada, Buenos Aires, en 1970.

LA TORRE DE LOS ALUCINADOS. HOMENAJE EN LIMA AL GRAN POETA PERUANO ALEJANDRO ROMUALDO

julio 11, 2019 a las 2:18 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea | Deja un comentario
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ALEJANDRO ROMUALDO, POETA   PERUANO de extensa palabra, hace 70 años obtuvo el  Premio Nacional de Poesía  con su primer poemario, La torre de los alucinados.  Fue en el año 1949 y conmemorando la brillante aparición de este libro, la Academia Peruana de la Lengua  ha organizado en forma conjunta con la Casa de la Literatura un homenaje a uno de los más importantes creadores de poesía de habla hispana. Ahí estaremos, hablando , una vez más,  del poeta, del amigo, del maestro.

Los esperamos

 

PROGRAMA

JUEVES 18 DE JULIO

7:00 p.m.

INAUGURACIÓN

“Semblanza de Alejandro Romualdo”

Ricardo Falla Barreda

“La poesía última de Alejandro Romualdo: Ni pan ni circo

Marco Martos Carrera

“Tradición, poesía e historia en Ni pan ni circo (2006) de Alejandro Romualdo”

Américo Mudarra Montoya

Poema “Función de gala”, por Piero Montaldo (versión musical)

VIERNES 19 DE JULIO 7:00 p.m.

“Lírico y épico. Romualdo, poeta clásico”

Sonia Luz Carrillo Mauriz

“Romualdo y la poética de la vida”

Ricardo Falla Barreda

“La veta amorosa en “El cuerpo que tú iluminas” de Alejandro Romualdo”

Carla Vanessa

“Un ensayo poético sobre “Cámara lenta” de Alejandro Romualdo”

Roger Santivañez

LUGAR

CASA DE  LA LITERATURA PERUANA

ANCASH Nº 207, LIMA

(Centro histórico de Lima)

INGRESO  LIBRE

 

Afiche Miguel Lescano

POESÍA ABIERTA. POEMAS REUNIDOS DE RICARDO FALLA BARREDA

julio 15, 2018 a las 2:01 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 1 comentario
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Ricardo Falla Barreda. Recital Casa Museo José Carlos Mariátegui, Lima, abril, 2018

Evidencia de un ininterrumpido trabajo en poesía, Ricardo Falla Barreda, publicó en el mes de setiembre del año 2017, su obra poética reunida en una edición del  Fondo Editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Recientemente, la Revista LETRAS, en su número de enero – junio 2018, Volumen 89, N° 129, ha publicado esta reseña de mi autoría que transcribo en toda su extensión.

 

Pequeña historia de conciencia (1971) se encuentra entre los libros de poemas que abren una década de reconocida importancia  por traer al quehacer literario peruano la presencia y voz de nuevos sujetos y distintas poéticas. Con él, Ricardo Falla Barreda inicia un camino de poesía ininterrumpido a lo largo de décadas y hasta el presente.

Testimonio de este continuado trabajo en el que se registran y se expanden algunos temas y van surgiendo nuevos motivos, son los libros Contra viento y marea (1973), Mi capital (1979), Poesía abierta (1982), Interludios (2006), Escrito en Tierra (2016)  y ahora esta reunión de textos que incluye Otros poemas (2017), muestra de una personal, definida  poética de cerca de 300 páginas.

Más que compendio un amplio panorama en el que queda explícita una poética de variada tesitura y elaborada formulación que le hace decir al poeta Alejandro Romualdo, autor del prólogo  a Mi capital:

  “Es una poesía culta, de espectro ambicioso, que le permite plantar rosales en el pecho lacerado de la historia contemporánea…Sus poemas son dominios subversivos del símbolo y la metonimia…Es la vida misma, pero escrita con experiencia fantástica, es decir, no descrita ni ilustrada…entre cuyas páginas reposa el ramo encantado de la inteligencia poética, signo de su esplendor imaginativo, imagen de su claridad conceptual” (Romualdo 1979)

Textos que subvierten la realidad  directamente observada tanto por la naturaleza de las motivaciones como por la intervención de los recursos formales puestos al servicio de la exposición poética. Estos méritos son señalados por el poeta y maestro universitario Manuel Velásquez Rojas, quien en la Presentación de Interludios califica a los libros que lo antecedieron, Mi capital y Poesía abierta, como libros de madurez.

Con agudeza, el maestro Velásquez Rojas, advierte que “de un primer registro de manifestaciones formales de la poética del 70, Ricardo Falla conserva el coloquialismo” y luego distingue “pero no es la conversación que en una tradicional calle de Lima se puede escuchar. No. Ahora es un diálogo con los íconos preferidos…Coloquio que recrea un espacio cultural para el ícono y su trascendencia”.

Este rasgo distintivo es muy importante de resaltarse por ser clara manifestación de la diversidad de motivaciones que animan al creador y su  capacidad de dialogar con íconos de múltiples etapas históricas y espacios culturales.

(POESÍA QUE DIALOGA con Amarilis, Mariátegui, Señor de Sipán, Cervantes, Kafka, Bizet, Picasso, John Lennon)

Así, por ejemplo, lo observamos  en coloquio con personajes  tales como la autora de la “Epístola a Belardo”, la poetisa Amarilis del siglo XVII, en el poema “Epístola a Amarilis” (“Te veo Amarilis/ porque eres una surtidora de poemas/ porque eres una surtidora/… Te leo Amarilis/ en estos años que transito al irremediable/ destino de la soledad en piedra/ y te vuelvo a imaginar escribiendo/ sobre las tensiones entre el morir y el nacer/ entre el orto y el cenit/ la claridad del alma y la palidez del rostro/ porque en los resplandores matinales/ te alojaste/ enramada/ como ave dejando una estela ardiente”) ; con un personaje homérico como en el poema “Bajo el viento de Ulises”; con el pensador peruano José Carlos Mariátegui, en “Escena contemporánea” (“Matriz de mi tiempo/ cuídate de los que te aman/ para que el hombre no sea polvo de otro hombre/ ni piedra adscrita a cementerio alguno”) ; o el poema dedicado al Señor de Sipán en “Variaciones ante un mundo de bronce”; dialogar con el personaje cervantino en “En el espacio Quijotal”. También registrar la desesperación del detenido o desaparecido injustamente en “Ante los ojos de Joseph K.”, alusión al absurdo kafkiano. O encontrar relaciones entre la pintura y la poesía en el poema “Picasso” y entre la poesía y otras manifestaciones artísticas como en “A Carmen de Bizet”. Y también íconos de la cultura popular contemporánea como el compositor, músico  y cantante John Lennon en “La hora de John”, entre otros referentes.

Sin duda, otro de los incentivos de esta vasta poética se encuentra en la exasperada expresión  de un humano en permanente rebeldía contra la persistencia  de factores de deshumanización.   Los reclamos, entonces, no solo son sociales, en el sentido de enfrentar un sistema social. Hay de eso, es cierto. Pero van más allá. Es una intensa recusación ante todo tipo de mecanismos que flagelan a los más débiles, a los anónimos e ignorados de la historia. Poemas como “Área de salud”:

(“no respire/no se mueva/ salga/ un portero/ cierra la conjunción/ de la tristeza/ murmullo /de enigma/ en el silencio/ un grito/ recién nacido/ sopla/ identificado con las horas/ el día ha comenzado/ (la conciencia del país / está narcotizada)”)

o “Bandera de pueblo joven” (“Eres el privilegio de quien te mira…/Eres el brazo desnudo/ que oprime al aire/ Eres el incesante grito/ de los despedazados a navaja/ Eres la gota que cuenta la sed/ que nos devora”) son magníficas exposiciones poéticas de esta aseveración. La profesora universitaria Gissela Gonzáles Fernández, autora de la Introducción del libro que reseño, advierte en estas preocupaciones “La actitud de abierta polémica (otra característica recurrente) que halla pleno desarrollo en el compromiso social del yo poético…involucrado en todas las dimensiones de ser humano”  (Gonzáles 2017)

La historia del territorio en el que se afincan desasosiegos  y anhelos aparece reiteradamente. Por ejemplo, en el poema “Cronología extensa” , largo poema dedicado al jurista y amigo Alberto Ruiz Eldredge Rivera, se poetiza, a la manera de un recuento, hechos de la historia peruana y que concluye con versos que son apelación a una  indudable esperanza: ”Claridad con el día Claridad/ dentro de todos y para todos/ No digo/ que la consigna figure/ sino/ Avancemos/ a ritmo de paso humano./ El sol dispersa la canción de la alegría/ a puro brillo/ sobre la tierra.”

Este repertorio de dilatados registros, actualiza igualmente expresiones líricas que son respuestas del yo poético a las amenazas de cosificación de lo humano latentes en la tecnolatría avizoradas precozmente a inicios de los años 70. Por ejemplo, el poema “Basta paren” dedicado a un conjunto de trabajadores del área de informática de una entidad, en el que leemos:

“Basta/ paren/ central de procesamiento de datos electrónicos/ sistema I.B.M. made in USA/  Dentro de mí oigo el traqueteo/ de sus máquinas/ Fuera de mí el hombre es reemplazado/ Pasan conmigo uno a uno los dígitos/ Yo no soy el hombre que dirige/ (…) Un espacio de sonidos/ y código modular al nombre/ otro espacio de sonidos/ y computadoras 3/70 al cerebro/ traqueteo traqueteo traqueteo / se establecen análisis de sistemas/ no llega el sol a la cara…”.

Con justa razón Gissela Gonzáles advierte una tendencia reflexiva, producto de la aguda observación del entorno”.

Como han señalado muchos de los que se han acercado a la obra de Falla Barreda, sin dejar el uso del “lenguaje de todos los días” – característica formal de los poetas surgidos desde finales de los años  60’-  la madura reflexión sobre el acto de la escritura es presencia insistente  en los textos. El bello poema “Rosas” es una suerte de extensa arte poética celebrado en especial por el gran poeta peruano Xavier Abril:

“He tardado en volver a sus páginas, a sus poemas …la circulación de las rosas más intrépidas y militantes que me ha tocado la suerte conocer y admirar, a la inversa de las otras rosas circunstanciales que no dieron motivo de padecimiento al hombre, al creador de sí mismo, sino a los confiados en la divinidad, palabra esta que, si no fuese idiota sería de todas manera, el factor de escape de todas las minucias” (Abril, carta personal, publicada en la Revista Gleba literaria N° 12, Lima 1982)

En torno a esta capacidad  de pensar y repensar la escritura, la profesora Gonzáles anota la presencia de “hondas y desgarradas reflexiones sobre el acto de la creación”. Ilustra al respecto la forma que esta reflexión opera en el poema “Exposición emotiva”, y precisa que “si bien al comienzo se señala la importancia del referente, rápidamente se roma conciencia de la insuficiencia de la palabra para explicarlo”. Y cita:

“Y verso/ y verso/ en medio de la calle/ contemplando el invisible paso del llanto/ de un hombre con la cara al suelo/ que al mirar su sombra/ descubre la lengua de los que viven por gusto/ Y verso y verso/ con la palabra en la boca/ frente a un cartel de ortografía dudosa/ y me falta ánimo/ frente a los que cavan el aire/ y me falta verso/ y me falta llanto”.

El tema clásico del “yo soy otro” expresado por Rimbaud se actualiza en el poema “Centinela”, el ser social y el creador en contrapunto deja a este último “absorto por los sucesos de la voz”.  La poesía se constituye en un escudo que brinda cobertura, protege:

“…en mis dolientes y dispersos poemas/ se hace visible el centinela/ que mira sin límites el ímpetu de la esperanza/ que día a día/ me hace mejor/ ante el presente y las disoluciones del tiempo que lo habita/ …/ Mi casa tiene un centinela/ como todo lo minúsculo que el silencio guarda/ Sé quién es/ pero no sé de dónde vino/ ni por qué me cuida de los ruidos del mundo”.

Es necesario también anotar que en cada uno de los libros reunidos, el hablante lírico expone, a la manera de una composición musical, diversas variaciones en torno al tema amoroso  y de los afectos en general. Con frecuencia, como lo han advertido los que han abordado a lo largo del tiempo,  a esta poesía, el sentimiento toma forma de artes poéticas.

Poesía abierta. Poemas reunidos de Ricardo Falla Barreda, se constituye en un texto artístico literario que documenta una voz poética nacida en la segunda mitad del siglo XX que no ha dejado de expandirse y diversificarse dando cuenta de una fecunda labor. Fundador en 1965 del Grupo Gleba Literaria, director de la Revista Nueva Humanidad, activo miembro de la primera promoción de poetas que dieron forma a la poesía de los años 70’, Ricardo Falla Barreda es un autor indiscutible de la poesía peruana. Así lo patentiza este libro publicado por el Fondo editorial de la UNMSM.

Sonia Luz Carrillo Mauriz

Al usar la información, se ruega citar la fuente

Aquí la versión en línea de la Revista LETRAS  de la UNMSM
http://revista.letras.unmsm.edu.pe/index.php/le

RICARDO FALLA BARREDA, poeta integrante de la Generación de los años 70′, es reconocido como uno de los más fecundos autores desde dicha etapa hasta el presente. Además, en una larga trayectoria como profesor universitario,  Profesor Principal de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de San Marcos, ha sido reconocido por su tarea como investigador. Ha estudiado el  proceso cultural peruano, y publicado  numerosas libros especialmente dedicados al siglo XVII.  En el ámbito ensayístico, destaca su  Fondo de fuego: la generación del 70, donde muestra la génesis de una generación caracterizada por el espíritu  contestatario de quienes la integraron. Igualmente, es coautor de una de las más vastas, abarcadoras,  antologías de poesía peruana, Curso de realidad, Proceso Poético 1945-1980, (1988), que reunió la obra de más de cien poetas nacionales. Trabajo pionero en la muestra de la periodización de la poesía peruana del siglo XX.

 

EL POETA ALEJANDRO ROMUALDO en la poesía peruana de los años 50

septiembre 6, 2006 a las 2:21 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Creación, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 20 comentarios
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fotoromualdo.jpg La voz que habla en la escritura  asume distintas actitudes para representarse en el lenguaje. La destreza en su uso convierte el discurso en poesía. Sin embargo, es indispensable considerar el lugar o la circunstancia desde la que habla. Por eso, si bien la poesía es expresión de subjetividad, en esa subjetividad se inscribe la huella de un entorno histórico, cultural, cuyo desentrañamiento ayuda a precisar los rasgos del poema como construcción simbólica. La poesía de los años 50’ es producto de urbe y post guerra. Momento en el que se empieza a manifestar literariamente, de un lado, las circunstancias propias del crecimiento urbano con la complejidad que esto trae a la vida social y cotidiana, y de otro, la experiencia de escritores en contacto más frecuente con obras y autores europeos y norteamericanos.

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Momento especialmente importante para la cultura nacional en general y para la poesía escrita en el Perú, y que el profesor Ricardo Falla y quien escribe llamáramos de la “Apertura democrática de 1945”, cuando en 1988 publicamos Curso de Realidad. Proceso poético 1945 – 1980. Período signado por el fin de la Segunda Guerra Mundial caracterizado, de un lado, por la reanudación del contacto con las fuentes culturales europeas y, de otro, el redescubrimiento de la poesía de Vallejo. Para Tamayo Vargas (1993) estos años podrían denominarse de “un nuevo modernismo” basado en “un renovado interés en la pesquisa de fórmulas y palabras. Volviendo a los perdidos hilos de Mallarmé pero a la vez recreándose en la nostálgica lección lírica de Rimbaud; aprendiendo de memoria los mensajes de Rilke… perdiéndose en los laberintos de la poesía de Eluard”. Personalmente creo que es importante también recordar la renovada influencia de José María Eguren.

En esta etapa surge la poesía de Sebastián Salazar Bondy, con epígrafes de Eliot o Rilke (Cuaderno de la persona oscura, 1946); Javier Sologuren (Dédalo dormido, 1947) o Gustavo Valcárcel (Confín del tiempo y de la rosa,1948). En este mismo período es posible ubicar la obra inicial, de influencia simbolista, de Jorge Eduardo Eielson (Reinos,1944), Alejandro Romualdo (La torre de los alucinados,1949). Caso particular es la poesía de corte neoindigenista de Mario Florián (Urpy, 1944). La interrupción violenta del gobierno de Bustamante y Rivero significará para los creadores peruanos exiliados y autoexiliados la ocasión de un contacto más directo con el Existencialismo, la poesía del 27 español y la tendencia social realista del arte. En los años cincuenta encontramos la labor poética de Alberto Escobar (De misma travesía,1950), Romualdo (El cuerpo que tú iluminas,1951 y Poesía concreta, 1954), Luis Hernán Ramírez (Soledad y sombra, 1952), Arturo Corcuera (Cantoral, 1953), Washington Delgado (Formas de la ausencia,1956), y Sarina Helgott (La luz pródiga,1956). En una línea que Luis Alberto Sánchez sitúa entre Romualdo y Adán, se encuentra Leopoldo Chariarse (Los ríos de la noche, 1952). Chariarse. Se tiene también la poesía nacida del exilio sufrido por los poetas comprometidos políticamente como Manuel Scorza (Las imprecaciones, 1955), Gustavo Valcárcel (Poemas del destierro, 1956) y Juan Gonzalo Rose (Luz armada, 1954 y Cantos desde lejos, 1957).

Al finalizar la década del cincuenta e iniciarse la del sesenta, la sociedad y la cultura están marcadas por el restablecimiento de la democracia formal en el Perú, el corte de los juicios políticos, el retorno de deportados y las demandas de los sectores campesino y laboral urbanos. Igualmente, el influjo de la Revolución Cubana y la descolonización de algunos países africanos Se lee a Sartre, Kafka, Joice y Proust. La poesía muestra la huella existencialista en W. Delgado (Días del corazón,1957), Blanca Varela ( Ese puerto existe, 1957) , Carlos Germán Belli ( Dentro y fuera, 1960), M. Velásquez (La voz del tiempo, 1960) y Sarina Helgott ( Libro de los muertos, 1962). Especialmente prolífica será también la poesía de tono íntimo como la de Pablo Guevara (Retorno a la creatura, 1957), Juan Gonzalo Rose (Simple canción, 1960).

En el contexto de esta fecunda década situaremos la poesía de uno de sus más altos representantes: Alejandro Romualdo.

Revisar la trayectoria de Alejandro Romualdo es recordar que nació en La Libertad en 1926, en la ciudad de Trujillo, y que muy joven alcanzó la consagración con La torre de los alucinados poemario que le valió el Premio Nacional de Poesía en 1949. Libro temprano en el que, en opinión de Alberto Escobar estaba presente “el culto del vocablo sugerentemente calificado para construir una transrrealidad de origen rilkeano” donde personajes y objetos rescatados son rescatados “con melancólico desencanto” y expuestos a los ojos del adulto”[1]

“La infancia nos llena la cabeza de luciérnagas, / de polvo las rodillas y los ojos nos cubre/ dulcemente. La infancia nos llena las manos/ de globos y limosnas; la boca de pitos y azucenas/ y nos cubre las espaldas con sus plumas de cigüeña…” (Sobre la infancia)”

Desde su primera obra queda el registro de lo que Antonio Melis llama “impacto de la múltiple experiencia de lectura” al mismo tiempo que la voluntad de “buscar un camino propio, una expresión inconfundible”. Porque “La torre de Romualdo –remarca el profesor italiano- ya no es la torre de marfil del poeta que quiere alejarse de la vida corriente… se parece más bien a un sitio de observación que a un lugar para marcar superioridades (…) los alucinados son los que quieren ir más allá del conocimiento epidérmico de las cosas… dispuestos a correr el riesgo de la alucinación, del deslumbramiento.”[2] Desde La torre de los alucinados hasta sus más recientes textos se halla esta voluntad de desentrañamiento del complejo principio de las cosas, como en este “Mapa del Paraíso” trazado por el joven poeta:

“¡ Oh Noche! ¡Oh labios del mar! ¡Oh estrellas! / Desnudo frente a un fruto plateado / veo un bosque en el aire. Los cabellos / del cielo me inundan, leo el alfabeto / -el silabario oscuro-, busco el principio / de las cosas. ¡Oh sombra! Tú que llegas / como un sereno con un astro podrido / en la mano, consuélame. Yo soy el condenado, / luzbel de ojos tristes, te digo si mi cuerpo / se quedará detenido eternamente, / viendo la gloria, así, como un semáforo encendido.”

Poesía rigurosa, en la que pensamiento y palabra son fruto de ardua elaboración conceptual y formal lo que convierte a Romualdo en ejemplo de dignidad poética reconocida en los más exigentes y dilatados ámbitos. Para Alfonso Ortega, director de la Cátedra de Poética de la Universidad Pontificia de Salamanca: “Alejandro Romualdo es sólo igual a sí mismo y a sí mismo comparable. Cabría discutir si tiene hoy la lengua española similar poeta genial y a su vez poeta doctus.”[3]

Con Cámara lenta (1950) título que refiere al arte cinematográfico tan influyente en la narrativa y poesía del siglo XX, y El cuerpo que tú iluminas (1951), “el lenguaje enjoyado, deslumbrante se acerca a la sencillez de la revelación”[4], y en palabras de Melis “el acento sigue insistiendo en la dimensión del ser” y en el caso del tema erótico “se asoma un impulso elemental, casi animal en su inocencia”[5]. Leamos:

“Tú me atraes, me arrastras y me ciegas con tu luz encantada, / como un insecto deslumbrado por el mágico resplandor de la lámpara cruel / Tú me atraes y tu destello me traspasa (…) y yo estoy quieto, absorto en el brillo de tu piel / que resplandece como el vello del durazno en la noche.” (“De la luz a la carne”, El cuerpo que tú iluminas).

Mar de fondo y España elemental, ambos publicados en 1952 marcan un nuevo período en la poesía de Romualdo. Como anota, en 1973, Alberto Escobar “Su meta es interna, persigue el adensamiento de la lengua total; concibe el poema como unidad ajustada… apela a formas tradicionales de la poesía española… En España elemental se ha operado un cambio decisivo en la actitud, las motivaciones y el instrumento… el influjo de Vallejo lo guía en su osada búsqueda de efectos rítmicos, contrastes repentinos, disonancias expresivas, pero sobre todo en la construcción de las correlaciones y su control semántico y sonoro.”[6]

Personalmente, diría que no es sólo Vallejo sino la poesía en española. Por ejemplo, en “Reloj de España” de España elemental resuena Lorca y su “cinco en punto de la tarde”:

“Dieron la una en medio de tu vida;/ las dos, en un momento y un desastre. / Dieron las tres en golpe de tristeza; / las cuatro en pleno llanto inconsolable./ Dieron las cinco en sombra de tu sueño. / Dieron las seis en tumba de tu calma./ Dieron las siete de tu muerte en punto…”

En Poesía Concreta (1954) Romualdo confiere a la palabra la misión de “avivar la vida” y en su poema “A otra cosa” apela al verso del mexicano Antonio Gonzáles Martínez en su proclama contra las decoraciones modernistas (“Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje”) y propone de la mano de Vallejo (“y el cielo mismo todo un hombrecito”) su poética:

“Déjense de sollozos y peleen/ para que los hombres sean señores. / Tuérzanle el llanto a la melancolía. / Llamen siempre a las cosas por su nombre…”

Su condición de poeta cultivado y las huellas de la clásica española seguirán presentes en este libro. Las referencias intertextuales son colocadas en distinto campo semántico a contrapelo del sentido original. Como en “Cuando contemplo el cielo” que toma el verso de Fray Luis de León remarcando la filiación con el epígrafe “… de innumerables luces adornado”, para luego producir un quiebre expresivo.

Edición extraordinaria (1958) contiene su repetido “Canto coral a Túpac Amaru”, pero también testimonios de su obra lírica de excelente factura, con poemas de amor que serían en sí mismos materia de un trabajo independiente de tan bellos y logrados que aparecen en sus diferentes poemarios.

“Tú no eres un ángel, ni una hada, ni una diosa / y yo te amo / Tus alas son las alas de mi poesía/ Tu espada es la espada de mi poesía. Tú no eres un ángel, ni un hada, ni una diosa. / Posees un cuerpo real. De mujer./ Los ángeles no me protegen como tú,/ ni me hablan como tú,/ ni sus alas son más suaves que tus cabellos. / Te amo así: mujer de labios dulces y manos ásperas,/ mujer de carne y sueño, mujer mía/ en medio de la felicidad o el sufrimiento.” (Tú no eres un ángel”).

En 1967 se publica en México Como Dios manda. En él asistimos – una vez más – a lo que Antonio Melis llama “una transformación notable en el estilo”. El poeta aquí “abandona todo énfasis y musicalidad cantable a favor de un deletreo esquelético que valoriza cada palabra y cada sonido. La mirada a la situación del país es dolorosa. En “Letra viva” dirá: “El Perú/ va conmigo, sangra / largo tiempo oprimido”. En otros casos se resuelve poéticamente por el juego de la más amarga ironía. De este conjunto es imposible dejar de mencionar “Parque de diversiones”:

“Dad de comer/ al hambriento / tigre.// Presa/ de pánico./ El hombre mira, come/ con los ojos, presa/ de pánico./ ¡Más vale/ tigre enjaulado/ que cristiano/ al aire! / Entre hombre y tigre, el hambre/ La libertad: Presa/ de pánico”

Pero en la poesía de Romualdo siempre habrá lugar para remansos en medio de la irritación y la denuncia. Como en “Escrito para ti”:

“Se abre la mar ( El alba se despliega / como una ola sobre el mar) / Qué bien me siento / cuando estoy así. A tu lado/ hablaría y hablaría / …/ Silencio largo. Aire/ reprimido. / Áspera mar, inmensa / y ávida hembra que cubrió mi pecho, yo / te amo/ para mí quiero el aire que respiras…”

En Como Dios manda aparece por primera vez su “Coral a paso de agua mansa” audaz poema experimental donde textos de variada naturaleza, fragmentos de realidad, confluyen para entregar una visión crítica y antinómica al recorrer las calles de una ciudad en la que el discurso es contradicho por la realidad observable. La arquitectura del poema remarca el conflicto y la fragmentación de la experiencia, la voz poética es una voluntad no sólo enunciadora sino, fundamentalmente, denunciadora.

“Los hombres piden pan
tierra
o muerte
No les dan sino muerte Por tu culpa
por mi culpa
por nuestra gravísima culpa
Almas que lleva Dios
¡Qué bien te veo! (Andas con plata
en hombros del andrajo) Dios mío
¿a dónde hemos llegado?
DESAMPARADOS”

Poeta maduro y de múltiples lecturas muestra sus variados registros en una breve pero indispensable selección de textos creados entre 1945 y 1970. Se trata de Cuarto Mundo (1970). Obra que, “recoge sus virtudes iniciales, pero está hecha por una mano de más experiencia y oficio.”[7] Todo un mundo de reflexiones estéticas (“Expresionismo”), mirada maravillada que elogia o critica con fino escalpelo (“El vigía”, “Fantasma todo”, “Tanto peor para la realidad”). En un momento histórico en el que se reivindica los derechos del mundo de la periferia, el llamado Tercer Mundo, Romualdo establece su habitación:

“Este es mi cuarto mundo: poesía.
Palabras que no dicen otra cosa
sino las rosas como son las rosas.
Entre los pabellones de la feria
flamean las banderas del Asalto
del Cielo y del Infierno: poesía.”

y otra vez los deslumbrantes poemas de amor. Como este:

“Todos los días tendidos como las redes / no bastan para tus ojos / La verdad es que todos los días juntos / no bastan para tus ojos / Como no basta una mirada tendida como una red, / como no basta una estrella o una canción, / como no basta una noche juntos / tendidos como las redes sobre la arena. / Todos los días juntos no bastan para tus ojos, / para tus ojos suaves como los peces bajo el agua. / Como un pescador de tus ojos, temo las noches, / temo las lágrimas, temo las redes / sobre mi corazón.” (Los días como las redes).

Frente a El movimiento y el sueño (1971) y más aún a En la extensión de la palabra (1974) no queda otra cosa que repetir lo dicho por Claude Couffon en 1969[8]: “Formidable poesía nueva”. En el 2000 Couffon dirá: “Una poesía que ha permanecido erudita e inventiva y que bebió del realismo, sin embargo dio un tirón en la irritación y la contestación polémica… La poesía de Alejandro Romualdo ha ido adaptando la técnica del collage y los elementos del pop’art. » [9]

Alejandro Romualdo es un poeta permanentemente nuevo que desafía a seguirlo en un trazado de diversas referencias, que reta nuestra cultura humanística. Con ocasión de El Movimiento y el sueño Antonio Cornejo Polar dice: “No es fácil describir en qué consiste este insólito poema”. Mientras que para Melis, “Con este libro queda abierto el camino para la experimentación más radical de los últimos años”. Contrapunto entre los viajes espaciales y la empresa del Che en Bolivia, pero no sólo eso, como lo advierte Melis:

“las dos caras de una misma moneda, pero también los polos opuestos de nuestro mundo contradictorio. El eje de contraste es la oposición entre las subida y bajada ‘Gagarín / asciende / al firmamento/ Ernesto Che Guevara / desciende / a los infiernos’. En esta dicotomía se resume la condición desgarrada que sufre el hombre del siglo XX. Por un lado la exploración del cosmos, que extiende los horizontes del conocimiento humano. Por otro, el llamado de una lucha que parece volver a descubrir las esencias primordiales de la vida humana enfrentándose, día tras día, con los problemas originarios del hombre y la supervivencia.”[10]

El caso de En la extensión de la palabra es tal vez el más ambicioso proyecto poético del siglo XX en la poesía peruana. Como señala A. Melis, con él entramos “en el espacio abierto de la experimentación y el plurilinguismo… Es una exploración inédita de las fronteras del discurso poético”. Mapa planetario trazado en poesía que combina textos de raigambre occidental con aquellos que provienen de África y América.”, donde “el elemento espacial concurre plenamente a la formación del significado. Al mismo tiempo refuerza el poder significante de todos los elementos… Hay un diseño de reinvención global del lenguaje.”[11]

Esta obra – literalmente indescriptible – se inicia con un solo verso “Entrando en el espacio libre a b i e r t o”. Y continúa con la mención a los cuerpos celestes hasta llegar a la Tierra donde con ironía encontramos, entre comillas, la advertencia “Se prohíbe pisar el césped”. Referencias históricas, filosóficas, bíblicas, de diversas artes y en diversas culturas irán apareciendo en este recorrido subyugante que tiene como hilo conductor un intenso reclamo ético. Y el libro todo es una exposición de arte poética. Sin embargo, he querido extractar una parte para ejemplificar rápidamente algunas de las múltiples lecturas que provoca su poderosísima polisemia:

OCTAVO DIA DE LA CREACIÓN

Los ojos del Halcón están clavados
en los vuelos de la Fantasía
La victoria consiste en traerla a tierra
Recuperado el sentido de la ilusión
La Fantasía
sirve un racimo de aves
faisanes de mil maravillas doradas
un jabalí LA MESA DEL CAZADOR codornices
en cuya mano una canción
la pluma del oficio se yergue de amor
cual un azor invicto
y férreamente disciplinado
Consumada la proeza una dulce dichosa satisfacción
Inunda al goloso cazador: la presa
el poema es un glorioso
ciervo trofeo
paloma que provoca
el más voraz de los apetitos
(la creación es insaciable)
Los grandes poemas
Cuyas ruinas aún nos deslumbran
han sido escritos con la mirada en lo alto del cielo
Y la mano en la TABLA DE CREACIÓN
Que la mesa ofrece
al cazador en su zozobra
El Poeta sale de cacería Armado
se sienta a la mesa de Poderosas Razones
Y Fantástica Imaginería
con el dulce perro de la intuición a sus pies
De pronto escribe dispara
La paloma cae
Como una página de mortal belleza
La mano de Cazador cerró las alas del Libro
y devolvió al Halcón una mirada fulminante

Sobre el mantel verde dorado
reposa el poema
“La mesa está servida”

Alejandro Romualdo ha sido y es un develador de realidades sugerente para los escritores posteriores. Sus imágenes han servido y sirven a distintos creadores. El traslado a campos semánticos diversos de expresiones de uso común ha sido acogido y desarrollado por ejemplo por A. Cisneros que toma de los Comentarios Reales, sección de la revista Tareas del Pensamiento Peruano que dirigió Romualdo en los años sesenta, el título de su poemario. Esto trae a la memoria también el cartel de literatura que crea Romualdo titulado Creación Heroica CHE, alusión a la frase de José Carlos Mariátegui.

Para un importante sector de los que nacimos a la poesía en los años setenta su obra fue una de las más influyentes, luego de Vallejo. Las razones las expuso Ricardo Falla: “Influir para la existencia de un gran proyecto poético que, a fuerza del imperativo moral del poeta, manifieste en su contenido los ideales de la justicia y la energía humana capaz de transformar al hombre de la iniquidad que lo envuelve” y también “Gestar nuevas vías para el hacer poético… en base a su experiencia vital como creador y a tono con su exquisita cultura humanística, estética y poética desplegar un nuevo lenguaje…”[12] No es casual que dos de los grupos de la primera promoción de los años setenta tomaran para su movimiento y publicaciones los títulos de “La sagrada familia” y “Hora cero”, poemas del libro Mar de fondo, publicado en 1951, como hemos recordado.

Poesía que se deja penetrar de la prodigiosa realidad y responde atenta a los requerimientos de cada época, como señala Falla: “…abarca toda la sustancia de lo poetizable, su poesía se desarrolla desde el epigrama al coral, de la miniatura al mural; crea bajo el principio de lo humano una impresionante trama poética… de esta forma el triunfo, la muerte, el amor, la vida, el tiempo, la edad, la belleza, el paisaje, la tristeza, la decepción, el tedio, etc., aparecen como las fibras que entretejen la piel lírica y épica…”[13] Y por eso repite con Alberto Escobar “El esfuerzo de Romualdo no tiene precedente en la poesía peruana”.

Mapa del paraíso (1998) antología publicada en Salamanca, bajo el cuidado de Alfredo Pérez Alencart, por la Cátedra de poética Fray Luis de León, reúne además de las obras anteriormente citadas los conjuntos Poemas con dedicatoria y Otros poemas. En sus poemas más recientes, y como lo advierte Pérez Alencart: “se tensa el arco que viene desde Homero, Horacio, Píndaro, Juvenal o Virgilio…Por los clásicos griegos y latinos pasaron los poetas del barroco. Por ellos Romualdo ha pugnado en establecer un espacio sagrado y fundacional en su obra poética.”[14]Poesía docta y sabia que en versos cortos resume las reflexiones de una extensa y apasionada vida dedicada a la creación.

“Oh fama silenciosa, más que nunca / valió gozar, temprano y discreto / tu secreto encanto / bajo el verde árbol dorado / del atardecer. / Excúsame/ si he llegado tarde a la cena./ Me demoré / quitando y puliendo para ti / las piedras del camino.” (“Esculturas para Fama” con epígrafe de Juvenal Qualis cena tamen).

Poesía que sigue fiel a sí misma en su enjuiciamiento a la falsedad y las mezquindades:

“Los mismos que las piernas te cortaron,/ en estricto privado, / hoy te regalan las muletas / en acto público…” (“Miseria de la ideología”).

Romualdo es – hay que reiterarlo – un poeta clásico. El impacto de algunos de sus poemas explícitamente “sociales” no debe llevar a más confusión. Su obra – al igual que su personalidad – es íntegra. Una obra reconocida entre las voces más elevadas de la creación poética contemporánea porque como remarca Ortega Carmona: “No sólo (es) metódica visión de la realidad sino denuncia intensamente pronunciada… Es poesía clásica, perenne porque revela los sentidos profundos de la vida y las vivas emociones”[15]

Siempre atento a la inmediata realidad, poetiza la disconformidad ante las falsedades de la sociedad de la imagen, esta sociedad de la incomunicación a inicios del siglo XXI y sus brillos fatuos. “Iconoclastia”, desnuda la angustiosa fragilidad del ser humano oculto tras los afeites coloridos que intentan ahogar su grito.

ICONOCLASTIA

“Los ojos con sombra/ perla bajo las cejas/ párpados color ciruela/ color menta las pestañas/ el rostro dorado/ con base crema marfil/ spot/ sobre las máscaras violeta/ toque amarillo/ párpados verde selva/ labios coral profundo/ durazno claro en las mejillas/ con base bronceada/ pantalla
sobre la máscara azul humo/ labios verde musgo/ rubí brillante y traslúcido/ rosa tenue en los párpados/ sonrisa lila y celeste/ fashion color/ sobre la máscara lívida/ ojos con sombra/ ojeras oscuras/ y desorden/ del pensamiento/ verde demacrado/ con sombras profundas/ la serotonina/ la adrenalina/ la fragmentación/ el ataque de furia/ y el grito/ el grito azul/ el grito amarillo/ el grito rojo.”

Ni pan ni circo es el más reciente libro de Alejandro Romualdo y fue publicado en Italia a inicios del 2002, edición bilingüe en traducción de Antonio Melis también autor de “La palabra extensa de Alejandro Romualdo”, estudio que acompaña los poemas. Ni pan, ni circo se inicia con “Fragmentos”, poemas sobrecogedores donde queda registrada un etapa que desearíamos no haber vivido en nuestro dolorido territorio: La época de terror y muerte en los caminos “Profanas escrituras: genitales en los muros sagrados/ chorreadas consignas de sangre y lamentos”. Así, la exasperada contemplación se detiene en el dolor de tumbas y fosas abiertas

“De todo lo que fue y un golpe de luz/ destrozó , en la desolación/ y la inocencia entre masacres/ encendidas por la muerte/ con sangre de corderos, de pronto/ un día nuevo bajo la sombra del hacha: / el sol frío de la claridad se abre/ y en las alturas de nieve/ sobre las tumbas sin olvido/ una última flor respira por todos” (Fragmento III)

Ante el terror desatado, sufre la creación entera. La realidad estalla en fragmentos que el poeta recoge con inmensa solidaridad con todo lo abatido:

“No es la noche, en la altura enjoyada, / la que cae en la oscura contienda,/ ni el rayo. Son otras sombras abatidas / las que fueron fulminadas. Tanto años/ de crueldad bañaban los rostros de las mujeres. / La piel de los mapas estaba manchada / con rastros de sangres y cruces marcadas/ trazos de horror / puntos muertos, incrustaciones/ Rama sin árbol, florece y sostén a las aves; / tranqueras sin camino, detén las catástrofes./ Nunca es más clara la noche que en las fosas / donde descansa el sol. Víctimas del rebaño, / los balidos, las ramas, las espinas y las piedras, tiemblan” ( Fragmento XI)

La inutilidad de tan vasta destrucción se convierte en el Fragmento XVI:

“De todo esto queda la tierra calcinada/ y el pecho con latidos que no comprenden / tanta sangre vertida, restos de quimeras, / fragmentos que fueron todo y ahora no evocan/ ninguna plenitud. Al amanecer, / las puertas vencidas dan al cementerio/ donde la primavera cubrió con oro/ lo que ahora es leve ceniza de sueños/ dorados por el olvido” (Fragmento XVI)

La migración forzada, el desarraigo y el encuentro con otros fragmentos de país en la periferia de las urbes aparecen en esta reflexión sobre los desplazados por la violencia:

“Desterrados al difícil sol en los arenales/ regados por lágrimas como fragmentos / de su dolor, han llegado hasta aquí, / después del sol, lejos de la tierra / que los vio bailar con máscaras relucientes / lentejuelas, penachos y sonajas / y han llegado a estas fiestas con otras máscaras, / disfrazados con trampas en el carnaval. / No cantan; se lamentan / Tendidos como zanjas, / en otras fosas que la garúa horada / cubiertos con trajes y máscaras extrañas” (XVII)

Hasta aquí esta presentación apretada de una de las aventuras poéticas más deslumbrantes de la rica poesía nacida en el Perú. Romualdo en la inmensidad de su obra poética. Muchas gracias.

París, 2 de febrero. 2005.
[1] Escobar, Alberto. Antología de la poesía peruana. Tomo I (1911-1960) Lima: Ediciones Peisa, 1973, p. 134
[2] Melis, Antonio. “El camino abierto de un poeta íntegro”, en: Poesía íntegra.
[3] Ortega Carmona, Alfonso. “Prólogo” En Mapa del paraíso. Antología Poética de A. Romualdo. Salamanca: Cátedra de Poética Fray Luis de León, 1998 p. 9
[4] Escobar, Alberto p. 140
[5] Melis, Antonio p. 17
[6] Escobar, p. 141
[7] Martos, Marco. Documentos de Literatura. La Generación del Cincuenta. Lima: Másideas, 1993 p. 20
[8] Couffon. Opinión que aparece en la contra carátula de Poesía íntegra. “La poesía contemporánea del Perú” Le Monde, 1969
[9]Couffon, Claude. Poésie Péruvienne du XX Siécle. Géneve Suisse: Patiño, 2000 p. 23
[10] Melis. Obra citada p. 15
[11] Ibídem, p. 18
[12] Falla Barreda, Ricardo. Fondo de fuego. La generación del 70. Lima: Ediciones Poesía, 1990 p. 73
[13] Falla, p. 74
[14] Pérez Alencart, Alfredo. “Los restos de lo vivido. Poesía y presencia indeleble de Alejando Romualdo” En: Mapa del paraíso, p. 157
[15] Ortega Carmona. Loc. Cit. p. 16

VER MÁS: https://hablasonialuz.wordpress.com/2007/03/11/palabra-por-palabra-alejandro-romualdo/

ACTUALIZADO: HASTA SIEMPRE, MAESTRO

https://hablasonialuz.wordpress.com/?s=Hasta+siempre++maestro

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