‘PUDE HABER SIDO YO MISMA, PERO SIN QUE ME SORPRENDIERA’. Poemas de WISLAWA SZYMBORSKA y un discurso memorable.
julio 10, 2016 a las 1:31 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, JARDIN DE DELICIAS | Deja un comentarioEtiquetas: El poeta y el mundo, Premio Nobel de Literatura 1996, Wislawa Szymborska
DEL MONTÓN
Soy la que soy.
Casualidad inconcebible
como todas las casualidades.
Otros antepasados
podrían haber sido los míos
y yo habría abandonado
otro nido,
o me habría arrastrado cubierta de escamas
de debajo de algún árbol.
En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de monte.
Cada uno, como hecho a la medida,
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras.
Yo tampoco he elegido,
pero no me quejo.
Pude haber sido alguien
mucho menos personal.
Parte de un banco de peces, de un hormiguero, de un enjambre,
partícula del paisaje sacudida por el viento.
Alguien mucho menos feliz,
criado para un abrigo de pieles
o para una mesa navideña,
algo que se mueve bajo el cristal de un microscopio.
Árbol clavado en la tierra,
al que se aproxima un incendio.
Hierba arrollada
por el correr de incomprensibles sucesos.
Un tipo de mala estrella
que para otros brilla.
¿Y si despertara miedo en la gente,
o sólo asco,
o sólo compasión?
¿Y si hubiera nacido
no en la tribu debida
y se cerraran ante mí los caminos?
El destino, hasta ahora,
ha sido benévolo conmigo.
Pudo no haberme sido dado
recordar buenos momentos.
Se me pudo haber privado
de la tendencia a comparar.
Pude haber sido yo misma, pero sin que me sorprendiera,
lo que habría significado
ser alguien completamente diferente
(Traducción de Gerardo Beltrán)
CIERTA GENTE
Cierta gente huyendo de otra gente.
En cierto país bajo el sol
y bajo ciertas nubes.
Dejando atrás todos sus respectivos
campos labrados, ciertas gallinas, perros,
espejos en los que ahora sólo el fuego se contempla.
Llevan a la espalda hatillos y cántaros
día tras día más pesados, cuanto más vacíos.
El agotamiento de alguien tiene lugar en silencio,
el arrancamiento a alguien de su pan en el tumulto
y el acunamiento del niño muerto de alguien.
Ante ellos un incesante “por aquí no”,
no es ese el puente que necesitan
sobre un río extrañamente rosado.
Alrededor unos disparos, a veces más cerca, a veces más lejos,
en lo alto un avión que parece dar vueltas.
Vendría bien alguna invisibilidad,
alguna oscura pedregosidad,
y aún mejor un no-haber-sido
por un tiempo breve o incluso largo.
Algo todavía ocurrirá, pero dónde y qué.
Alguien saldrá a su encuentro, pero cuándo, quién,
Desempeñando qué papel y con qué intenciones.
Si tiene elección,
quizás no quisiera ser un enemigo
y los deje con cierta vida por delante.
(Traducción de David Carrión Sánchez)
ELOGIO DE LA MALA CONCIENCIA DE UNO MISMO
El buitre no tiene nada que reprocharse.
Los escrúpulos le son ajenos a la pantera negra.
No dudan de lo apropiado de sus actos las pirañas.
El crótalo se acepta sin complejos a sí mismo.
No existe un chacal autocrítico.
El tábano, la langosta, la tenia y el caimán
viven como viven y así están satisfechos.
De cien kilos es el corazón de la orca,
pero no le pesa.
Nada más animal
que una conciencia limpia
en el tercer planeta del Sol.
(Traducción de Abel A. Murcia Soriano)
EL POETA Y EL MUNDO
Discurso de recepción del Premio Nobel 1996 Estocolmo, 1996Parece ser que en un discurso lo más difícil es la primera frase. Así que ya la he dejado atrás… Pero presiento que también las que siguen serán difíciles, la tercera, la sexta, la décima, así hasta la última, porque tengo que hablar de poesía. Pocas veces hablo sobre este tema, casi nunca. Y siempre me acompaña el convencimiento de que no lo hago muy bien. Por eso no me extenderé mucho. Toda imperfección es más llevadera si se recibe en pequeñas dosis.
El poeta de hoy es escéptico e incluso desconfiado –y puede ser que lo sea sobre todo– ante sí mismo. Con disgusto manifiesta públicamente que es poeta, como si se avergonzara un poco. Pero en nuestra ruidosa época resulta más fácil reconocer los propios defectos (basta con que causen impresión) que no las virtudes, porque están escondidas a mayor profundidad y no acabamos de creer en ellas…En diferentes encuestas o en conversaciones casuales, cuando el poeta tiene necesariamente que precisar su ocupación, se define de forma general como “literato”, o da el nombre de la profesión a la que se dedica por añadidura. La información de que tienen que vérselas con un poeta es recibida por funcionarios o por otros pasajeros del mismo autobús con cierta incredulidad e inquietud. Supongo que también el filósofo despierta parecida turbación. Este último está sin embargo en mejor situación porque, normalmente, tiene la posibilidad de adornar su profesión con algún título. Doctor en filosofía, eso sí que suena mucho más serio.
Además, no existen doctores en poesía. Eso significaría que es una ocupación que exige estudios especializados, exámenes aprobados con regularidad, disertaciones teóricas enriquecidas con bibliografía y notas y, por fin, la obtención solemne de diplomas. Esto, por su parte, significaría que para ser poeta no bastarían hojas de papel escritas, aunque fuera con los mejores versos; que sería imprescindible, y eso ante todo, un papelito sellado. Recordemos que en relación a esto deportaron al orgullo de la poesía rusa, más tarde Premio Nobel, Joseph Brodsky. Lo declararon “parásito” porque no tenía la certificación oficial de que le era permitido ser poeta…
Hace unos años tuve el honor y la alegría de conocerle personalmente. Advertí que sólo a él, entre los que conozco, le gustaba llamarse a sí mismo “poeta”, que articulaba esta palabra sin frenos internos, incluso con cierta provocativa soltura. Pienso que era resultado del recuerdo de las brutales humillaciones que había sufrido en su juventud. En países más felices, en los que la dignidad humana no se puede pisotear tan fácilmente, los poetas anhelan ser publicados, leídos y comprendidos, pero no hacen nada o casi nada para destacar de entre los demás en la vida cotidiana. No hace tanto, en las primeras décadas de nuestro siglo, a los poetas les gustaba llamar la atención con ropas rebuscadas y con un comportamiento excéntrico. Esto, sin embargo, era siempre un espectáculo de cara al público. Llegaba el momento en que el poeta cerraba tras de sí la puerta, se quitaba de encima todas las capas, bisutería y otros accesorios poéticos, y se quedaba en silencio, en espera de sí mismo, ante una hoja de papel en blanco. Porque es esto lo que en verdad cuenta.
Es significativo. Constantemente se produce un gran número de películas biográficas sobre grandes científicos o sobre grandes artistas. La tarea de los ambiciosos directores de cine es presentar de una manera creíble el proceso creativo, proceso que conduce finalmente a grandes descubrimientos científicos o a la realización de famosísimas obras de arte. Con más o menos éxito muestran el trabajo de ciertos sabios: laboratorios, todo tipo de aparatos, mecanismos puestos en marcha que son capaces de mantener durante cierto tiempo la atención del público. Además, los momentos de expectación en espera de si un experimento, repetido por enésima vez con sólo una pequeñísima variación, sale o no sale, resultan muy dramáticos. Las películas sobre pintores, en las que se puede reproducir cada fase del movimiento de la pintura, desde el primer trazo hasta la última pincelada, sí que pueden ser espectaculares. Las películas sobre compositores están llenas de música, desde los primeros compases que el artista oye en su interior hasta la forma madura de la obra en la que cada instrumento tiene ya adjudicada su parte. Todo esto sigue siendo ingenuo y no nos dice nada sobre ese estado de ánimo llamado comúnmente inspiración, pero al menos hay algo que mirar y oír.
Lo malo son los poetas. Su labor es de una lamentable falta de fotogeneidad. Uno está sentado a la mesa o tendido en un sofá, con la vista clavada en la pared o en el techo, de vez en cuando escribe siete versos, uno de los cuales tacha al cabo de un cuarto de hora, y pasa una hora más en la que no ocurre nada… ¿Qué espectador aguantaría semejante cosa?
He mencionado la inspiración. A la pregunta de qué es, en caso de que sxista, los poetas de hoy dan una respuesta evasiva. Y no porque o hayan sentido lo beneficioso de ese impulso interior. El motivo es otro. No es fácil explicar algo que uno mismo no entiende.
Yo también, al ser a veces interrogada sobre la inspiración, mantengo una prudente distancia respecto a lo esencial. Pero digo lo siguiente: la inspiración no es un privilegio exclusivo de los poetas o de los artistas en general. Hay, ha habido y seguirá habiendo un cierto grupo de personas a las que toca la inspiración. Son todos aquellos que conscientemente eligen su trabajo y lo realizan con amor e imaginación. Se encuentra médicos así, y pedagogos, y jardineros, y otros en cien profesiones más. Su trabajo puede ser una aventura sin fin siempre y cuando sean capaces de percibir nuevos desafíos. A pesar de dificultades y fracasos su curiosidad no se enfría. De cada duda resuelta sale volando un enjambre de nuevas preguntas. La inspiración, sea lo que sea, nace de un constante “no sé”.
Personas como ésas no hay muchas. La mayoría de los habitantes de esta tierra trabaja para ganarse la vida, trabaja porque tiene que trabajar. No son ellos mismos quienes con pasión eligen su trabajo, son las circunstancias de la vida las que eligen por ellos. El trabajo que no gusta, el que aburre, valorado sólo porque, incluso siendo desagradable y aburrido, no es accesible para todos, es uno de los peores infortunios humanos. Y no parece que los siglos que vienen vayan a traer algún cambio feliz.
Así me permito decir que, si bien les quito a los poetas el monopolio de la inspiración, los incluyo, de todos modos, en el pequeño grupo de los favorecidos por el destino.
En este punto, sin embargo, pueden despertarse dudas en el oyente. A los más diversos verdugos, dictadores, fanáticos, demagogos, que luchan por el poder con ayuda de unas pocas consignas, pero repetida a gritos, también les gusta su trabajo y también lo realizan con ingenio. Claro que sí, pero ellos “saben”. Saben, y lo que saben les basta de una vez para siempre. No se interesan en nada más, porque eso podría debilitar la fuerza de sus argumentos. Y cualquier saber que no provoca nuevas preguntas se convierte muy pronto en algo muerto, pierde la temperatura que propicia la vida. Los casos más extremos, los que se conocen bien tanto por la historia antigua como por la moderna, son capaces de ser letales para las sociedades.
Por eso tengo en tan alta estima dos pequeñas palabras: “no sé”. Pequeñas pero con potentes alas. Que nos ensanchan los horizontes hacia territorios que se sitúan dentro de nosotros mismos y hacia extensiones en las que cuelga nuestra menguada tierra. Si Isaac Newton no se hubiera dicho “no sé”, las manzanas del jardín hubieran podido caer ante sus ojos como granizo y él, en el mejor de los casos, se habría inclinado a recogerlas para comérselas con apetito.
Si mi compatriota Maria Sklodowska-Curie no se hubiese dicho “no sé”, probablemente se hubiera convertido en profesora de química en un pensionado de señoritas de buena familia y en este trabajo, por otra parte respetable, habría transcurrido su vida. Pero ella se dijo “no sé”, y fueron exactamente estas dos palabras las que la condujeron, y no una sino dos veces, a Estocolmo, donde se galardona con el Premio Nobel a las personas de espíritu inquieto en constante búsqueda.
Asimismo, el poeta, si es un poeta de verdad, tiene que repetir sin descanso “no sé”. En cada poema intenta dar una respuesta pero, no bien ha puesto el último punto, ya le invade la duda, ya empieza a darse cuenta de que se trata de una respuesta temporal y absolutamente insuficiente. Así pues lo intenta otra vez, y otra, y más tarde estas pruebas consecutivas de su descontento con respecto a sí mismo los historiadores de literatura las sujetarán con un clip muy grande y las denominarán sus “logros”.
Sueño algunas veces con situaciones imposibles. Me imagino, por ejemplo, en mi impertinencia, que tengo la posibilidad de hablar con el Eclesiastés, el autor de tan conmovedor lamento frente a la vanidad de toda actividad humana. Le haría una profunda reverencia porque no cabe la menor duda de que es uno de los más importantes poetas, por lo menos para mí. Pero después lo cogería de la mano. “Nada nuevo bajo el sol”, dijiste, Eclesiastés. Pero si tú mismo naciste nuevo bajo el sol. Y el poema del cual eres autor también es nuevo bajo el sol porque nadie lo escribió antes que tú. Y nuevos bajo el sol son todos tus lectores, porque quienes vivieron antes que tú está claro que no pudieron leerlo. Tampoco el ciprés bajo cuya sombra te sentaste crece aquí desde el principio de los tiempos.
Le dio su origen algún otro ciprés, parecido al tuyo pero no el mismo, y además querría preguntarte, Eclesiastés, qué cosa nueva bajo el sol piensas escribir ahora. ¿Se tratará de algo que complete tus pensamientos o más bien, después de todo, tienes la tentación de rectificar alguno de ellos? En tu anterior poema percibiste también la alegría, ¿qué importa que sea pasajera? Así pues, ¿será ella el tema de tu poema nuevo bajo el sol? ¿Tienes ya algunas notas, los primeros esbozos? ¡No irás a decir: “Lo he escrito todo, no tengo nada que añadir” Eso no lo puede decir ningún poeta en el mundo, y qué decir uno tan grande como tú.
El mundo, pensemos de él lo que pensemos, espantados por su inmensidad y por nuestra propia impotencia frente a él, amargados por su indiferencia a los sufrimientos, los de la gente, los de los animales, y tal vez también los de las plantas, pues ¿de dónde la seguridad de que las plantas están libres de sufrimientos?; pensemos lo que pensemos de sus espacios atravesados por la radiación, de las estrellas, alrededor de las cuales se han empezado a descubrir nuevos planetas, ¿ya muertos?, ¿todavía muertos?, no se sabe; digamos lo que digamos de este inconmensurable teatro para el que tenemos una entrada, aunque su validez sea ridículamente corta, limitada por dos fechas categóricas; pensemos lo que pensemos sobre él, este mundo es sorprendente.
Pero en el término “sorprendente” se esconde cierta trampa lógica. Nos sorprende lo que se sale de una norma conocida y ampliamente aceptada, de alguna incuestionabilidad a la que estamos acostumbrados. Pero he aquí que este mundo incuestionable no existe en absoluto. Nuestra sorpresa tiene vida propia y no resulta de la comparación con nada.
De acuerdo, en el habla coloquial, que no sopesa cada palabra, todos usamos las expresiones: “un mundo corriente”, “una vida corriente”, “un hecho corriente”,… sin embargo, en el lenguaje de la poesía, donde cada palabra se mide, nada es ya normal y nada es corriente. Ninguna piedra y ninguna nube sobre ella. Ningún día y ninguna noche tras él. Y por encima de todo, ni siquiera la existencia de nadie en este mundo.
Parece que los poetas van a seguir teniendo siempre mucho trabajo.
(Traducción de María Paula Malinowski Rubio y María Filipowicz-Rudek)
Wislawa Szymborska, poeta polaca, Premio Nobel de Literatura en 1996, nació en Kornik, en la región de Poznan, el 2 de julio de 1923. Falleció en en Cracovia en el 2012. Licenciada en Filosofía Polaca y en Sociología por la Universidad Jagelloniana de Cracovia, se dedicó tanto a la poesía como a la crítica literaria. Autora de innumerables obras caracterizadas por la hondura de sus reflexiones y su aguda ironía, recibió importantes premios.
EN: Wislawa Szymborska. El gran número . Fin y principio y otos poemas. Edición al cuidado de María Filipowicz-Rudek y Juan Carlos Vidal. Estudio introductorio de Malgorzata Baranowska. Madris, Hiperión, 2014
AL PIE DEL ORBE. VALLEJO Y EL COSMOPOLITISMO
julio 4, 2016 a las 12:11 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Creación, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | Deja un comentarioEtiquetas: césar vallejo, Cosmopolitismo, Poesía peruana, Vallejo y el arte universal
Captura de un filme donde Vallejo aparece junto a Antonio Machado en 1937. Revista Velaverde
ESCRITURA Y PENSAMIENTO, revista de la Unidad de Investigaciones de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, publicó en su N° 36, año XVIII, enero -junio 2015, este trabajo de mi autoría que ahora comparto en su totalidad.
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AL PIE DEL ORBE. VALLEJO Y EL COSMOPOLITISMO
Mg. Sonia Luz Carrillo Mauriz
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Resumen
El arco magnífico de la poesía de César Vallejo, ciudadano del orbe, desde sus inicios hasta sus últimos textos, se va ensanchando desde la base de una moral de la fraternidad y la ciudadanía múltiple. El propósito de estas líneas es indagar la forma en la que su poética va abriéndose a visiones, referencias y temas cada vez más complejos, asumiendo diversos aportes, hasta construir un mundo creativo de excepcional compromiso cósmico. En momentos en los que reaparecen sentimientos y actitudes exclusivistas o de identidades excluyentes, es necesario esrtudiar la presencia de los rasgos cosmopolitas en la obra de nuestro autor.
César Vallejo / Cosmopolitismo / Poesía de César Vallejo / Vallejo y el arte universal
Para esta búsqueda partimos de la noción de cosmopolitismo en tanto la capacidad de apropiación de lo universal y diverso por parte de los creadores que no solo conservan lo propio sino que, potenciándolo, logran hacer ingresar lo particular y propio al acervo mundial.
Una definición útil en este abordaje literario es la expresada por Guy Scarppetta en Eloge du cosmopolitisme (1981) citado por Carlos Guillén Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada. (Guillén 1985: 425) al referir que se trata de “La insubordinación de la literatura ante los orígenes, los mitos, los arquetipos, las ataduras radicales.”
En este punto, es necesario recordar que el afán cosmopolita hunde sus raíces en el pensamiento humanista y está presente en la noción de los derechos humanos, la convivencia en paz entre individuos de diversa procedencia, base de una moral de la fraternidad.
Ser cosmopolita
Del griego cosmos (mundo, universo, orden) y politis (ciudadano), como señala Francisco Andrés Santos (2007) “en los últimos años ha venido ganando nuevo peso entre muchos pensadores políticos el viejo ideal en torno al «cosmopolitismo», como un ideal por el cual todos los seres humanos, con independencia de sus diferencias de estatus y pertenencias políticas, deben ser considerados como miembros de una sola comunidad ético-política, la «comunidad de todos los seres humanos»
Si nos atenemos a la definición de individuo cosmopolita tenemos “Dicho de una persona que considera todos los lugares del mundo como patria suya.” Ampliando el sentido se puede asumir que un escritor cosmopolita es aquel capaz de plasmar en su obra las vicisitudes de un ciudadano de todas partes, un creador pleno de sentimiento de universalidad.
Julia Kristeva, respondiendo en una entrevista dada al diario La Nación de Argentina en noviembre de 2011, ilustra la condición cosmopolita de un escritor al precisar: «Soy una ciudadana europea, de origen búlgaro, de nacionalidad francesa, que se considera una intelectual cosmopolita»,. Luego, enfatiza la importancia de los desplazamientos, el exilio voluntario o impuesto por las circunstancias, en el arribo a una postura cosmopolita, al señalar que el exilio “es el motor de una incesante indagación”.
Sin embargo, no siempre el término cosmopolita gozó de consenso. Si nos atenemos a lo referido por Roland Barthes (1953) en El grado cero de la escritura cuando hablando de la “Escritura política”, encontramos la connotación que el stalinismo le atribuyó:
“Ligada a una acción, la escritura marxista se hizo rápidamente, de hecho, un lenguaje de valor. Este carácter,… invadió completamente la escritura stalinista triunfante. Ciertas nociones, formalmente idénticas y que el vocabulario neutro no designaría dos veces, están escindidas por el valor, y cada lado se une a una palabra distinta: por ejemplo, “cosmopolitismo” es la palabra negativa de “internacionalismo” (Barthes 1997)
En torno a este punto, es interesante constatar, una vez más, la postura independiente de algunos creadores como es el caso de José Carlos Mariátegui, como lo refiere, por ejemplo, Federico Álvarez: “En el campo teórico literario el eclectismo de Mariátegui se evidencia en su concepto positivo de lo cosmopolita” (Álvarez 2002: 176). El citado autor explica:
“En el siglo XX lo cosmopolita adquirió un matiz peyorativo al ser contrapuesto con los movimientos políticos populares con la identidad nacional. El marxismo ruso lo convirtió en epíteto insultante, no pocas veces relacionado con el eclectismo y de allí pasó con igual sentido al marxismo europeo occidental… Sin embargo, de vuelta a América, retomó su intención progresista. Mariátegui dividió la literatura del Perú y en definitiva la de toda América Latina en tres etapas: colonial, cosmopolita y nacional y definió como cosmopolita “aquella que asimila simultáneamente elemento de diversas literaturas extranjeras”. Y según Mariátegui, es González Prada quien inicia la transición de la literatura colonial a la cosmopolita. Y así llegan de la mano de Eguren y Valdelomar las influencias parnasianas, simbolistas, d’anunzianas y wildeanas” (Álvarez 2002:178)
Como se recuerda, Mariátegui (1928) ubica a Vallejo en el periodo Nacional, sin embargo, es conocida la adhesión del poeta a González Prada a quien dedica “Los dados eternos”: Y por otro lado, para Mariátegui, “El primer libro de César Vallejo, Los Heraldos Negros, es el orto de una nueva poesía en el Perú. (Mariátegui 1965: 268)
Más adelante, el propio Mariátegui, al ponderar el surgimiento del indigenismo y la superación del colonialismo, señala:
“Nos vienen, de fuera, al mismo tiempo, variadas influencias internacionales. Nuestra literatura ha entrado en su período de cosmopolitismo. …Por los caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprocha, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos.” (Mariátegui 1967: 304-305)
Tempranamente, al pie del orbe
Desde los primeros poemas de Los heraldos.. (1918) la influencia del Modernismo en la poesía de Vallejo es notable y ha sido ampliamente documentada. Las referencias, los recursos de estilo y los vocablos denotan los rasgos del cosmopolitismo, preciosismo y notas de exotismo caros al movimiento rubendariano. Son muchos los ejemplos que se pueden citar. Aquí, en “La voz del espejo” la voz poética aludirá a “La luz azul que alumbra y da el ser al cardo” y más adelante “Van al pie de brahacmánicos elefantes reales, / y al sórdido abejeo de un hervor mercurial/ parejas que alzan brindis esculpidos en roca”.
Las referencias se hacen cada vez más distantes, como en “Santoral” cuando se alude a “Viejo Osiris! Llegué hasta la pared enfrente de la vida” y luego al nombre de un rey asirio “Sardanápalo. Tal, botón eléctrico/ de máquinas de sueño fue mi boca”.
Para Washington Delgado (2009)
“Los heraldos negros de César Vallejo, se inscribe todavía dentro del modernismo, aunque…no totalmente: hay ya indicios de separación o divorcio, a veces leves, a veces marcados. Las influencias de Darío, de Lugones, o de Herrera son claramente perceptibles: abundan los versos con sílabas contadas, las estrofas rimadas, las referencias cosmopolitas, los refinamientos verbales. También son perceptibles las irregularidades métricas, los prosaísmos, la aspereza melódica” (Delgado 2009:45)
La ruptura del modernismo se hace patente en Trilce (1922). Los poemas muestran las formas de la vanguardia y sus recursos de experimentación verbal; así la expresión se fragmenta, se modifican las palabras y los versos adquieren autonomía respecto al conjunto: “Nombre Nombre/ ¿Qué se llama cuanto heriza nos/ Se llama Lomismo que padece/ nombre nombre nombre nombre”. (II)
El vanguardismo, vasto en búsqueda de nuevas formas para las nuevas realidades, involucra a artistas de diferentes especialidades y define su carácter cosmopolita al erigir una estética que, rompiendo con el racionalismo, aspira a crear un lenguaje de dimensiones universales.
El poema “XV” de Trilce, cita al escritor francés Daudet, y pone de manifiesto la transposición de tiempos en una visión cinética:
“Has venido temprano a otros asuntos/ y ya no estás. Es el rincón/ donde a tu lado/ leí una noche/ entre tus tiernos puntos/ un cuento de Daudet. Es el rincón/ amado. No lo equivoques”
Respecto a este poema, el poeta Xavier Abril (1980), en su Exégesis trílcica advierte “la indiscutible influencia mallermeana”. En el prólogo puntualiza: “En mi primer ensayo acerca de Vallejo (1958) estudié algunos de los puntos fundamentales de Trilce: el espacio, el tiempo, el número, el habla, así como el influjo idiomático quevediano y el estético propio de Mallarmé.” Luego explica:
“…la llegada a Lima del número de la revista Cervantes, de Madrid, del mes de noviembre de 1919, que contenía el poema de Mallarmé (“Una jugada de dados jamás abolirá el ocaso”) debe haberse producido en diciembre del mismo año o, a lo sumo, en enero de 1920. La asimilación, por parte de Vallejo, de sus principios estéticos y programáticos, no fue, desde luego, instantánea sino lenta, penetrante, segura… En efecto, la aplicación de los fundamentos teóricos mallarmeanos a Trilce, descubre a su autor la sagaz actitud de mesura, de cálculo, que le orienta hacia el feliz remate de una estética diferenciada y superadora de la precedente.” (Abril 1980:17-18)
Los motivos de la cultura occidental apropiados y recreados pueblan los versos de esta obra admirable publicada en 1922, el mismo año en que se publica Ulises de Joyce, La tierra baldía de Elliot, las Elegías de Duino y Anabase de Saint John Perse y los Sonetos a Orfeo de Rilke.
“¿Por aquí estás, Venus de Milo?/ Tú manqueas apenas pululando/ entrañada en los brazos plenarios/ de la existencia/ de esta existencia que todaviiza/ perenne imperfección” (XXXVI)
Trilce, es exponente de la presencia de la vanguardia en la poesía peruana. Y. precisamente, una de las características de la vanguardia es su carácter cosmopolita, el registro en la creación literaria de las circunstancias surgida en las urbes. En Trilce encontramos las angustias y las faltas de sentido de las urbes y la falta de sentido de la propia existencia.
La estancia europea
El 17 de junio de 1923, Vallejo parte a Europa y el contacto con la realidad de grandes urbes será fuente de exaltación, de desilusión y también oportunidades de expansión vital y creativa. Como anota Carlos Batalla (2012) va “con un sueño rondándole la cabeza: ser un ciudadano del mundo. Su llegada a París, Francia, el 14 de julio de ese año, marcó un punto de quiebre no solo en su poesía sino también en su visión de la vida y del mundo que le rodeaba.”
“Se convirtió, sin advertirlo, en un voyerista de sus contemporáneos. Disfrutó de su libertad y de un compañerismo internacional que nunca hubiese podido vivir en el Perú. Apreció teatro moderno, se vinculó con académicos, conversó con los vanguardistas y visitó la naciente URSS, a donde viajó con el entusiasmo del idealista que nunca dejó de ser”.
Acerca de esa etapa, Américo Ferrari (1968) recuerda: “Durante los primero años de su estancia en Europa, Vallejo escribe poca poesía, pero va madurando en sí la substancia de lo que más tarde serán los Poemas Humanos”. Y tenemos que añadir que también Poemas en Prosa. Para Georgette de Vallejo la producción de estos textos tendría que haberse realizado entre 1923-24 y 1929 (de Vallejo 1968: 490).
No olvidamos que el primer texto de Poemas en prosa se inicia “Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande”. Este conjunto también registra el deslumbramiento ante la compleja realidad urbana. En “Hallazgo de la vida”, leemos:
“Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida…
Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte.
…Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.”
En 1925, luego de mil vicisitudes, Vallejo empieza a trabajar en una agencia de noticias y posteriormente obtiene una beca para estudiar Derecho en la Universidad de Madrid, sin embargo, al no tener obligación de permanecer en esa ciudad, siguió viviendo en París desde donde enviaba sus colaboraciones periodísticas. Con esa subvención, más los ingresos por concepto de artículos, Vallejo se establece en el antiguo Hotel Richelieu en la calle Molière, muy cerca del Teatro de la Comedia Francesa y de la plaza del Palais Royal. Etapa de intenso aprendizaje con frecuentes visitas a exposiciones, conciertos, y cafés. Vida parisina que le permite conocer, entre otros artistas a Antonin Artaud, Pablo Picasso y Jean Cocteau.
El poeta peruano Jorge Nájar – quien reside desde hace más de treinta años en París, donde ha ejercido la docencia y escrito varias obras, entre ellas Vallejo y la célula non plus ultra – en el documental de la serie Ruta Cervantes, “Ruta Vallejo”, afirma “Tengo la convicción de que el mejor poeta de todos los vallejos, porque existen varios, es el Vallejo parisino, el poeta francés para decirlo de manera más amplia”. Luego explica el porqué de su aseveración:
«Toda la poesía, aparte de España aparta de mí este cáliz, quedó de una manera que él no había terminado de organizar pero los poemas son tan fuertes que cualquier organización hace resaltar la poderosa voz, la inmensa compenetración con el drama humano y todo eso ocurrió por su vida parisina. No sé qué hubiera ocurrido de quedarse en Lima, en Trujillo o en Santiago de Chuco. A lo mejor, hubiera sido un poeta notable pero no tan revolucionario como el que terminó siendo” (Nájar 2011)
El año 1926, Vallejo publica en Favorables París Poema, (París, 1926, Nº 1), la revista que fundara con Juan Larrea, un artículo titulado “Poesía nueva”. Se trata de la exposición de una poética que tiene las huellas de la reflexión acerca de la expresividad de lo que llama una “sensibilidad realmente nueva”:
“Los materiales artísticos que ofrece la vida moderna, han de ser asimilados por el espíritu y convertidos en sensibilidad. El telégrafo sin hilos, por ejemplo, está destinado, más que a hacernos decir «telégrafo sin hilos», a despertar nuevos temples nerviosos, profundas perspicacias sentimentales, amplificando videncias y comprensiones y dosificando el amor: la inquietud entonces crece y se exaspera y el soplo de la vida, se aviva. Ésta es la cultura verdadera que da el progreso; éste es su único sentido estético, y no el de llenarnos la boca con palabras flamantes. Muchas veces las voces nuevas pueden faltar. Muchas veces un poema no dice «cinema», poseyendo, no obstante, la emoción cinemática, de manera obscura y tácita, pero efectiva y humana. Tal es la verdadera poesía nueva.”
En esta nueva poética, Juan Paredes Carbonell encuentra, por ejemplo, la transposición a la poesía de la estética de Pablo Picasso:
“Como se sabe, el cubismo picasiano desarticula el ser, el objeto y lo recompone buscando una nueva sintaxis, un reordenamiento de las partes, hasta lograr un efecto distinto al que produce la figura convencional. Es lo que Vallejo hace en Poemas humanos, en base a metonimias y sinécdoques…en la praxis de la creación poética, Vallejo diría lo siguiente: ‘Un hombre pasa con un pan al hombro/ ¿Voy a escribir después sobre mi doble? Y versos más adelante mostraría este transtexto de trazo indudablemente picasiano: ‘Un paria duerme con un pie a la espalda ¿Hablar después a nadie de Picasso?” (Paredes 2009: 170-171)
El contacto con el arte occidental es fundamental para el poeta en su visión del arte y su relación con los públicos. De otro lado, la admiración al pintor del Guernica queda confirmada, cuando en una crónica, reunida junto a otros notables textos periodísticos, recogida en una selección del maestro Jorge Puccinelli (1987) y también citada por el poeta Winston Orrillo (2009) dice:
“Las obras de Picasso y sus amigos, al igual que las maravillas del Renacimiento, pasarán a la categoría de celebridades, no por haber descendido al grueso público sino por haberlo educado hasta hacerle ascender hacia ellas y por encerrar, en sí, un ritmo cósmico” (Vallejo, desde Europa. Crónicas y artículos 1923-1038) Lima, editorial fuente de cultura peruana, 1987. Edición de Jorge Puccinelli, p. 298)
Este “ritmo cósmico” y la esperanza en el futuro es puesto en relieve por Américo Ferrari en el Prólogo de la Obra poética completa (1968), al referirse al “Himno a los voluntarios de la República”, señala:
“En esta invocación de la sociedad del futuro se precipitan todos los motivos profundos, los sueños, las intuiciones originales de la poesía de César Vallejo… Este mundo soñado en que hablarán los mudos y los tullidos andarán, en el que no habrá muerte (“solo la muerte morirá”) representa la victoria del Bien absoluto sobre el mal; el ideal social de Vallejo arraiga hondamente en su sentimiento ético y metafísico de la vida”
Acerca del desarrollo temático a lo largo de la creación vallejiana, Ferrari advierte algunas líneas:
“… van surgiendo, una tras otra, todas las grandes obsesiones: la eternidad , y por consiguientes, en filigrana, el tiempo (“la unidad sencilla, justa, colectiva, eterna”); el amor, que el poeta seguirá asociando con el alimento (“se amarán todos los hombres/ y comerán…y beberán”) ; … y finalmente, tres motivos centrales: la abolición de la muerte, la realización del hombre en el trabajo, y la comprensión universal: “Comprenderán todos los hombres”. Vallejo vuelve a plantear, al fin de su obra, la cuestión mayor de su poesía, la que aparecía en el umbral de Los heraldos negros: Comprender. Aquí el tono afirmativo deja traslucir la gran ansiedad ante el problema del conocimiento y del saber que no habrá abandonado nunca a Vallejo durante los veinte años transcurridos entre Los heraldo negros y España aparta de mí este cáliz” (Ferrari 1968: 45-46)
Julio Vélez (1993:90) por su parte, al considerar que “unas breves pinceladas en las modernidades cosmopolita e insular pueden ayudarnos a valorar en su justa medida la aportación teórica vallejiana de la “Estética del trabajo”, precisa: “Al hablar de trabajo como sujeto poético, lo estoy entendiendo al modo vallejiano y no económico”. Luego cita como “unidad de los hombres con la naturaleza” a los poemas: “Un hombre pasa con un pie al hombro”, “Gleba”, “Parado en una piedra”, “Telúrica y magnética”, “Considerando en frío”, entre otros.
Otra manifestación del diálogo de la poética de Vallejo con la obra de otros grandes creadores, es por ejemplo, el que se produce con Charles Chaplin, como señala Natalia Gómez (2008):
“A partir de 1925, año en el que Vallejo empieza sus colaboraciones en Mundial, el escritor peruano escribe con asiduidad reseñas sobre el cine y el teatro. Entre estos artículos, Vallejo denota un especial interés en el trabajo de Charles Chaplin. Esta admiración por el cineasta británico ya ha sido mencionada en ensayos de Xavier Abril, Armando Bazán, Jean Franco, Juan Larrea, Guido Podestá, Roberto Armiso y más recientemente en Víctor Fuentes. Todos los críticos coinciden en señalar que la influencia del director cinematográfico queda patente en la obra póstuma vallejiana y sobre todo en Poemas humanos.” (Gómez 2008)
Efectivamente, en “Me viene, hay días una gana ubérrima” es posible hallar el amor humanísimo hecho tierna ironía, en imágenes que recuerdan el humor de Charlot:
“…y, viniendo de lejos, da ganas de besarle / la bufanda al cantor,/ y al que sufre, besarle en su sartén, / al sordo, en su rumor craneano, impávido; / al que me da lo que olvidé en mi seno, / en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros. // Quiero, para terminar, / cuando estoy al borde célebre de la violencia / o lleno de pecho el corazón, querría / ayudar a reír al que sonríe, / ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca, / cuidar a los enfermos enfadándolos”
Respecto a la mención de Dante Alighieri, no puedo dejar de mencionar la interpretación del maestro Leopoldo Chiappo de este poema:
“Dante es la grandeza que está en cada hombre… la capacidad de vivir desde sí mismos, desalienados…//Dante en el poema de Vallejo adquiere una doble significación: la personal, el poeta; la universal, todos los hombres. Dante y Vallejo, Vallejo y Dante, dos cumbres de la verdadera humanidad” (Chiappo 1993: 151-152)
¿Cuánto ha cambiado a Vallejo la vivencia europea? El 27 de octubre de 1929, escribe, desde Niza, a su hermano Néstor Vallejo:
“Después de hacer un giro por las principales capitales europeas, te escribo estas cuatro líneas desde Niza en vísperas de volver a París… Es muy probable que el año entrante vuelva a Perú. Antes voy a publicar cuatro libros sobre temas y con orientaciones emanadas de mi experiencia y de mi vida transcurrida en siete años de ausencia de América. He cambiado mucho: en moral, en conducta, en ideas y hasta físicamente. Gentes que vienen del Perú me dicen que no soy ni sombra de lo que era ahí” (Vallejo Correspondencia 2011: 280)
Acaso Vallejo pierde en sus múltiples contactos rasgos de identidad? No lo creemos si como afirma Tzvetan Todorov:
“todo individuo participa de identidades múltiples y toda identidad está sujeta al cambio… No hay nada más desolador que ver a los individuos encerrarse a sí mismos… // La identidad tiene como paradoja que designa a la vez nuestra unicidad (como en los documentos de identidad) y nuestra universalidad (como en la identidad humana). (Todorov 2011)
Concluyendo, podemos decir que el arco magnífico de la poesía de César Vallejo, ciudadano del orbe, se ha ido ensanchando en base a una moral de la fraternidad; su ciudadanía múltiple, únicamente reconoce los límites del amor fraterno y universal y el abrazo masivo, de todos los hombres y mujeres de la tierra.
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Foto tomada de la Revista Velaverde
http://www.revistavelaverde.pe/buscando-a-cesar-vallejo/
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