USO DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN Y PUBLICIDAD DEL ESTADO EN LA ELECCIONES DEL 2000 Y 2001 EN EL PERÚ. A propósito de la ley que regula el gasto en publicidad estatal (ley n° 30793)

junio 23, 2018 a las 2:32 am | Publicado en Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea | Deja un comentario
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Artículo en la Revista Razón y Palabra. Abril-Mayo 2002
ISSN 1605-4806

Una nueva ley que prohíbe la publicidad de los órganos del Estado peruano en medios de comunicación  privados ha sido aprobada hace pocos días por el Congreso del país, con mayoría fujimorista,  bajo la modalidad de insistencia en vista que había sido observada por el Poder Ejecutivo.  El dispositivo, iniciativa del congresista aprista Mauricio Mulder – uno de los solo cuatro miembros del Apra que alcanzaron llegar al Parlamento-  fue apoyada por los integrantes del partido fujimorista, ahora llamado Fuerza Popular,  y aprobada  con 70 votos pese a la oposición de las  otras fuerzas políticas y la abstención de dos partidos de la izquierda.

Paradójicamente,   los promotores de la ley son, precisamente, miembros de los partidos que han utilizado más intensamente los recursos del Estado para sus fines políticos partidarios: El fujimorismo y el Apra. En la actualidad, continúa  un intenso debate en los medios que se verían afectados en sus ingresos; periodistas e instituciones.  El gobierno de Martín Vizcarra ha presentado un recurso de inconstitucionalidad ante el Tribunal Constitucional de la República  y la Defensoría del Pueblo el día 22 de junio ha emitido un comunicado anunciando que “presentará una iniciativa legislativa a efectos de instituir una regulación en materia de publicidad estatal, que garantice la transparencia y eficiencia en el gasto, asegure que la contratación responda a criterios objetivos y que se cumpla con el mandato constitucional relativo al deber de colaboración de los medios de comunicación con la sociedad”.

Hace unos años, en el 2002, publiqué un artículo en la Revista de Comunicaciones Razón y Palabra donde exponía en detalle el  comportamiento de los medios de comunicación en los momentos a finales de la dictadura que durante diez años padeció el país. Y, especialmente, el uso de los recursos del Estado en la campaña electoral del 2000 por el Poder Ejecutivo.
Líneas más adelante señalo el enlace en el que se puede leer en su totalidad el  informe titulado “Actuación política de los medios de comunicación peruanos. Elecciones 2000 y 2001”.

EL CONTEXTO

A fin de ayudar a entender a situación, transcribo párrafos  que explican lo que ocurría en materia de comunicación:
“Para entender el complejo y agitado proceso vivido es necesario presentar el contexto social y político previo a las elecciones del 2000. Y ahí encontramos que estas elecciones se presentaban con un rasgo particular. Elegido en 1990, el ahora ex presidente Alberto Fujimori Fujimori había modificado la Constitución para reelegirse en 1995 y luego sus legisladores la habían «interpretado» maliciosamente y desconocido el derecho de la ciudadanía a un Referéndum. Así Fujimori llegaba al 2000 como el presidente que en 1992 había clausurado el Parlamento y producido un autogolpe de Estado, con muy alta aceptación del pueblo peruano, fatigado de más de una década de desgobierno y accionar terrorista. En 1993, había firmado una nueva Constitución cuya principal novedad era que incluía la reelección aunque señalaba expresamente que era sólo por un segundo mandato. A fin de permanecer en el poder, en 1996, su mayoría parlamentaria aprobó la llamada «ley de interpretación auténtica» y en 1997 destituyó a tres Magistrados del Tribunal Constitucional que denunciaron la inconstitucionalidad de la ley. Con el Poder Judicial así como las universidades públicas intervenidos, los sectores más informados de la sociedad iniciaron las protestas. En 1998 un vasto esfuerzo logró las firmas necesarias para solicitar un referéndum, el mismo que fue rechazado por el parlamento.

Cuando en diciembre de 1999 Fujimori anunció su postulación para un tercer mandato se agudizó el ambiente de polarización política que tuvo como principal característica el silencio cómplice de los medios de comunicación social más importantes. Mítines, marchas y manifestaciones públicas en protesta por los actos de corrupción y prepotencia fueron sistemáticamente silenciados por los medios que, ahora sabemos con exactitud, habían sido dominados desde el poder dictatorial.

A qué obedecía la actuación de los grandes medios? La respuesta la tenemos en su fragilidad jurídica y económica. A fines de 1999 según un informe de l Instituto Prensa y Sociedad, de los siete canales de señal abierta, cuatro estaban bajo administración designada por el Poder Judicial intervenido. El quinto canal es de propiedad estatal; en el sexto Frecuencia Latina, el principal accionista, el empresario judío – peruano, Baruch Ivcher fue despojado de la nacionalidad y de la administración y, por último, el sétimo canal había sido alquilado a un ex ministro del régimen. Esto colocó a la televisión peruana en una situación jurídica sumamente vulnerable, sumada a la recesión económica y la falta de calidad ética de los administradores que recibieron muy altas sumas de dinero a cambio de combatir todo asomo de resistencia al poder dictatorial.

Los medios escritos tampoco estuvieron al margen de las presiones y el chantaje. El diario La República y la revista Caretas de clara oposición vieron disminuir sus ingresos en publicidad debido a la presión gubernamental sobre las agencias de publicidad y sobre los anunciadores. La publicidad estatal, la de mayor importancia en una economía en receso, se concentró en la televisión manipulada por el régimen. Un pequeño diario opositor, Liberación, jamás tuvo publicidad y al diario El Comercio, el más antiguo del Perú, le reabrieron un juicio por una acusación de la década anterior y que en su momento había sido cerrado por falta de pruebas.

Expreso, un diario abiertamente gobiernista, no sólo recibía una fuerte inversión de publicidad estatal sino que, como los videos del asesor presidencial lo demostrara luego ampliamente, su director recibió altas sumas a cambio de su línea editorial de apoyo incondicional. Además, los directivos de ese diario, compraron con dinero del servicio de inteligencia un canal por cable dedicado íntegramente a las noticias.

Sin embargo, el fenómeno más notorio fue el surgimiento desmesurado de diarios populares sensacionalistas, que en el Perú se conoce como «Diarios chicha» todos ellos abierta y groseramente fujimoristas. Característica de estos diarios de colores fuertes y desnudos en primera página, era junto con la insistencia en los éxitos del ex presidente, la publicación de noticias inventadas en las que el sexo y la violencia eran ( y son) el punto de atractivo.

Pero la función principal de estos diarios fue otra: la de demoler la imagen de cuanto líder aparecía en oposición al régimen. En un hábil manejo psicosocial dirigido a los sectores pobres que en nuestro país son los mayoritarios, el temor al regreso del terrorismo de Sendero Luminoso, se conjugó con la promoción de otros miedos y complejos problemas con lo que se fue construyendo una realidad en la que el único gobierno posible para el Perú seguía siendo el de Fujimori. Imagen de presidente campechano y eficaz que aparecía liderando una alianza de partidos.

Estos diarios – como ahora ha quedado demostrado- recibían diariamente las indicaciones del servicio de inteligencia nacional, bajo las órdenes de Vladimiro Montesinos, sobre qué debían publicar en portadas , qué asuntos distractivos abordar y a qué líder opositor debían descalificar. Así, los potenciales contendores vieron uno a uno desmoronarse sus candidaturas. El alcalde de Lima, Alberto Andrade, de exitosa gestión en el reordenamiento de la capital pese al permanente boicot del gobierno, fue la primera víctima, acusado de falta de sensibilidad con los más pobres y por su calidad de criollo limeño en un país de hondos conflictos étnicos y de resentimiento contra el centralismo; el ex presidente de la seguridad social, también de recordada gestión, fue objeto de insistente campaña que lo presentaba como corrupto e inestable emocional; el economista Alejandro Toledo, desde que empezó a figurar en las encuestas de intención de voto, recibió los ataques que lo vinculaban con un notorio estafador, luego de que encabezara multitudinarias marchas de protesta fue identificado como violentista y calificado de terrorista. Como la campaña no rendía los frutos deseados, los esfuerzos combinados de los medios se centraron en la construcción de una imagen de inestabilidad emocional, proclividad a la mentira y , por último, se reactivó un juicio por paternidad que ya había tenido sentencia absolutoria. Para este fin, personal del ejército trasladó a la supuesta madre de una niña no reconocida la que fue presentada en un «reality show» televisivo de alta audiencia y que conducía una presentadora de declarada postura a favor del régimen muy allegada al asesor Montesinos.

En el caso de la radio, RPP, la radioemisora de mayor alcance nacional e internacional y ligada empresarialmente a uno de los más antiguos canales de televisión, también comprometió su apoyo a cambio de dinero recibido tanto por sus directivos como por sus periodistas, en la actualidad, procesados por el Poder Judicial.”

LA ACTUACIÓN

Consumada la «interpretación auténtica» de la Constitución promulgada por el propio gobierno, Alberto Fujimori inició su campaña bajo el nombre partidario de Alianza Perú 2000. Aquí veremos el dispendio de recursos públicos que significó su campaña electoral:

4.1 Publicidad del Estado en la Campaña electoral del año 2000
Un hecho que no puede dejarse de mencionar en el análisis de lo ocurrido en la televisión del Perú durante las elecciones del año 2000 y que quedará como experiencia funesta en términos de falta de equidad y de respeto a la ciudadanía es el incremento de los gastos de publicidad del Estado y que se constituyó en materia de permanente denuncia por parte de los otros candidatos debido al aprovechamiento que el presidente en ejercicio hacía de los fondos fiscales para promocionar su tercera ilegal postulación..

La televisión recibió el 78% de lo gastado en publicidad en todos los medios. Durante los meses enero y febrero el Estado – el gobierno- incrementó en 36.6% su gasto en publicidad en televisión respecto al año anterior. Así de 6’181,002.92 millones de dólares USA gastados en 1999, en plena campaña electoral el gasto se elevó a 8’441,420.58 millones de dólares USA. A esta dependencia económica se añade las manipulaciones empresariales que mantuvieron a los canales virtualmente secuestrados por el régimen autoritario. Este problema fue de tal magnitud que algunos partidos denunciaron no haber podido contratar publicidad (pagada) en los canales de señal paradójicamente llamados de ‘señal abierta’. El siguiente cuadro ilustra en torno a la inversión en publicidad del Estado en etapa electoral.

CIFRAS DE LA ASOCIACION NACIONAL DE ANUNCIANTES DEL PERU
INVERSION PUBLICITARIA ENERO /MAYO 2000 EN US $

Las 30 marcas/entidades de mayor inversión

Rank Descripción Total US $
1 Alianza Perú 2000 9.146.200.35
2 Presidencia Consejo de Ministros 8.703.620.46
3 ONPE 5.8.63.088.89
4 Min. Promoción de la Mujer 3.786.454.58
12 Min. Transportes y Comunicaciones 3.148.992.42
26 ESSalud 1.858.437.45
Total inversión entidades del Estado 32.506.791.0
27 Partido Perú Posible 1.830.936.11

INVERSION ENERO/ FEBRERO 2000- 30 MARCAS/ENTIDADES

Rank Descripción Total US $
1 Presidencia del Consejo de Ministros 3.294.455.56
2 Min. Promoción de la Mujer 3.177.613.97
9 ESSALUD 1.448.958.79

INVERSIÓN ESTATAL POR MEDIOS ENERO-MAYO 2000

Medio Porcentaje Ministerio y entidades del Estado
TV 80.28 % 24.745.464.30
Radio 8.85 % 2.727.610.97
Diarios 9.91 % 3.053.968.95
Revistas 0.96 % 296.450

 

INVERSION DE TODOS LOS PARTIDOS POLITICOS 14.122.578.67
NVERSIÓN DE LA ALIANZA PERU 2000 9.146.200.35
INVERSIÓN DE TODOS LOS DEMAS PARTIDOS 4.975.378.32

Fuente: Supervisora de Medios y Publicidad S.A. En: Anda, Julio 2000 Pág.9.

EL FRAUDE ELECTORAL, LAS REACCIONES NACIONALES E INTERNACIONALES Y EL DESENLACE

  1. El fraude informativo
    No fue sólo un problema de falta de equidad o la profusión de noticias inventadas sino la aplicación de recursos en la puesta en escena de las informaciones que es necesario identificar, como por ejemplo, no dar la palabra «en vivo» a los opositores, sino que se editaron declaraciones para que proyectaran una imagen de insolvencia permanente; sus discursos fueron groseramente tergiversados; de otro lado se los presentó en locaciones inadecuadas, con iluminación deficiente, elección de planos inconvenientes, etc. Mientras esto ocurría con los opositores el público era testigo de la insistente y benévola presentación del candidato presidente.

  2. Las reacciones ante una labor informativa fraudulenta
    Semanas antes del 9 de abril, miles de peruanos manifestaron en las plazas de distintas ciudades del país su malestar frente al régimen y su adhesión a alguno de los candidatos opositores. La televisión local permaneció sorda, ciega y muda.

El día 9 de abril se consumó el fraude electoral ante las cámaras de televisión. Al concluir el acto electoral todas las encuestadoras coincidieron que el ganador era el doctor Alejandro Toledo. Sin embargo, la Oficina Nacional de Procesos Electorales retrasó los resultados y finalmente dar la ventaja a Fujimori. Estas y otras graves irregularidades obligaron a la misión de observadores de la OEA a retirase del país. «algo siniestro está ocurriendo» fue la declaración del embajador Stein, presidente de la citada misión.

La noche del 9 de abril Alejandro Toledo había encabezado un multitudinario mitin de protesta. Las semanas y meses siguientes, grandes manifestaciones públicas de rechazo ante lo acontecido con la participación de los principales partidos políticos y la sociedad civil, fueron disciplinada y sistemáticamente soslayadas por la televisión. Miles en las calles y otros miles más en sus hogares compartieron entonces la impotencia y el enojo, buscando afanosamente información en la radio, usando el teléfono para indagar detalles o intercambiar opiniones con familiares y amigos, convencidos todos que la televisión estaba engañando. La televisión destinada al gran público, la misma que tantas veces había proclamado que basaba su programación en lo que le gusta a la gente.

El público optó por la comunicación interpersonal. Así, frente a la ceguera, sordera y mudez televisiva, la mesa familiar, el teléfono, el correo electrónico en las cabinas del barrio, el puesto de periódico en la esquina, la puerta de la bodega, el parque etc., fueron redescubiertos como espacios de intercambio acerca de los asuntos públicos.

El comportamiento de la televisión local llegó a niveles de escándalo internacional. El 11 de febrero el Segundo Informe de la Misión Internacional del Instituto Demócrata y el Centro Carter había alertado sobre «La falta de objetividad en los medios» recordando que «La libertad de acceso a la información es un derecho humano, especialmente en el contexto de una elección, en la cual la posibilidad de escoger razonablemente entre varios candidatos hace posible la expresión política del deseo del pueblo.» Por ello, los observadores internacionales advierten que «La campaña electoral del 2000 ha sido obstaculizada por la falta de objetividad de los medios y por una tendencia hacia el periodismo sensacionalista. La discusión política es una rareza en la televisión, especialmente en la televisión abierta, mientras que sólo un grupo minoritario de peruanos tiene acceso a la televisión por cable. En lugar de auspiciar debates serios, la Delegación ha observado que varias estaciones de televisión abierta están positivamente predispuestas y hostiles hacia los candidatos de oposición y a los observadores peruanos de las elecciones»6

La situación no presentó mejoras, más aún se agravó por lo que en el Informe Final de la Misión Conjunta de Francia, España y Canadá señala: «… el acceso a la televisión de señal abierta continúa siendo desigual. La desigualdad persiste en términos de la menor cobertura y evidente sesgo con los cuales los canales de señal abierta relatan las actividades de la oposición», por lo que luego de relatar ataques de los que son «víctimas los medios críticos al gobierno actual» recuerdan que «esto es una violación al derecho de la ciudadanía a recibir una información política imparcial y plena.» Además mencionan «la excesiva publicidad estatal sobre los logros del gobierno actual, especialmente en la televisión y la concentración de la cobertura informativa del canal del estado en el candidato- presidente.»

Ante la dimensión del problema, la Misión de Observación de la OEA planteó reiteradamente entre sus Recomendaciones más importantes la mayor abertura de los espacios así como el cese a las hostilidades a la oposición. Como respuesta, los canales locales siguieron transmitiendo en extenso los mítines oficialistas y obviaron, minimizaron o tergiversaron toda manifestación adversa. La solitaria presencia de un canal por cable y sus programas de análisis y transmisiones plurales de los mítines ponía de manifiesto el rostro de un país claramente escindido entre quienes (una minoría) tienen acceso a la modernidad electrónica en casa y entre quienes siendo la inmensa mayoría son mantenidos al margen de la información sobre los asuntos públicos.

Situación paradójica porque si bien mucha gente carece de la conexión del cable, al haberse ampliado la frontera del servicio telefónico y haberse extendido el uso de las cabinas públicas de Internet, estas mismas personas – especialmente los jóvenes urbanos – pueden comunicarse con un amigo lejano o frecuentar medios internacionales mientras tienen una visión reducida o sesgada del acontecer político nacional.

Los efectos sociales de esta y otras paradojas de la comunicación social en el Perú son – como muchas cosas en el país – impredecibles. Por ejemplo, las campañas de los organismos oficiales que coparon mayoritariamente la publicidad televisiva tenían como idea dominante la idea del progreso del país, el que se estaría logrando con kilómetros de carreteras, edificación de escuelas y ampliación de servicios, pero confrontados con las penurias diarias de exclusión, desocupación, miseria, desnutrición y la ausencia de oportunidades los mensajes podrían dar frutos no previstos. La diaria frustración de expectativas no pudo ser permanente cubierta con spots triunfalistas o el financiamiento a degradantes «reality shows».

Un Monitoreo de Medios realizado por Calandria durante el mes de mayo del 2000, se obtuvo que la televisión local dedicaba el 52.2% de sus Titulares a las noticias Policiales, Delincuenciales o de Accidentes. En segundo lugar se ubican las noticias Locales y de Desastres naturales con un 20.7%; mientras tanto la aguda crisis electoral luego de la más cuestionada primera vuelta, sólo había merecido el 14.1% de cobertura informativa. Cerrados los espacios de deliberación, en los canales de «señal abierta» durante la campaña electoral toda acción de defensa de los derechos ciudadanos, o se silenció o fue presentada como inquietante promoción de violencia. Y en los pocos espacios periodísticos existentes fueron convocados como entrevistados o comentaristas oscuros personajes que apelaban a la «necesidad de tranquilidad pública.» Lo cual era absolutamente incongruente no sólo con ese 52.2% de la programación dedicado a exaltar a la delincuencia sino con toda una programación violentista basada en «reality shows» perversos, «cómicos» que agrediendo todo valor de vida civilizada. Amén de las diarias muestras de intolerancia desde el poder.

Entre la primera y segunda vuelta del 2000 los medios continuaron comportándose de la misma forma. Los resultados fraudulentos de mayo del 2000 no extrañaron demasiado. Fujimori fue dado como ganador por apretada mayoría y el Perú quedó polarizado. La organización de una formidable manifestación que reunió a pobladores de todos los rincones del país en la ciudad de Lima, la llamada «Marcha de los cuatro suyos», fue liderada por Alejandro Toledo pero contó con el apoyo de los más amplios sectores de la sociedad civil.

Pocos meses después, en noviembre del año 2000, en un marco de extraordinaria agitación política y social y unida al descrédito internacional generalizado el ingeniero Alberto Fujimori huye al Japón dejando al Perú en su más grave crisis económica e institucional. Un video difundido por el canal 8 , por cable, puso al descubierto el pago realizado por el asesor Montesinos a un congresista aparentemente opositor para que apoyara las decisiones del fujimorismo en el Parlamento.”

AQUÍ EL ARTÍCULO COMPLETO
Al usar la información se ruega CITAR LA FUENTE
Revista Razón y Palabra. Abril-Mayo 2002
ISSN 1605-4806
http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n26/sluz.html

También ver:

PRONUNCIAMIENTO N° 17/DP/2018 DEFENSORÍA PARTICIPARÁ EN PROCESO DE INCONSTITUCIONALIDAD CONTRA LA LEY QUE REGULA EL GASTO EN PUBLICIDAD ESTATAL (LEY N° 30793)

Haz clic para acceder a 17.-Ley-publicidad-estatal.pdf

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TOM WOLFE:  NUEVA YORK, CALIFORNIA, dos ciudades para ser narradas

junio 9, 2018 a las 1:10 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Noticias y demás... | Deja un comentario
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Wolfe. Fuente: Internet

El 14 de mayo último  murió Tom Wolfe a los 87 años. Con él se va extinguiendo la promoción de  periodistas que renovó la crónica periodística al aplicar en el texto las técnicas de la narrativa literaria. Wolfe, había nacido en Virginia en 1931, estudió  Literatura Inglesa en Washington y más tarde, en 1959, se doctoró en Filosofía en la Universidad de Yale con una tesis    sobre la influencia del comunismo en los escritores norteamericanos. Su carrera periodística se inició en el diario La Unión de Massachusetts, y continuó en  el Esquire, The New York Herald Tribune y Washington Post.  Autor de novelas, como La hoguera de las vanidades, sus trabajos enmarcados en lo que dio en llamar El nuevo periodismo fueron publicados en el suplemento del New York Herald Tribune.

En el fragmento que sigue, Wolfe da cuenta del contexto en el que, ante la ausencia de narrativa literaria  que registrara los cambios urbanos que se venían produciendo en la sociedad estadounidense de los años 60’, a través de relatos de “no ficción”, se abren las posibilidad de renovar el texto periodístico.

NUEVA YORK  Y CALIFORNIA por TOM WOLFE

Cuando llegué a Nueva York a principios de los años sesenta, no pude dar crédito al espectáculo que se abría ante mí. Nueva York era un pandemónium con una sonrisa burlona puesta. Para los tipos con dinero —y parecían multiplicarse como conejos— era la época más desatada, más insensata que se había conocido desde los años veinte… Un universo de gordinflones y gordinflonas peripuestos y melosos de-cuarenta-y-cinco-años con ojos como cáscaras de nuez que se les iban delante de los pasteles de menudillos, que llevaban fajas y minifaldas y pestañas Little Egypt y patillas y botas y campanitas y pulseras del amor, que bailaban el Watusi y el Funky Broadway y se agitaban y hacían muecas y sudaban y sudaban y hacían muecas y se agitaban hasta las primeras luces del alba o la completa deshidratación, lo que llegase primero… Era un carnaval abrumador. Pero lo que realmente me maravilló es que, como escritor, lo tenía prácticamente todo para mí. Tan deprisa como permitían mis posibilidades, yo iba fabricando artículos sobre este pasmoso espectáculo que yo veía burbujear y vociferar ante mis ojos maravillados —¡Nueva York!— y todo este tiempo yo sabía que algún novelista emprendedor no tardaría en aparecer para pintar toda esta maravillosa escena de un solo trazo gigantesco, atrevido, definitivo. Estaba tan preparado, tan maduro, como si hiciera señas… pero nunca llegó a ocurrir. Para mi gran asombro Nueva York permaneció sencillamente como la mina de oro del periodista. El caso es que los novelistas parecían retroceder ante la vida de las grandes ciudades en su totalidad. El pensamiento de tener que habérselas con semejante tema parecía aterrarles, confundirles, hacerles dudar de sus propias facultades. Y además, esto habría significado tener que medírselas con el realismo social, por añadidura.

Wolfe en Manhattan. 1968. Sam Falk. The New York Times

Para mi todavía mayor asombro, tuve la misma experiencia cuando descubrí la California de los años sesenta. Era la auténtica incubadora de los nuevos estilos de vivir, y esos estilos estaban justo allí para que todos los vieran, al alcance de cada globo ocular… y una vez más unos cuantos periodistas sorprendidos que cultivaban la nueva fórmula lo tenían todo para ellos, hasta el movimiento psicodélico, cuyas ondas se perciben aún en todos los confines del país, como el latido intergaláctico. Escribí The Electric Kool-Aid Test y aguardé luego las novelas que estaba convencido caerían de la experiencia psicodélica… pero tampoco llegaron nunca. Supe más tarde que los editores las habían estado esperando también. De hecho habían estado pidiendo a gritos novelas de los nuevos escritores que debían de andar por alguna parte, los nuevos escritores que harían las grandes novelas de la vida de los hippies o la vida en los campus o los movimientos radicales o la guerra del Vietnam o la droga o el sexo o los militantes negros o los grupos de encuentro o toda esa vorágine a la vez. Esperaron, pero todo lo que obtuvieron fue el Príncipe de la Alienación… haciéndose a la mar con rumbo a Isla de la Soledad en su buque Tarot vuelto de espaldas con su capa de Eternidad puesta, apestando a bolas de alcanfor.

Pasmoso, como ya digo. Ya que nada más se había hecho, esto quedaría. Los Nuevos Periodistas —Paraperiodistas— tenían todos los años sesenta locos de Norteamérica, obscenos, tumultuosos, maumau, empapados en droga, rezumantes de concupiscencia, para ellos solos.

Viejo ejemplar de El Nuevo periodismo.

Wolfe, Tom(1977) El nuevo periodismo. Sexta edición1994 .Traducción de José Luis Guarner. Barcelona, Anagrama p.p. 48-49

 

¿DIGERIR LA ALTERIDAD? MÁS ALLÁ DEL ÚLTIMO IKARO por Jorge Nájar

junio 3, 2018 a las 2:10 am | Publicado en Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 2 comentarios
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Acerca de la muerte de Olivia Arévalo Lomas (shipiba) y Sebastián Paul Woodroffe (canadiense) en Tushmo, Yarinacocha, cerca de Pucallpa, el  poeta y narrador Jorge Nájar peruano amazónico,  nacido en Pucallpa, me hace llegar este texto, testimonio y preocupada indagación, que reproduzco en extenso tanto por la información que contiene como por las interesantes interrogantes que abre.

Como ser imparcial es un imposible, comenzaré señalando que yo también soy shipibo. No es una disculpa sino una afirmación. No seré imparcial pero trataré de ser justo. ¿Ser justo o ser imparcial no significan lo mismo? Para comenzar, ellos somos nosotros. Pero, en su mayoría, ellos son mejores que muchos de nosotros; comenzando por la base, son bilingües, lo que significa un mejor entendimiento con el entorno, una mejor y más compleja relación con su espacio de predilección. En los años 50 del siglo pasado fuimos a la escuela juntos. Hemos crecido juntos en las calles de Pucallpa, el conglomerado urbano levantado en lo que fue uno de los espacios más importantes del universo shipibo -y eso hasta antes de la llegada de la carretera central a las orillas del río Ucayali. Hemos trabajado juntos en la shiringa y la extracción maderera. También pienso en los años de la Reforma de la Educación. Pienso en los años de Sinamos. Pienso en los años de la Reforma Agraria.

Si bien ahora vivo en Francia, el rostro de Ronin impera encima de uno de los muebles de mi casa en París. Es un pequeño ceramio con el rostro de ese dios en primera plana. En la misma sala de casa luce un cuadro pintado por el genio creador de Gino Ceccarelli: una abstracción de la cosmogonía shipiba. Ahí están el cántaro y la luna envueltos en una noche luminosa por la osatura de lo que podría ser la serpiente cósmica. Y sobre la mesa siempre están las telas adquiridas hace décadas en ‘Moroti Shobo’, Yarina Cocha. Y, para evitar más petulancias, no voy a entrar en los detalles sobre los libros relativos a ese mundo que habitan en mi biblioteca. Donde sea que haya residido y donde sea que me encuentre, el mundo shipibo ha estado conmigo. En esas condiciones, yo también soy ellos. En esas condiciones, imposible ser imparcial.

Me estoy refiriendo al doble asesinato ocurrido el 19 de abril de 2018 en la comunidad Victoria García. El 22 de abril leí en el diario La República de Lima una información sobre el asesinato de la curandera Olivia Arévalo Lomas (81 años) y linchamiento un ciudadano canadiense, Sebastián Paul Woodroffe (41 años), crímenes ocurridos en Tushmo, Yarinacocha, cerca de  Pucallpa. Y naturalmente se desató en mí la necesidad de conocer los detalles. El diario señalaba que el canadiense disparó al corazón de la anciana y la población se abalanzó sobre él aprovechando que la moto en la que llegó no arrancó. Lo cogieron y acabaron con su vida. La aparición del video en el que se ve a pobladores del asentamiento castigar y ahorcar a Woodroffe movilizó al personal de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional, a miembros de la Región Policial de Ucayali y de la Oficina de Inteligencia Policial. También La República daba cuenta de un aviso firmado por Julián Arévalo: “Por favor, hermanos, ayuden a pasar esto por Facebook. Este es el hombre que asesinó a la maestra Olivia Arévalo después de hacerle cantar un icaro. Esto pasó en la colonia Victoria Gracia, Ucayali, Perú. Esperemos que lo encuentren. Se paga recompensa!” Se han visto muchos otros casos de violencia en el mundo amazónico pero nunca hasta ahora se había focalizado tanto la contradicción entre lo endógeno y lo exógeno.

Con el titular de “El último ikaro”, el diario Impetu del 23 de abril informó sobre el sepelio de Olivia Arévalo Lomas. Me dicen que la historia es la siguiente: el extranjero viene a Pucallpa en busca de un curandero para emprender un aprendizaje sobre las propiedades de las plantas medicinales amazónicas. Nadie explica en base a qué información llegó hasta la casa de la curandera. Se enlaza la amistad entre el canadiense y ella. El hijo de ella, Julián Vásquez Arévalo, le pide un préstamo de dinero. Tiempo después, Woodroffe comenzó a pedir la devolución del préstamo. Una y otra vez fue a buscar al deudor pero éste se volvió inubicable. Enfurecido por sentirse víctima de una estafa, Woodroffe terminó disparando tres balazos a la mujer, la única que daba cara a sus requerimientos. Acto seguido se produjo el linchamiento del canadiense. Y los asesinos se dieron a la fuga.

El 30 de abril leí en El País un informe sobre el caso. Llevaba un título revelador: “La maldición de la ayahuasca”, firmado por Jacqueline Fowks. Daba cuenta de lo que había sostenido el presidente de la Junta de Fiscales de Ucayali, Ricardo Jiménez. De acuerdo a los resultados de una prueba de absorción atómica realizada a las prendas del canadiense Sebastian Woodroffe, “hay una alta probabilidad de que sea el autor del crimen”. En el informe también se puede leer las declaraciones de Robert Guimaraes, presidente de la Federación de Comunidades Nativas del río Ucayali y Afluentes (Feconau): “Este ciudadano quería que le trataran con el ayahuasca de día, pero ésta solo se toma en la noche. Hay una falta de entendimiento de enfoques en los extranjeros o de cualquiera que tiene una mirada distinta sobre esta medicina. Los indígenas ven en la medicina tradicional un componente espiritual y sagrado, hay una diferencia de concepción”. El canadiense había afirmado que pretendía aprender el secreto de las plantas medicinales para tratamientos contra la adicción. El 27 de abril, prosigue la periodista, tras el asesinato de Woodroffe las autoridades canadienses actualizaron su alerta de viajes hacia Perú, y recomendaron a sus connacionales “un alto nivel de precaución debido a un delito grave”, así como por conflictos sociales y huelgas que pueden ocurrir en el país.

Se había encendido la alarma en todas las trincheras. Desde el paternalismo más rancio, pasando por el victimismo y los defensores de la sacralidad de los saberes ancestrales, se denunció la responsabilidad de usureros, de los taladores ilegales, del negocio ayahuasquero a nivel internacional así como del avance de las plantaciones de palma aceitera y de los narcotraficantes que han hecho de Ucayali una tierra de nadie después de las secuelas de la guerra interna que sacudió al país. En la información quedaban sin explicación dos conceptos nada nuevos para la sociedad amazónica: meraya e icaro. El primero califica ahora a la persona poseedora del “secreto” de las plantas, al guía durante las alucinaciones y otros efectos del ayahuasca. Se trata de un concepto que ha aflorado en los últimos tiempos para remplazar al calificativo ayahuasquero que no distinguía entre el maestro de ceremonia y el consumidor del brebaje. El segundo, icaro, también ha evolucionado. En mi adolescencia, icarar servía para designar el acto de entonar melodías “curativas”. Era prácticamente el sinónimo de embrujar. Ahora un icaro es un conjuro curanderil, una incantación con la que el curandero (meraya) acompaña al que se ha sometido a los efectos del ayahuasca. Un canto “sagrado”, dicen.

El 2 de mayo, con el titular de “Dos profesores ahorcaron a canadiense asesino” el diario Extra dio a conocer esta noticia: “Dos profesores fueron quienes quitaron la vida al turista canadiense Sebastián Woodroffe, ahorcándolo con una soga, luego que el extranjero fuera golpeado violentamente con objetos contundentes (…) Ellos fueron identificados como José Ramírez Rodríguez y Nicolás Mori Guimaraes, quienes infructuosamente vienen siendo buscados en la región de Ucayali, reveló una fuente PNP de crédito.

La maestra curandera Shipibo-Conibo Shetebo, Olivia Arévalo Lomas, murió al salir en defensa de su hijo, Julián Vásquez Arévalo, a quien el extranjero le exigía el pago de 15 mil dólares que le había prestado para construir un albergue en esa comunidad. El extranjero en un arrebato de ira y cólera, la atacó a balazos, mientras  que el deudor Julián Vásquez Arévalo, se dio a la fuga y hasta ahora permanece inubicable.”

La información no sólo precisaba el monto de la estafa, también sacaba a luz otro de nuestros más profundos problemas: la educación. Nos habíamos pasado la vida luchando para dignificar el trabajo de los actores de la enseñanza y ahora estábamos ante una monstruosidad. ¿Cómo era posible que ese tipo de personas ejercieran de profesores? Pero en vez de iniciar una reflexión sobre este asunto y sugerir medidas para evitar la repetición en futuro, inmediatamente después del doble asesinato, salieron a flote los recursos más manidos en nuestra sociedad: el victimismo y el paternalismo. La Federación de Comunidades Nativas de Ucayali y Afluentes como el Consejo Shipibo Konibo Xetebo (Coshikox) lanzaron un llamado al Estado peruano para que proteja a los pueblos indígenas que enfrentan amenazas y hostigamientos. Exigieron asimismo que la justicia del país tenga rostro indígena. Algo incomprensible cuando se es realista pues en el Perú, todos somos “indígenas” aunque muchos no lo sepan o se nieguen a aceptarlo. También se convocó a la comunidad internacional a sumarse a este llamado, en especial a los que tienen representación en el Foro Permanente de Naciones Unidas para Pueblos Indígenas. Y agradecieron las muestras de solidaridad que estaban recibiendo “para continuar con la promoción y defensa de nuestros derechos que son los de la Madre Tierra”. Por su parte la Confederación Nacional Agraria (CNA) lamentó que el Estado no implementase un mecanismo de protección para los defensores de los derechos indígenas, quienes continúan expuestos a la violencia de aquellos que pretenden despojarlos de sus territorios ancestrales. En cuanto al problema educativo y a lo ocurrido con el canadiense, mutis. Sólo mutis o alguna imprecación.

Asombrado por la cobertura periodística tanto a nivel nacional como internacional, entré en contacto con un amigo de Pucallpa. Y pregunté sobre el asesinato de la anciana curandera.

-¿Cuál es la realidad?

-Por el momento todo es especulación -dijo. Agregó que algunos medios sostenían que ella y su hijo debían dinero a unos prestamistas colombianos, que en realidad son “lavanderos” del dinero sucio proveniente de la droga. Como no había manera de recuperar el préstamo éstos le metieron tres balazos. “Y murió ahí nomás, a unos metros de su casa.”

Inmediatamente le transmití el resumen de algunos connotados opinólogos: “El asesinato revelaba la situación criminal de las empresas madereras y petroleras que operan en la selva. No es un crimen cualquiera. Es también un etnocidio el silenciamiento de la memoria y la voz de una cultura viva. Es el Perú de hoy, tan parecido al de ayer y al de siempre.” Y añadí, los nihilistas de siempre recurrían a la resurrección de un viejo fantasma.

Mi interlocutor me dijo que él también había visto esas opiniones por varios sitios. “Es la posición de los ONGeros. Olivia Arévalo Lomas es de la CCNN Paoyán, en el bajo Ucayali; radicaba ya en Pucallpa desde joven. Veo ligereza en inmiscuir al sector forestal por este caso. Pero hay algo que todos están pasando por alto: entre los miembros y dirigentes de las CCNN hay una pugna desmedida por el poder, y se dan casos fatales porque hay dinero de por medio.”

Se sumaban nuevos elementos: prestamistas lavanderos del dinero proveniente del tráfico de la cocaína y los conflictos entre las diferentes tendencias aspirantes al control de las organizaciones de las Comunidades nativas,

Unos días más tarde un comunicador de la localidad me dijo que si no moría un gringo en el Perú, el mundo no volcaba la mirada hacia el mismo Pucallpa. Y lo que ocurre cuando se observa nuestra sociedad es que no sólo salta la pus sino que estamos ante una llaga abierta:

– Aquí abundan prestamistas de dinero, producto del blanqueo del narcotráfico. La mayoría de ellos provienen de Colombia. La rutina consiste en prestar dinero a quienes tienen una bodeguita o negocio pequeño con el 20% de interés mensual; si no pagan le dan un plazo y si no cumplen el plazo matan al deudor, así de simple, por eso la confusión en el caso de la meraya, de quien se creía que había sido victima de los colombianos por una deuda  de su hijo.

– Aquí hay muchas pugnas entre gente venida de fuera con la gente ribereña local. Los recién llegados se han hecho de grandes extensiones de tierras en las riberas de los ríos, vertientes y quebradas. Lo hacen con dos fines: o para revenderlas a las transnacionales que siembran palma aceitera a buen precio, o bien para sembrío de arroz. Pero detrás de ellos está el lavado de dinero proveniente del narcotráfico ya que para hacer producir un mínimo rentable en ese cultivo es necesario contar con 10 ha. Se necesita 60 mil soles para mecanizar la tierra con tractor oruga, motobombeo del agua para el arroz, jornal del personal entre otros. Pero el verdadero problema en todo esto es el tráfico de tierras; aquí entran a tallar una serie de complicidades, comenzando por algunos inescrupulosos trabajadores del Ministerio de Agricultura, pasando por los compradores de tierras y la gente que habita en dichas tierras. Estos muchas veces son vendidos con la tierra; son como una yapa. A la hora de posicionarse vienen los problemas de pugnas y disputas que, la mayoría de veces, termina en la desocupación de los ribereños naturales del lugar desalojados por los nuevos propietarios. Esos ribereños expulsados son lo que vienen a la ciudad, los más pobres entre todos los pobres.

Teniendo en cuenta los datos precedentes es posible pensar que el doble crimen está inscrito en una doble ingenuidad. La ingenuidad de los curanderos y su entorno que piensan que a los extranjeros les sale el dinero de las narices. La ingenuidad de los extranjeros que suponen que aquí se halla la tierra sin mal. Pero el problema de los ribereños, shipibos o mestizos, se enmarca sobre todo dentro de la espiral de violencia en la que se halla sumida la ciudad de Pucallpa y sus aledaños desde los años de la guerra interna. La avalancha migratoria vertida sobre la región Ucayali hace años que ha entrado en contradicción con los usos y costumbres de la población ribereña. Hay por el lado más desarrollado de la nueva población campesina venida de todo el país, un sentido de la propiedad de las parcelas cultivadas que se debate contra la idea de los cultivos itinerantes de los nativos amazónicos. Y todo eso en la carencia de títulos de propiedad por uno y otro lado. A ello viene a sumarse la explosión del turismo étnico y del curanderismo a la caza de consumidores internacionales del ayahuasca. Y, claro que sí, no hay que olvidar las aspiraciones al control de CCNN.

Una verdadera dinamita. Hay que estar atentos.

Al mismo tiempo me enteré que la viceministra de interculturalidad del Ministerio de Cultura había estado dos días en Pucallpa y la conclusión a la que llegó junto al Ministerio Público es que el canadiense había prestado dinero a la familia de la curandera para la ampliación de un albergue destinado a la toma de ayahuasca, pero que los familiares se negaban a reconocer el compromiso. Sin embargo, desde mi punto de vista también había que averigua ¿cómo llegó a convertirse en curandera esta señora oriunda de la comunidad nativa de Paoyan? ¿Desde cuándo se había instalado en Tushmo y cómo conseguía clientes? Era fácil suponer la existencia de toda una red. ¿Quiénes de esa red estaban implicados en el asesinato del canadiense? Hay infinidad de interrogantes. Es de esperar que las autoridades den con los responsables y que se explique con claridad el hecho. Es la única manera de evitar la proliferación de leyendas sobre “plantas sagradas”.

Despaché mis interrogaciones al amigo que me dijo haber conocido a la curandera cuando era joven, en Paoyán. La respuesta fue contundente:

– No creo que ella haya aprendido a ser curandera en su pueblo; no lo creo porque los nativos, desde siempre, le han tenido pánico a los brujos y a los pishtacos. Y eso hasta la actualidad entre los que  todavía viven en su lugar de origen. Por eso mismo todo indica que fue en Pucallpa donde ella, apretada por la necesidad, desarrolló esa actividad, seguramente orientada por alguna lideresa que ya existía en Yarina. Me acuerdo de una mujer de apellido Cumapa que incluso se metió en política, formó su grupo y con la ayuda de ellos se adueñó del local  de la cooperativa ‘Maroti Shobo’. Ella orientó a las mujeres shipibas a desarrollar diversas actividades. Y es muy posible que Olivia Arévalo Lomas, en esas circunstancias, optara por la curandería, negocio redondo dentro del marco del turismo étnico, es decir convidar ayahuasca a los gringos. Así, uno de sus hijos al ver que a su mamá no le faltaba el curiqui, el dinero, también entró en el negocio y trabajaban los dos en la misma actividad. Pero como la madre ya era una anciana, éste pendejo de hijo le metió cabeza al canadiense. Eso era lo último que había informado la prensa.

-Alejandro, es muy interesante todo lo que señalas. ¿Has conocido a la curandera? ¿Has conocido a sus hijos? ¿Sabes quién es el padre?

-Te he dicho todo lo que sé, pero quien sí debe saber mucho más es el que le dio el dinero a la profesora que filmó el ajusticiamiento. Te informo también que mañana martes debe estar llegando a Pucallpa un grupo de especialistas a tratar el tema.

El 8 de mayo leí el artículo de uno de dichos especialistas. Me quedé asombrado. Nada nuevo. Demasiada prudencia. Paternalismo. Victimismo. Se lo dije al amigo periodista de Pucallpa y su respuesta fue precisa.

-Los que vivimos en Pucallpa somos testigos de que los shipibos están viviendo un acelerado proceso de aculturación. Tú como nativo de esta localidad también lo sabes. Hay que reconocer, mal que nos pese, que algunos de sus elementos integradores han entrado en un proceso de descomposición.

-¿Tienes alguna prueba concreta?

-Hay 18 shipibos presos en el penal de Pucallpa por violación de niñas entre 12 y 14 años y otros 6 más por peculado cuando ocuparon responsabilidades políticas como regidores y alcaldes distritales.

-¿Así está la cosa?

-Es mucho más grave de lo que imaginas. Se dice que el hijo de la curandera integra una banda dedicada al hurto y a las violaciones. Y lo peor, se sostiene que él promovió el linchamiento del canadiense y después victimó a la meraya.

-¿El hijo mató a su madre? ¿Eso es lo que sostienes?

-Alguien me ha dicho eso. En todo caso, él organizó la persecución y masacre del canadiense.

-Pero esa versión del asesinato no tiene fundamento -arremetí-. La Policía encontró el arma propiedad del canadiense, incluso encontró los casquillos de las balas disparadas por el arma. En la camisa del cadáver del canadiense había pruebas suficientes para sostener que él quien mató a la curandera.

-El caso es truculento y los defensores de los nativos no quieren reconocer el hecho sino justificarlo con un paternalismo pseudo antropológico.

Permanecí mudo. Recordé que el crecimiento de Pucallpa había absorbido a los caseríos periféricos donde se habían concentrado las familias de ribereños huidos de la violencia interna. Los más pobres entre los pobres. Así se explica que no pocos de ellos estén inmersos, como víctimas, en la vorágine del salvaje capitalismo nacional. Esa realidad había obligado a muchas familias shipibas a trasladarse a Lima, a Cantagallo, donde fueron quemadas sus viviendas. La gran mayoría de mis paisanos, los shipibos, sobreviven tanto en Pucallpa como en Lima, entre la precaria venta de artesanías, la mendicidad y la delincuencia.

El jueves 18 de mayo recibí en mi casillero postal el siguiente mensaje: “Jorge, esto salió hoy día en el diario Ímpetu. Te lo envío porque corrobora el comentario que te hice anteriormente, en el caso de los nativos y las ONGs, manipuladoras.”

Se trataba de la columna “Shushupe político” (shushupe, serpiente que al morder mata a su víctima). Transcribo lo referente al caso.

“PROMOCIONAL: Sería conocido en el Ministerio Público que el fiscal a cargo de la investigación del asesinato del canadiense en la comunidad Victoria García sería promocional de Cecilio Soria, conocido dirigente shipibo, y que al parecer es por Soria que los dos implicados, habrían sido advertidos para darse a la fuga (…)

MARCHA: La bronca que se armó por un dinero que habría recibido el shipibo Roberto Guimaraes de ONGs como IDI, KNE, OXFAM, entre otros, para realizar una marcha. Es harto conocido que desde hace buen tiempo muchos dirigentes viven de jugosos aportes del extranjero de estas organizaciones y éstas mismas utilizan a sus dirigentes para sus fines. Sucede que a Guimaraes, ex regidor vacado de Yarinacocha, le han puesto en la mira sus propios paisanos para ver su capacidad de convocatoria a la movilización programada para mañana 19 de mayo.”

-Rocambolesco -respondí-. Tanto el uno y el otro forman parte de la élite shipiba.

Lo que incomodaba era el anonimato del Shushupe (la serpiente que al morder mata a su víctima). En el anonimato se ocultan todos los venenos. Y en este caso, los prejuicios. Ya dije inicialmente que no iba a ser imparcial. Y lo señalo nuevamente porque se me hace que detrás de la denuncia al “promocional” y a la élite, se oculta el rechazo y la negación de la alteridad.

El 19 de mayo me enteré que a medida que avanzaban las investigaciones iba quedando en claro la existencia de bandas integradas por “mestizos y shipibos” gangrenados por la situación social y económica en la que viven.

-¿Son shipibos?

-¿Cómo saberlo? Son en realidad mestizos como tú y yo. Se sostiene ahora que una de esas bandas se organizó para eliminar al canadiense; al parecer lo mataron antes del asesinato de Olivia Arévalo Lomas porque el cuerpo del linchado fue enterrado a 500 metros del lugar donde murió la curandera, pero con la peculiaridad de que su estado de descomposición denotaba más días que el de su declarada muerte.

-Es de miedo. Casi diría inadmisible. Sería saludable la existencia de un documento público al respecto.

Hasta aquí queda claro que se han tejido diversas versiones y cada una responde a diversos intereses:

-Intereses de los ONGeros.

-Intereses de los representantes shipibos.

-Intereses de las autoridades locales y nacionales, del ministro, del Ministerio Público y de la PNP.

-Y claro de los propios Shipibos.

Lo cierto también es que en el desbarajuste actual de Pucallpa resulta difícil saber de qué viven los shipibos urbanos. La mayoría de ellos no tienen ningún oficio y se dedican a delinquir de diversas maneras:

-Manejando motokar, ya que en la actualidad es una herramienta que ellos utilizan para asaltar a cualquier ciudadano que anda distraído o a algún incauto.

-A la estafa con cualquier cuento, sea por la venta de tierras, o la sanación (es el nuevo nombre que los ayahuasqueros mestizos utilizan para atraer víctimas, ellos mismos se hacen llamar “sanadores”). Hay incluso “sanadores” mestizos, pero la mayoría de gringos quieren ayahuasqueros shipibos, para curarse de sus enfermedades, la mayoría terminales o su adicción a las drogas.

– Los shipibos o los mestizos estafadores con el cuento de la madera ya casi no existen (se quedaron en los 90’ e inicios del 2000). Tendrían que ser muy incautas las víctimas pues con la ley de consulta previa los nativos no necesitan hacerlo ya que negocian el porcentaje directamente, y hasta se dan el lujo de escoger, si quieren o no, a tal o cual maderero.

– Con el tema del petróleo e hidrocarburos tampoco tienen posibilidad de estafar ya que PeruPetro negocia desde Lima los lotes petroleros y en la actualidad no es rentable esa actividad por el bajo costo del barril del crudo a nivel internacional; y cuando el barril estaba a más de 100 dólares, hasta el año 2014, ellos preferían trabajar para las petroleras o logísticos petroleros como mano de obra porque pagaban bien.

Todo eso ha agudizado la crisis del mundo shipibo debido a que no hay trabajo en petróleo y hay menos madereros que les dejen porcentajes. Ante esa situación abandonan las riberas de los ríos y se trasladan a la ciudad. En Pucallpa cada vez hay más desempleo y más delincuencia. Muy pocos son los que consiguen trabajo en algún organismo público o en alguna ONG. La Universidad Nacional Interétnica de la Amazonía pese a que está desempeñando un papel muy importante para la formación profesional de la población joven, no podrá hacerlo todo. La mayoría de los que estudian en ahí son nativos muy jóvenes, de 16 a 23 años, que tienen incluso vivienda universitaria y comedor universitario. Ellos son de los pocos que encuentran oficios o se están generando oficios dignos para sobrevivir. El problema mayor sigue siendo el de los nativos adultos con familia y el de hijos menores. Igualmente,  el de los jóvenes que no acceden a la formación.

Ya dije que yo también soy shipibo. Y lo soy más todavía en medio de esta crisis que está destapando el doble asesinato cometido en la comunidad Victoria García. Lo soy en la medida en que somos lo que somos por el ambiente cultural en el que nos hacemos a la vida. Nací y me eduqué en Pucallpa, el núcleo central de este pueblo en las orillas del Ucayali. Mi padre que había aprendido la lengua shipiba, en numerosas oportunidades me rogó que yo también lo hiciera. Nunca invertí la fuerza de voluntad necesaria para conseguirlo pese a que crecí rodeado de muchos de ellos, no sólo en la escuela, también en los diferentes campamentos madereros en los que coincidimos durante largas temporadas. En numerosas oportunidades he estado en Paoyan, de donde era oriunda la señora Olivia Arévalo Lomas y su familia. He vivido en Roaboya y en Tiruntán, localidades todas que antaño fueron verdaderos núcleos de la población shipiba, inmersas ahora en el larguísimo proceso de etnogénesis.

¿Digerir la alteridad? Muchos de ellos si no están ahora trabajando en la enseñanza, en la policía, en el servicio médico o en los diferentes estamentos de la administración pública, son extractores o comerciantes de los productos regionales. Diré más, creo que el pueblo shipibo ha sido el que mejor ha sabido adaptarse ya no sólo a las condiciones medioambientales de la llanura amazónica, también a las sociopolíticas. Ahora todo ese mundo se halla en medio del Apocalipsis. Es el Apocalipsis en el que se encuentran todos los pobres. En la carencia de políticas estructurantes de la sociedad amazónica, muchos han caído en el bandolerismo. Pero ellos no son otros, como muchos pretenden. Ellos son nosotros mismos. Nosotros y nuestra pobreza.

Aquí suspendo este apunte. Quedan muchas cosas por esclarecer. Aquí lo suspendo a la espera de los esclarecimientos oficiales. Y sobre todo, a la espera de las decisiones políticas. Sería de la más alta irresponsabilidad dejar que todo siga pudriéndose.

Jorge Nájar

París, 1° de junio de 2018

Jorge Nájar, París, febrero 2018. Foto: Sonia Luz Carrillo

JORGE NÁJAR. Poeta, novelista y traductor, estudió en Lima Educación y Ciencias Humanas en la Universidad Nacional Federico Villarreal. En 1984 obtuvo el Primer Premio de la Bienal del Poesía del Perú, Premio Copé de Oro, con su poemario Finibus Terrae y en 2001 el Premio Juan Rulfo de Poesía convocado por Radio France Internationale. El Fondo Editorial de la UNFV publicó en 2013 su Poesía Reunida. En francés ha publicado Toile Écrite (La Différence, 1992); Gravures sur maté (Folle Avoine, 1999); Figure de proue (Folle Avoine, 2006). Hotel universo. Oráculos, fue publicado por Editorial Summa y el  IV Festival Internacional de Poesía Primavera Poética 2016. Autor de varias novelas, como El Alucinado,  de las que hemos dado cuenta en este blog. Como traductor ha organizado y traducido una Antología de Poesía contemporánea de expresión francesa publicada por la Unesco -2002- y la Universidad Católica de Lima, El Manantial Oculto, 2003. Ha organizado y traducido una antología de la poesía de Claude Michel Cluny, Ulises y su perro, Bogotá, Común Presencia, 2005 ; así como uno de sus libros de relatos, Pastoral Hotel, México DF, Verdehalago & Universidad Autónoma de Puebla, 1998). De Paul Claudel ha traducido Conocimiento del Este, Pontificia Universidad Católica del Perú, El Manantial Oculto, 2008. De Claude Coufon ha traducido A la sombra de este cuerpo, Arequipa, Universidad Nacional de San Agustín, 1988; Ventana a la noche, París, Librairie Espagnole, 1996; Tarde o temprano, México D.F., ed. Linajes editores, 2002.  Reside en París desde 1977.
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