ROSARIO CASTELLANOS y ‘EL SEGUNDO SEXO’, OBRA DE SIMONE DE BEAUVOIR, A PROPÓSITO DE BETTY FRIEDAN.

marzo 16, 2014 a las 1:43 am | Publicado en Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 1 comentario
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Rosario Castellanos

Rosario Castellanos

“Mujer que sabe Latín… no encuentra marido ni tiene buen fin” decía (dice) un refrán. Bajo la primera frase de esta provocadora sentencia, la brillante poeta y ensayista mexicana Rosario Castellanos, publica en 1973 un conjunto de ensayos dedicados a la obra de mujeres de distintos  países y lenguas. Al abordar los trabajos de la lideresa estadounidense Betty Friedan, Castellanos no encuentra manera más feliz de introducirnos a la obra de la autora de Mística de la feminidad (1963) que reseñando El Segundo sexo (1949), el hasta hoy influyente trabajo de la filósofa francesa Simone de Beauvoir.  Con ocasión de celebrarse en marzo el día que conmemora la larga batalla por la igualdad entre hombres y mujeres transcribo fragmentos de una y otra pionera del pensamiento sobre la condición de la mujer.

Aquí fragmentos de “Betty Friedan: Análisis y praxis” , de Rosario Castellanos:

“Cuando hace 20 años Simone de Beauvoir publicó en París su ensayo sobre El segundo sexo provocó un escándalo, al menos y tal como  ella lo consigna minuciosamente en sus memorias, nacional. Recibió cartas insultantes, fue objeto de burlas, apareció caricaturizada en los periódicos, se le anatemizó como a una proscrita.

¿Qué delito había cometido? Simplemente examinar, con la mayor objetividad y rigor científico posible, y con el soporte de una teoría filosófica,  un hecho que se había mantenido hasta entonces en el plano puramente natural: el hecho de ser mujer.

Simone de Beauvoir

Simone de Beauvoir

Simone de Beauvoir enfoca, por primera vez, el fenómeno desde una perspectiva que ya no es la de la fatalidad biológica, que ya no es la del destino  impuesto por las funciones corporales sino que es elección libre dentro del marco de una cultura. Y sobre esa elección influyó una serie de factores religiosos, morales, intelectuales tras de los que se enmascaraban  intereses económicos  y sistemas de explotación cuya eficacia dependía, en gran parte,  de la dosis  de dogmatismo que fueran capaces de segregar y de hacer absorber a quienes estaban girando alrededor de su órbita.

La tentativa de Simone de Beauvoir  por crear una conciencia de la realidad femenina y por hacer un inventario de las posibilidades de cumplimiento y de realización que presentan nuestras actuales circunstancias superó la barrera inicial de rechazo , para entrar en el terreno de la influencia. Una influencia que fue mucho más honda y revulsiva entre los hombres y que se ha filtrado con mucha más dificultad entre las mujeres. Porque temen contemplar su propia imagen y carecer de las fuerzas suficientes  para modificarla.

Más he aquí, de pronto, que 20 años después el foco de la preocupación sobre el tema se traslada de Francia a los Estados Unidos, donde pierde su carácter de individual y privado (tan propio del pensar latino, tan peculiar en la era de Gutemberg) para adquirir una dimensión colectiva. Aunque, desde luego, la encargada de  la formulación de las interrogantes y de la proposición de las respuestas sea una sola persona, portadora de esa otra gran ‘mayoría silenciosa’.

En Betty Friedan el problema del feminismo se manifiesta inicialmente como un malestar que casi podrías calificarse de visceral. Ella es una mujer norteamericana que encarna el ideal de la mujer norteamericana.

Betty Friedan

Betty Friedan

(…)
Como ante un complot, como ante un crimen, Betty Friedan medita: ¿A quién aprovecha la situación creada a partir de un espejismo y mantenida y difundida por todos los medios masivos de comunicación, por todos los instrumentos de propaganda? Y Betty Friedan responde, luego de hacer pesquisas, interrogatorios, encuestas: La mística femenina surge al final de la segunda Guerra Mundial y tiende, como meta inmediata, a eliminar a las mujeres que habían suplido en el trabajo a los hombres que se encontraban en  el frente. Se distorsionó la imagen de la career woman hasta hacerla repugnante y ridícula, mientras se exaltaba la figura de la mujer que hornea su propio pan, cose su propia ropa, teme a los ratones y no encuentra apoyo sino en el amplio y fuerte tórax  de un hombre. La mujer hiedra, la mujer parásito que se nutre de vitalidad ajena.

(…)

Cuando los magos de la manipulación de cerebros cubrieron esa primera etapa descubrieron un nuevo filón: la mujer hogareña era un ente consumidor por excelencia. Y la rodearon de productos sin los cuales no valía la pena vivir: aparatos, muebles, adornos.”

mujerquesabe

En, Mujer que sabe latín, (1era. Ed. 1973) 3era. Reimpresión, México, Fondo de Cultura Económica, letras mexicanas, 2001, pp. 116-120

Rosario Castellanos ((Ciudad de México, 1925 – Tel Aviv, 1974) Poeta, narradora y ensayista mexicana, reconocida como una de las creadoras más importantes de su país y el continente.  Licenciada y Magíster en  Letras por  la  Universidad Nacional Autónoma de México, realizó estudios de posgrado en   Estética y Estilística en la Universidad de  Madrid. Entre muchos cargos y distinciones, Castellanos fue  también Secretaria del Pen Club Internacional (con sede en París).  Fue Embajadora de México en Israel, murió en Tel Aviv el 7 de agosto de 1974  y sus restos reposan en la Rotonda de los hombres ilustres, en Ciudad de México.

segundo sexo

Como homenaje a la gran Simone de Beauvoir, dejo  un fragmento de la Introducción de:

El segundo sexo

a Jacques Bost.

Existe un principio bueno que ha creado el orden, la luz y el hombre, y un principio malo que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer.

Pitágoras.

Todo cuanto sobre las mujeres han escrito los hombres debe tenerse por sospechoso, puesto que son juez y parte a la vez.

Poulan de la Barre

NOTA: Este libro ha sido escrito durante los años 1948-1949. Cuando empleo las palabras ahora, recientemente, etc., me refiero a ese período. Ello explica también que no cite ninguna obra publicada después de 1949.

INTRODUCCIÓN

Durante mucho tiempo dudé en escribir un libro sobre la mujer. El tema es irritante, sobre todo para las mujeres; pero no es nuevo. La discusión sobre el feminismo ha hecho correr bastante tinta; actualmente está punto menos que cerrada: no hablemos más de ello. Sin embargo, todavía se habla. Y no parece que las voluminosas estupideces vertidas en el curso de este último siglo hayan aclarado mucho el problema. Por otra parte, ¿es que existe un problema? ¿En qué consiste? ¿Hay siquiera mujeres? Cierto que la teoría del eterno femenino cuenta todavía con adeptos; estos adeptos cuchichean: «Incluso en Rusia, ellas siguen siendo mujeres.» Pero otras gentes bien informadas -incluso las mismas algunas veces- suspiran: «La mujer se pierde, la mujer está perdida.» Ya no se sabe a ciencia cierta si aún existen mujeres, si existirán siempre, si hay que desearlo o no, qué lugar ocupan en el mundo, qué lugar deberían ocupar. «¿Dónde están las mujeres?», preguntaba recientemente una revista no periódica (1). Pero, en primer lugar, ¿qué es una mujer? «Tota mulier in utero: es una matriz», dice uno [TOTA MULIER EST IN UTERO: «Toda la mujer consiste en el útero». Para indicar que la mujer está condicionada por su constitución biológica.] Sin embargo, hablando de ciertas mujeres, los conocedores decretan: «No son mujeres», pese a que tengan útero como las otras.

Todo el mundo está de acuerdo en reconocer que en la especie humana hay hembras; constituyen hoy, como antaño, la mitad, aproximadamente, de la Humanidad; y {15}, sin embargo, se nos dice que «la feminidad está en peligro»; se nos exhorta: «Sed mujeres, seguid siendo mujeres, convertíos en mujeres.» Así, pues, todo ser humano hembra no es necesariamente una mujer; tiene que participar de esa realidad misteriosa y amenazada que es la feminidad. Esta feminidad ¿la secretan los ovarios? ¿O está fijada en el fondo de un cielo platónico? ¿Basta el frou-frou de una falda para hacer que descienda a la Tierra? Aunque ciertas mujeres se esfuerzan celosamente por encarnarla, jamás se ha encontrado el modelo. Se la describe de buen grado en términos vagos y espejeantes que parecen tomados del vocabulario de los videntes. En tiempos de Santo Tomás, aparecía como una esencia tan firmemente definida como la virtud adormecedora de la adormidera. Pero el conceptualismo ha perdido terreno: las ciencias biológicas y sociales ya no creen en la existencia de entidades inmutablemente fijas que definirían caracteres determinados, tales como los de la mujer, el judío o el negro; consideran el carácter como una reacción secundaria ante una situación. Si ya no hay hoy feminidad, es que no la ha habido nunca. ¿Significa esto que la palabra «mujer» carece de todo contenido? Es lo que afirman enérgicamente los partidarios de la filosofía de las luces, del racionalismo, del nominalismo: las mujeres serían solamente entre los seres humanos aquellos a los que arbitrariamente se designa con la palabra «mujer»; las americanas en particular piensan que la mujer, como tal, ya no tiene lugar; si alguna, con ideas anticuadas, se tiene todavía por mujer, sus amigas le aconsejan que consulte con un psicoanalista, para que se libre de semejante obsesión. A propósito de una obra, por lo demás irritante, titulada Modern Woman: a lost sex, Dorothy Parker ha escrito: «No puedo ser justa con los libros que tratan de la mujer en tanto que tal… Pienso que todos nosotros, tanto hombres como mujeres, quienes quiera que seamos, debemos ser considerados como seres humanos.»

De: Simone de Beauvoir, El segundo sexo, (1era. Ed.1949), Buenos Aires, 3era. Ed., Editorial Sudamericana, 2009 (Traducción de Juan García Fuente) pp. 15-16

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MUJERES PERIODISTAS. De los esfuerzos por el reconocimiento al tiempo de la responsabilidad compartida

marzo 9, 2014 a las 1:09 am | Publicado en Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Creación, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 2 comentarios
Exposición en el Colegio de Periodistas de Lima. 8 de marzo 2014. Sonia Luz Carrillo.

Exposición en el Colegio de Periodistas de Lima. 8 de marzo 2014. En la mesa el Decano del Colegio de Periodistas, Max Obregón Rossi y el  periodista Luis Grados. Sonia Luz Carrillo  Mauriz en  uso  de la palabra.

Con motivo de conmemorarse el Día Internacional de la Mujer, el Colegio de Periodistas de Lima llevó a cabo una serie de actividades.  En la ceremonia central, que contó con la presencia de distinguidas colegas periodistas,  fui invitada por el Decano del Colegio Profesional, periodista Max Obregón Rossi, a  dar una conferencia  que  reproduzco. (Se ruega citar la fuente).

Señor Decano del Colegio de Periodistas de Lima, señoras y señores miembros de  este Colegio Profesional, señoras y señores

Agradezco la invitación del Decano de la Orden, colega Max Obregón Rossi, para participar en esta ceremonia en  la que se recuerda el 8 de marzo de 1857, cuando en una fábrica textil de  Nueva York 110 mujeres murieron calcinadas. Reclamaban la reducción de su jornada laboral en 10 horas, el propietario incendió el edificio y les provocó la muerte. Posteriores luchas por reconocimiento e igualdad  laboral y cívica de las mujeres, condujeron a que en 1910, en Copenhague, surgiera  la idea de un día internacional el que finalmente fue fijado por las Naciones Unidas  en 1977 como el 8 de marzo en  recuerdo de la conquista lograda en esa fecha por Alejandra Kollontai, tras la Revolución de Octubre.

Conmemorando esta fecha compartiré con ustedes algunas reflexiones acerca de la presencia de las mujeres en el periodismo peruano  y también acerca de los desafíos que enfrenta actualmente el periodismo  en nuestro país.

Los medios de comunicación se han convertido en un referente importante- tal vez el más importante-  para la representación de la vida social.  Su estudio demuestra la necesidad de abordar la tarea  considerando las reformulaciones de pensamiento y acción que motiva la difusión de mensajes y sus indudables consecuencias en la colectividad con especial énfasis en la expresión de nuevos sujetos y sensibilidades. Y es que la comunicación es, indudablemente, el espacio en el que se libran las batallas por el reconocimiento.

Desde estas nociones, hace algún tiempo me interesó el fenómeno de la incorporación creciente de las mujeres a la actividad de comunicación. Realicé y publiqué un estudio que indagó sobre las características de su presencia y actuación.

Carrillo, Sonia Luz. (1994) Las profesionales del comunicación. Estudio centrado en el sujeto-emisor directo. Lima, UNMSM. pp. 136

Carrillo, Sonia Luz. (1994) Las profesionales del comunicación. Estudio centrado en el sujeto-emisor directo. Lima, UNMSM. pp. 136

Una las interrogantes de las que partió el estudio era si la creciente incorporación de mujeres al periodismo, a la comunicación, había determinado cambios en la sociedad peruana en torno a la percepción de la acción de las mujeres. Otra pregunta era la incidencia del grado de profesionalismo alcanzado en el accionar de las comunicadoras, especialmente a partir de la creación o expansión de las facultades o escuelas de comunicación.

El estudio reveló, entre otros aspectos, que en aquel momento – inicios de la década de los 90’- si bien era una presencia que iba ganando en número, aprecio y reconocimiento, esta no se expresaba  en términos de liderazgo. Sin embargo, un tema interesante de resaltar es que las periodistas entrevistadas eran enfáticas en señalar  como valor diferenciado que la mujer periodista tenía un desempeño más ético respecto a sus pares varones y que existía, en su percepción,  más  facilidad para conectar con “el mundo de la vida” a la vez que mayor disciplina y responsabilidad.

Como era de esperarse, el estudio de los casos – a través de  entrevistas a profundidad-   puso en evidencia los obstáculos de orden cultural y de índole individual que frenaban sistemáticamente un mejor desempeño, las dificultades para tener igualdad en los honorarios y el acceso a cargos de dirección. Las situaciones difíciles  que provenían de la vida conyugal  o la existencia de hijos menores, etc. No obstante esto, era posible asegurar que continuaba produciéndose un cambio en la sociedad peruana respecto al acceso de las mujeres a diversos espacios profesionales.

Pero en este día  que es un día de la memoria, se impone que revisemos brevemente   la historia del periodismo  y la actuación de las mujeres. Ocasión para  recordar a las pioneras. Aquellas que desde fines del  siglo XIX e inicios del XX hicieron del periodismo, muchas veces al mismo tiempo que la literatura, el recurso para exponer su visión de la realidad y fueron abriendo camino a una nueva percepción de la mujer comprometida con los asuntos públicos. Imposible no recordar a Mercedes Cabello de Carbonera (1845-1909) y Clorinda Matto de Turner (1854-1909). Esta última de intensa actividad periodística tanto en Arequipa como en Lima al punto que la encontramos en el grupo de los que fundaran, en 1887, la revista El Perú Ilustrado.

Pioneras

Escritoras como María Jesús Alvarado, autora de numerosos artículos sobre educación, feminismo, indigenismo, que luego, durante el Oncenio de Leguía, sufrió cárcel y exilio por sus ideas sociales. Asimismo a las asistentes a las veladas literarias que reunían a mujeres periodistas, escritoras, bohemios y luchadores sociales. Entre ellas a Juana Manuela Gorriti, Josefa Messía, Clara de Buendía, Carmen Larriva, entre otras.

Los años 20 fueron decisivos para la formación de la conciencia moderna en el Perú. Algunas mujeres descubren su papel en la nueva sociedad industrial y empiezan a enjuiciar los valores y convencionalismos. Así, las primeras décadas del XX tendrán en Ángela Ramos y Magda Portal (poeta de la vanguardia) dos figuras importantes que hacen del periodismo la vía de sus propuestas sociales. Ambas amigas de José Carlos Mariátegui; la primera, autodidacta, escribió en El Comercio, El Tiempo, La crónica, Mundial y Amauta, entre otras publicaciones. Magda  Portal, poeta y política se dedicó al periodismo hasta los últimos años de su vida. Otras escritoras y periodistas contemporáneas de Mariátegui fueron Dora Mayer, María Wisse, Catalina Recavarren, Adela Montesinos y Emilia Romero.

A lo largo del siglo y a tenor de los cambios producidos por la modernización y  el crecimiento de las ciudades, la emergencia de nuevas actividades económicas y la expansión de la educación, las mujeres continuaron incorporándose a distintas labores. Entre ellas el periodismo al que llegan tanto desde la literatura como desde otras  profesiones  y diversas ocupaciones. Era, sin embargo, una presencia muchas veces eventual.

Individualidades destacadas y excepcionales de mediados de siglo XX fueron Elsa Arana Freyre, directora del suplemento «Siete días del Perú y del Mundo», del diario La Prensa y Doris Gibson que en 1950, al lado de Francisco Igartua, fundó y condujo luego por largas décadas la revista Caretas. Sin olvidar a Maruja Venegas, homenajeada recientemente y que tuvo – y tiene – una larga labor educativa en la radio.

En décadas posteriores se encuentra ya de forma permanente mujeres en las salas de redacción. Mencionemos – con el riesgo que significa siempre citar y cometer involuntarias omisiones-  en forma breve  a  algunas periodistas en medios limeños – otro riesgo, consciente  como soy  de  la diversidad de situaciones en un extenso y multicultural país-  como Lupe Ormeño, Carmela Garcés, Sarina Helfgot, Ana María Portugal, María Teresa Nadramia, Alfonsina Barrionuevo. De los años 70’ mencionaré a Denis Merino, Maruja Barrig, Carmen Pitot, Sara Beatriz Guardia, Amanda Barral (que de relatora de noticias pasó luego a ejercer la jefatura de mesa en Panamericana); Jenny Vásquez Solís, Begoña Ibarra, Zoraida Portillo, Maruja Muñoz  y Rina Barea;  y las reporteras gráficas Antonieta Gamarra y Carmen Barrantes, entre otras  valiosas periodistas.   Aquí  debo referir que mi labor en distintas redacciones se inició en los primeros años de la década 70’ donde con frecuencia era la única o una de las pocas mujeres.

Hasta esos momentos los periodistas hombres y mujeres se habían formado en las salas de redacción de los diarios y de ahí habían pasado muchas veces a la radio y posteriormente a la televisión. No habían cursado la carrera de comunicaciones. Esta circunstancia generaba algunas tensiones entre periodistas prácticos y los egresados de comunicaciones.

En las últimas décadas del XX y lo que va del presente siglo, diversas  circunstancias tanto de orden socio-cultural  como empresarial y de orden tecnológico han ido modificando  el perfil de la profesión. Etapa en la que la  presencia de la mujer periodista, la comunicadora,  es tan amplia que sería muy largo – y extremadamente riesgoso-  mencionar nombres.

En torno al tema de la profesionalización, recordemos que la Escuela de Periodismo de la Universidad Católica fue fundada en 1945 bajo la dirección de Matilde Pérez Palacios, una de las primeras parlamentarias peruanas; y en 1947 se creó la Escuela de Periodismo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. En 1958 la Asociación de periodistas creó el Instituto Jaime Bausate y Mesa. El Instituto de Periodismo de la Universidad San Martín de Porres fue fundado en 1962.

Como anota Juan Gargurevich, “En 1972 la Universidad Católica decidió cerrar la Escuela de Periodismo, inclinándose hacia la aplicación de las herramientas audiovisuales para la educación”. La Escuela de San Marcos en 1981 adoptó el nombre de escuela Académico Profesional de Comunicación Social. En 1972, la Universidad de Lima fundó su Facultad de Ciencias de la comunicación.

Con la existencia de estos centros de formación, un panorama distinto se comienza a apreciar a fines de los años 70’ e inicios de los 80’. Las mujeres profesionales de la comunicación, aquellas que hacen del periodismo su proyecto de vida están más nítidamente presentes en los medios y muchas de ellas son egresadas de estos centros de formación.

La percepción que tienen de sí mismas y de su labor revelan su paso por las aulas. En el año 1994, cuando realizaba el estudio antes mencionado, repasé con mis entrevistadas algunos temas como características de la formación profesional, acceso a los medios y naturaleza de sus vínculos laborales, aspectos remunerativos y de expectativas profesionales, riesgos inherentes a la labor, ejercicio de la libertad individual, etc.

Como señalé hace un momento, una  conclusión a la que pude arribar en la investigación realizada,  fue que, pese a la creciente  presencia de mujeres en los medios, ella aún no se manifestaba en términos de liderazgo. En años posteriores  vemos que aún no existe proporción entre la cantidad de reporteras y redactoras en los medios y su acceso a cargos de dirección.

Una sociedad con deficiente representación a través de los medios masivos de comunicación

De otro lado, pese a que el nuevo siglo ha traído la presencia de muchas mujeres en actividades socialmente importantes, el gran volumen informativo no registra una adecuada representación de la variedad y riqueza de esa participación.  Habría que preguntarse, por ejemplo, cuantas noticias tienen a las mujeres como importantes y valiosas  protagonistas en  los diferentes ámbitos de la vida social, intelectual, cultural, artística, científica. Cuántas noticias tienen a mujeres como enfoque central  y no solo en temas  relacionados a  escándalos, crímenes y otros hechos de violencia, enredos de farándula, entretenimiento, etc. 

Dicho esto, es indispensable reconocer  que hoy en el periodismo peruano  se observa una aguda crisis de representación de la sociedad peruana en su conjunto. A las características globales que ha adquirido la labor informativa, basada casi exclusivamente en la espectacularización y el escándalo se unen otros complejos, inveterados,  problemas de exclusión.

Amplias zonas de la múltiple realidad nacional no son atendidas por los medios. Por eso creo firmemente que los temas de falta de reconocimiento y exclusión no pasan exclusivamente por la circunstancia de género.  Sabemos poco del país y mucho de la vida privada de algunos personajes intrascendentes.

De otro lado, creo indispensable recordar que desde la pasada década de los 90’ las fallas éticas se evidencian tanto en hombres como en mujeres periodistas.

Difícil olvidar el accionar de un grupo de periodistas en los graves momentos de la dictadura que asoló al país durante la década oprobiosa de los años 90′. Problema complejo en el que intervienen factores tanto políticos, empresariales, como culturales, sociales e individuales.

Asimismo, no es posible obviar el hecho de que la labor de  comunicación, especialmente en medios audiovisuales, está fuertemente marcada por el “vedetismo” donde periodismo y farándula se confunden obstaculizando el surgimiento de auténticos liderazgos.

Es cierto que existen valiosísimas colegas en el ejercicio del periodismo en los diversos soportes. Ellas día a día con su labor, muchas veces mal remunerada y laboralmente inestable, van configurando la imagen de mujer profesional. Es cierto también que existe mucha gente que se proclama y es reconocida como periodista  sin estar preparada para tan delicada labor: crear sentido de lo social.

El periodismo atraviesa hoy una grave crisis de identidad. Mientras las informaciones desbordan en violento sensacionalismo y futilidad, la búsqueda de rentabilidad ha sustituido la noción de servicio. El valor Verdad, base del periodismo corre cada día mayor riesgo de convertirse en un concepto vacío. El despliegue técnico no ha ido a la par del aspecto profesional y deontológico que legitime la actuación del profesional periodista o comunicador, que le dé credibilidad ante los diversos públicos.

En esta  circunstancia cabe  preguntarnos ¿Estamos construyendo una sociedad moderna en la que vaya de la mano libertad con responsabilidad?  Ardua tarea para un Colegio Profesional.

Estas reflexiones han querido reseñar brevemente los esfuerzos por el reconocimiento y las responsabilidades compartidas. Están motivadas por la  renovada esperanza en un colegio profesional, el Colegio de Periodistas de Lima, y he creído necesarias presentarlas en este día que se conmemora la lucha por la dignificación de la mujer por un mundo de paz.


Muchas gracias.

Periodistas reconocidas por el Colegio de Periodistas de Lima. 8 de marzo 2014

Periodistas reconocidas por el Colegio de Periodistas de Lima. 8 de marzo 2014

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