DEVALUACIÓN DE LA FUNCIÓN DOCENTE UNIVERSITARIA EN MUCHOS PAÍSES, TAMBIÉN EN EL PERÚ

febrero 21, 2017 a las 2:34 am | Publicado en Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 2 comentarios
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Está ocurriendo en el ámbito universitario de muchos países. Está ocurriendo en el Perú. Los criterios de calificación de la excelencia académica tal como se vienen aplicando,  perturban la generación y difusión de nuevos conocimientos, perjudican a los investigadores y contribuyen a la devaluación de la tarea docente universitaria. Criterios cuyas causas y  consecuencias  son  analizadas por el doctor en Pedagogía, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León,  España,  Enrique Javier Díez Gutiérrez, en un artículo publicado el  05 de Octubre de 2016 en la página web Nueva Tribuna, bajo el título “Más allá del negocio de los sexenios universitarios”.

Es pertinente reflexionar lo señalado para el caso de España a la luz de la aplicación de estos criterios en el Perú. Por su importancia, difundo el artículo en extenso.

Dr. Enrique Javier Díez Gutiérrez. Profesor de la Facultad de Educación de la Universidad de León, España

Dr. Enrique Javier Díez Gutiérrez. Facultad de Educación de la Universidad de León, España

Más allá del negocio de los sexenios universitarios

Dos multinacionales extranjeras sacan del erario público más de 25 millones de euros anuales controlando el acceso y promoción del profesorado universitario e investigador de este país.

 LA CALIDAD DEL PROFESORADO MEDIDA POR LA CANTIDAD

Para acceder a un puesto en el ámbito universitario, acreditarse para cualquier puesto docente, promocionar en la carrera académica, cobrar el complemento de investigación o simplemente no verse “cargado” con más horas de docencia, prácticamente todo profesor o profesora universitaria tiene que conseguir que dos multinacionales le admitan publicar cierto número de artículos en las revistas que ellas determinan y controlan.

El actual sistema de evaluación de la carrera profesional universitaria, especialmente a partir del Real Decreto-ley 14/2012 del PP, premia la acumulación de esas publicaciones cuantificables y comercializables que son las que generan “distinción y reconocimiento” (número de sexenios), al tiempo que “penaliza” si no se consiguen, con la imposibilidad del acceso, la no promoción, la reducción del salario y un aumento significativo de trabajo docente.

DEVALUACIÓN DE LA FUNCIÓN DOCENTE

Tiende así a convertir la función docente esencial de la universidad en un obstáculo para la promoción académica, un “castigo”, que termina por devaluar la finalidad fundamental de la universidad, provocando que el mismo profesorado la minusvalore y postergue. Sabiendo, además, que no está probado -más bien al contrario- que haya una correlación importante entre productividad de la investigación-publicación y eficacia de la docencia.

Frente a la docencia, la práctica investigadora es transformada en una inversión en el propio currículum mediante este tipo de publicaciones que sí reportan beneficios subjetivos (valoración) y materiales (compensaciones retributivas).

Este sistema valora aquellas publicaciones que tengan valor para el mercado y que se puedan cuantificar y medir. Olvida que la ciencia debe estar al servicio de la humanidad y de la mejora del mundo en el que convivimos, ligada a problemas y necesidades sociales que no siempre son valorados por el mercado, para convertirse en una moneda de cambio determinada por las exigencias del mercado.

CULTURA DEL IMPACTO Y LA CITACIÓN

Se está presionando así a la comunidad científica para transformar la investigación rigurosa en una loca carrera de la “cultura del impacto y de la citación” para ser valorado y poder promocionar. Porque este sistema ha asumido la tesis de que el factor de impacto (media de citas que en un año tiene un artículo), que mide visibilidad más que calidad, defina el valor científico de artículos y revistas.

Factor que es controlado por los datos ofrecidos por el informe Journal of Citation Report (JCR) de la multinacional Thomson Reuters a través de su producto Web of Knowledge (WOK), y por la multinacional Elsevier a través de su producto Scopus. La Fundación Española para la Ciencias y la Tecnología, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, las universidades y el Centro Superior de Investigaciones Científicas pagan por las licencias a estas multinacionales más de 25 millones de euros anualmente.

Mientras, en 2013, se paralizaba por recortes presupuestarios proyectos públicos nacionales, como el sistema DICE (Difusión y Calidad Editorial de las Revistas Españolas de Humanidades y Ciencias Sociales y Jurídicas) desarrollado desde 2006 por el CSIC. Integrado en una institución pública, DICE no recibía dinero de las revistas que estudiaba y catalogaba, ni tampoco directamente de quienes lo consultaban. Suerte parecida sufrieron otros proyectos públicos de prestigio como el de INRECS, INRECJ e INRECH de la Universidad de Granada en el año 2014.

POLÍTICA DE ESTADO

De esta forma, nuestras administraciones públicas son cooperadores necesarios (en financiación y difusión) de las multinacionales privadas extranjeras para el desarrollo de su sistema comercial de evaluación. Los ministerios de Ciencia y Tecnología le atribuyen la autoridad y el liderazgo que estas multinacionales se autoatribuyen en sus páginas web, desde su “monopolio de hecho” de la evaluación científica.

El conjunto del engranaje es accionado por las agencias nacionales de evaluación. Las agencias como la ANECA, que acredita la capacidad del profesorado, y la CNEAI, que reconoce a través de los sexenios la actividad investigadora realizada, priorizan como criterios de valor la publicación de artículos en revistas científicas incluidas en esas bases de datos elaboradas por Thomson Reuters y Elsevier, en detrimento de otros formatos y modos de canalizar la actividad investigadora.

LÓGICA COLONIAL

Este sistema ha recibido innumerables críticas. Desde el sesgo lingüístico y geográfico que favorece a publicaciones y autores y autoras anglosajones hasta que enfatiza estándares determinados de ciencia.

Estos criterios de valor, además, reproducen una lógica colonial pues refuerzan una lógica geopolítica de poder que margina y desprecia las revistas científicas no anglosajonas, imponiendo sin discusión el inglés como lengua “neutra”. También se ha criticado la recurrencia y la permanencia de los círculos científicos dominantes que se nutren y se citan entre sí (de las más de 8.000 revistas de todo el mundo que son incluidas en el JCR, tan solo 300 representaron más del 50% de lo que se citó y más del 30% de lo que se publicó; y un núcleo de 3.000 revistas cuenta con más del 90% de artículos citados y más del 80% de los publicados).

Asimismo, se ha enfatizado el escándalo que supone el hecho de que resultados de investigaciones pagadas con dinero público se publiquen en revistas de acceso privado.

Lo cierto es que con este modelo la producción de conocimiento se encierra en un circuito privatizado, ajeno en buena parte a su servicio a toda la sociedad y al compromiso con el bien común. A pesar de las críticas de todo tipo que este modelo ha generado, conserva intacta su capacidad de definir quién vale y quién no. Se asume así que aquello que ocurre fuera de lo validado por el modelo no existe o no sirve a la ciencia: “si tu trabajo no está aquí, no vale”.

COMPETICIÓN EN VEZ DE COLABORACIÓN

Esta bibliometría, más que aportar resultados de investigación excelentes, ha conseguido presionar a la comunidad investigadora para adaptar su trabajo hacia lo que se valora en el mercado de los sexenios.

Se abandonan las monografías o libros con conocimiento reflexivo de fondo capaces de alcanzar al gran público, pues son consideradas “méritos menores” porque puntúan menos frente a los artículos con índices medibles de impacto.

Se está generando una inflación de papers inabarcable, que pocos leen y que no siempre se escriben con el poso necesario. Se recurre al autoplagio, a las autocitas, a las redes de citas, a las guerras de citas, a no citar a posibles competidores/as, a exigencias de citar artículos publicados en los últimos años en la revista donde se quiere publicar. Se genera así un volumen innecesario de aparato de citación, un hipertrofiado marco teórico, postizo y muchas veces ni siquiera consultado, que solo sirve para aumentar este mercado de la citación, cuestionado en innumerables investigaciones y estudios.

Todo ello obliga a un proceso continuo de competición interna que fragmenta y enfrenta al profesorado, naturalizando la competencia en vez de producir formas colaborativas de pensamiento e investigación. Lo que vale, lo que cuenta, lo que tiene valor (de mercado) es la acumulación, lo inmediatamente vendible y comercializable en el mercado de la patente y la industria del rápido beneficio, no la investigación base ni la dimensión crítica de la investigación.

OTRO SISTEMA DE EVALUACIÓN DE LA PRODUCCIÓN CIENTÍFICA ES POSIBLE

Necesitamos una universidad realmente pública y democrática. Una universidad que cuestione esta concepción neoliberal de la ciencia, la investigación y la universidad. Que ponga en jaque el significado otorgado a la “excelencia”, entendida como incentivo para que se aumente de manera constante, competitiva e ilimitada la productividad.

Es necesario apostar por una universidad que sea capaz de incorporar otros elementos de valor al trabajo investigador y docente: trabajo compartido, investigación de base y a largo plazo, docencia como valor, honestidad científica, compromiso con toda la sociedad y también con las necesidades y sectores más desfavorecidos.

Los países que tienen un enfoque de modelo social y productivo de alto valor son aquellos que cuentan con más apoyos a la investigación básica y en todas las disciplinas, también las humanísticas, sociales y artísticas. No en vano dicha investigación es la que genera los cimientos para construir un modelo social más justo en lo económico, más sabio en lo social y más ecológico en lo natural. Son aquellos que valoran también el impacto social y político de la investigación no sólo por el número de citas de las publicaciones realizadas sino por la implicación en la resolución de problemas locales o en el avance del bienestar social, por la participación de la comunidad en el desarrollo de las investigaciones o porque incluyen orientaciones prácticas para la solución de problemas reales en contextos reales, sean locales o globales.

En definitiva, los repositorios públicos de “acceso abierto”, mandato expreso del programa de la Unión Europea Horizonte 2020, en la línea que plantea la Declaración de San Francisco sobre Evaluación de la Investigación (DORA) y la Declaración de Berlín, administrados por universidades u organizaciones de investigación públicas, son una valiosa infraestructura que podrían apoyar la transición a un sistema de evaluación y comunicación académica más colaborativa y eficiente.

Izquierda Unida ha presentado una Proposición No de Ley (PNL) en el Parlamento Nacional para superar las métricas basadas en el factor de impacto de las citas en JCR y similares, que miden el continente más que el contenido, ahorrar al Estado una ingente cantidad de dinero que pagamos a estas multinacionales extranjeras y sentar las bases para que la academia dé a luz un nuevo sistema de evaluación público y abierto de la investigación.

Aunque esta proposición no es ese nuevo sistema, sino una medida de urgencia, es un primer paso de otro sistema posible de evaluación de la producción científica más justo, que responda a un modelo de ciencia para el bien común.

FUENTE:

http://www.nuevatribuna.es/articulo/sociedad/mas-alla-negocio-sexenios-universitarios/20161005102328132368.html

( Consulta 19.02.17)
Temas relacionados:
«El Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec), organismo gubernamental, dejará de ofrecer gratuitamente a fin de año el acceso las bases de datos ScienceDirect y Scorpus. La falta de financiamiento del gobierno central ha sido la causa del cierre de estas plataformas para los peruanos.»
http://rpp.pe/ciencia/mas-ciencia/cientificos-ya-no-pueden-acceder-a-crucial-banco-de-datos-por-falta-de-dinero-noticia-1016735

COMUNICADO de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
«Acceso a literatura científica en la UNMSM»

Haz clic para acceder a Comunicado_Vice_11.pdf

 

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LA DESPEDIDA, poema canción de CÉSAR CALVO con la guitarra del gran maestro CARLOS HAYRE

febrero 11, 2017 a las 9:58 pm | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, JARDIN DE DELICIAS | Deja un comentario
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Foto tomada del blog CÉSAR CALVO SORIANO http://cesarcalvosoriano.blogspot.pe/2012/08/la-ausencia-como-pedestal-en-la-poesia.html Edición : Dr Guillermo Calvo Soriano

Es un muro delgado la despedida

Así como la muerte, paloma

Se adelgaza cada día

Mi canto va en la noche, luna encendida

Con la luz de tu cuerpo desvanecida Quién sabrá de tus pechos

Que yo subía

Debajo de qué noche, paloma

Serás memoria que olvida

Es un camino ciego

La despedida Caminando tu mueres, paloma

Y yo no encuentro la vida

Mi canto va en la noche,

luna encendida

Con la luz de tu cuerpo desvanecida.

GRACIAS al doctor Guillermo Calvo Soriano por mantener viva la memoria de poeta y regalarnos de tiempo en tiempo sus magníficos textos.

VER OTROS POEMAS DE CÉSAR CAL SORIANO AQUÍ:
https://hablasonialuz.wordpress.com/2013/08/06/poemas-de-cesar-calvo-en-antologia-en-su-voz-y-en-el-festival-de-cine-de-lima-pucp-el-martes-13-de-agosto-en-la-sala-azul/

“ESA VEZ DEL HUAICO” de ELEODORO VARGAS VICUÑA, EXCELENTE NARRADOR Y POETA PERUANO (1924 – 1997)

febrero 2, 2017 a las 2:45 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Miscelánea, Noticias y demás... | 3 comentarios
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Eleodoro Vargas Vicuña, narrador y poeta peruano (1924 - 1997)

Eleodoro Vargas Vicuña, narrador y poeta peruano (1924 – 1997)

Maestría en la reproducción del habla coloquial, fino conocimiento de los personajes del mundo narrado, prosa plena de lirismo, narran la tragedia de un pueblo ante la violenta irrupción de la avalancha de lodo  y piedras:  El huaico

«ESA VEZ DEL HUAICO»

I

Alrededor de don Teófilo Navarro no queda sino contagiador aire entristecido. Su casa, pura pampa quedó después del huaico —agua de mala entraña— que lo tumbó todo.

Los vecinos están medio que están nomás. La mitad se les fue tratando de levantar pared con la mirada y la otra mitad para consolarlo:

—Con un poco de voluntad, podrá usted levantarse de nuevo.

El caso fue así:

Todas las veces de susto le decían:

—Don Tofe, haga usted construir muro de piedra a su casa, no sea que el huaico…

Pero él se reía con suficiencia, y para decir algo por contestar, repetía:

—Que venga el huaico. Que me lleve. De resbaladera acabará la pena.

Lo decía por decir porque en el pueblo, con penas y todo, siempre somos felices.

Después que levantó su casa, en que hubo apurado trajín para terminar, luego de la techa, en que hubo demorado canto de no acabar con música y zapateo para afirmar el suelo, se hizo tranquilidad. Y como él lo dijo desafiador:

—Hasta que otro guapo se atreva, pared y techo contra viento y noche que revienten de impotencia.

Fabricaba y componía sombreros. A la puerta de su casa, aguja en mano, sombrero en horma, silbido y canto  para rellenar hueco de tarde nostalgiosa, lo veíamos cumplir.

En el invierno paz, no en el verano. Medio que se quisquillaba don Tofe mirando temeroso el agua que crecía hasta engrosar el río. Decía:

—¡Esto es costumbre! ¿Habrá por qué temer?

Muchas veces la campana madrina de la iglesia, en talantalanes de peligro, anunciaba desbordera, y don Tofe, creído, corría que corría para ver. Allí estaba intactita la casa a la orilla del cauce.

La noche en que sucedió no podía ser, aunque se hubiese roto el brazo el sacristán o hubiera podido más y rompiera las campanas avisando. Era cumpleaños de doña Adelaida Suárez. No se podía creer. Y más cuando la fiesta había sido con música y la agasajada era persona que estaba bien con Dios.

Don Tofe decía:

—Beber, beber, que la vida se ha de acabar.

Verlo era un gusto, alegre como estaba, a pesar de que la Grimalda, su mujer, con su tremenda barriga, sentada en un rincón censuraba.

Primero fue un rumor creciente que llegó, junto con el grito de Julián Mayta que salía corriendo de la huerta:

—¡Está entrando agua!.. ¡Está trayendo piedras!..

Muy pocos lo oyeron. En ese instante entró el agua hasta el patio. No debía ser grave la cosa… El agua  avanzaba rápidamente como buscando algo. Entonces sí que reaccionamos, aunque de primera intención no se tomó ninguna iniciativa. En la sala de la derecha, ebrios los músicos, sin darse cuenta, bromeaban todavía. Yo comencé a correr sin saber a dónde.

Un golpe fuerte en la sala de la izquierda que da al cauce, comprendiendo el peligro, nos puso con la cara seria. Y cuando ya lampón y pico los hombres se disponían, se inundaron las salas y los cuartos. La cocina con sus viejas era un grito de rezos. El agua furiosa sabía de memoria su trabajo, lo que hacía. En un santiamén todo estuvo inundado sobre la altura de los cimientos.

En el momento en que los animales salían al escape, las paredes empezaron a ceder. Las mujeres (doña Eulalia Espinoza principalmente) gritaban, clamaban al cielo. Y los hombres lisureaban dándose coraje.

No se podía. Era torrente de fuerza. Las paredes del corral vencidas se cayeron. Don Antonio Ebúsquez era el único de carácter que se dejaba oír:

—¡Rompan la puerta falsa que da al cauce para desatorar!

Pero la lluvia lo atoraba a él, porque era como río que bajaba.

En la tiniebla éramos gente oscurecida, loca, como la entraña de esa noche de rayos y de truenos.

Al relámpago, apurado seguía bajando el aluvión. Desde el corral, por el patio, al camino, y luego al río bajaba. De la puerta del zaguán quedaban astillas.

Vimos a la Grimalda. Subida sobre un batán lloraba a más no poder. Pensaba en Dios con todos sus dolores.

II

De agua, de noche, de viento, fue la tumbadera de la casa de don Tofe. Con gritos de parto también, pues la Grimalda, ayudada por Roque Barrera y subida sobre una mesita que a la vez la contenía contra la pared sobre el poyo, comenzó a descuartizarse.

Doña Toribia estuvo felizmente, atendiéndola como pudo. Roque a duras penas contenía la mesa y sostenía también a la Grimalda. Doña Toribia, con las manos de agua terrosa, remangándose el brazo, la asistía.

Grimalda se animaba casi quebrándole el brazo al Roque con el esfuerzo:

—¡Ayude usted! ¡Ayude usted, mamá Tulli! —Sin embargo, fue como una lucha el nacimiento, mientras el agua amenazaba con derribarnos.

Luego doña Toribia, serena como siempre, descorchetándose el monillo, cobijó a la criatura que ya gritaba,   junto a sus lacios senos.

Otro grito fuerte fue como una protesta, pero con el llanto del niño nos renació el valor. A su mamá hubiera podido también reanimarla; no, ella había fallecido antes de oírlo.

Total, todo se apagó. Solamente cuando la pena arreciaba, mirando los cimientos lavados que quedaban, pasó la lluvia. El huaico bajó su correntada o habría bajado antes: oíamos un rumor entre violento y tranquilo.

En adelante se comenzó a buscar:

—¡Don Macshi!.. ¡Mamá Brígida!.. ¡Lázaro!..

Oía su nombre cada cual y cada cual contestaba animándose. Don Tofe, sin haberse enterado todavía, buscaba a su Grimalda.

Media puerta del zaguán, inservible, había ido a parar a la chacra de enfrente. Las sillas y ventanas desparramadas. Dice Demetrio López que un cerdo había varado cerca de Vilca-bamba.

Los muros y cimientos quedaron débiles. Algunos baúles amarrados al manzano estaban astillados. Allí quedaba también el batán de don Jacinto Navarro, centenaria piedra donde molieron los abuelos.

Lo demás y más fuerte se supo cuando don Tofe llegó hasta nosotros, con su mujer muerta en brazos. Detrás doña Toribia con el recién nacido.

Esas dos caras fueron para nosotros un ¡golpe! que nunca habíamos sentido.

En el velorio, en casa de don Nicolás Arosemena, no se rió por primera vez los chistes de Roque.

En un ángulo de la sala, don Teófilo se quejaba. Parecía que el aire de esa mala noche se le había secado en la cara. Eran como furia vencida las huellas de su rostro. Repetía:

—¡Quién lo hubiera dicho…! ¡Quién lo hubiera dicho!

En fin, la velada fue de razonar pesimista, con ese café consolador apenas.

¡Cómo se recordó la muerte! ¡Cuántos nombres! Eladio Amaro, Fortunato Rojas, Pedro Tintush. ¡Pero nunca desgraciados!

—¡Ah, ya se fueron!

Se sintió la muerte a muerte. Adentro, hasta los tuétanos como angustia; afuera, en los miembros ateridos, como temblor desconocido.

Ni coca ni aguardiente pudieron esa noche.

Desde entonces don Tofe, medio vivo, medio fantasma, allí está.

—Zurcidor de sombreros —dicen.

Mientras, verdeciendo, retoña el valle de la gente que habla por hablar:

—¡Caído, con la cara en el suelo!

—¡Zurcidor de sombreros viejos!

Pero nadie sabe lo de nadie. De repente, un día…

(1953)

ELEODORO VARGAS VICUÑA  nació en La Esperanza, Cerro de Pasco, 1924. Su infancia transcurrió en Acobamba, provincia de Tarma, en Junín. Forma parte de la brillante promoción literaria surgida alrededor en los años cincuenta del pasado siglo que dio a la literatura nacional nombres como los de  Enrique Congrains,  Sebastián Salazar Bondy,  Carlos Eduardo Zavaleta y Julio Ramon Ribeyro. Eestudió Letras y Psicología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en Lima (1942- 1946) y la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa ( 1946-1951).  Entre sus obras se encuentran Ñahuín (1953), reeditada en 1976; Zora, imagen de poesía (1964) con la que ganó el Premio Nacional de Poesía; Taita Cristo (1964) reeditada de manera póstuma en 1999; El cristal con que se mira. Cuentos (1975), entre otras.

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“CONFESIONES EN ALTA VOZ”. RESPUESTAS DE ELEODORO VARGAS VICUÑA A ESPERANZA  RUIZ , POCO ANTES DE MORIR. 4 DE FEBRERO DE 1997

Vargas Vicuña y Esperanza Ruiz. Foto: Revista La Casa de Cartón. II Época N° 13, 1997

Vargas Vicuña y Esperanza Ruiz. Foto: Revista La Casa de Cartón. II Época N° 13, 1997

“De repente me vine a Lima, hacia 1947, y comencé a escribir los primeros cuentos de Nahuín. Desde el 27 de junio de 1947 empecé a escribir esos cuentos, el primero de ellos se llamó “El traslado”. Los escribí y lo dejé, siempre he escrito y he dejado las cosas así, un poco sueltas. Hasta que hubo un concurso de cuentos, allá en Arequipa, y yo presenté “El traslado”. Otro participante obtuvo el primer premio con un relato llamado “El viaje”. Te cuento todo esto como un recuerdo precioso de aquellos años. Yo estaba entre los que seguían la literatura de José María Arguedas y de Ciro Alegría y no entre aquellos que seguían lo que podríamos llamar la literatura académica en cuanto utilizan correctamente las palabras. Algunas palabras que se hablan así, de manera particular, en la sierra, yo las puse en mi cuento tal cual se pronuncian, como un signo de identidad de esa cultura en donde yo había vivido. Todo esto fue estupendo para mí. Yo siempre releo a Rulfo y en sus cuentos he encontrado la confirmación de que lo que hice estaba bien. Mi relato-que perdió el concurso- fue descalificado porque en lugar de poner “acomedieron” puse “se acomidieron”. Un catedrático me dijo que si yo estaba estudiando literatura y gramática, y más tarde iba a ser profesor, no debía escribir así. Hace unos días estaba releyendo a Rulfo y detecté que él pone en uno de sus cuentos exactamente igual a lo que yo puse: “se acomidieron”. La gran lección de Rulfo radica en el hecho de haber escrito las palabras tal como suenan al oído y tal como debe sonar un cuento de esa naturaleza en señal de identidad cultural.

Indirectamente, a mí la literatura me ha estado enseñando. Luego de esa experiencia jamás volví a escribir de la manera como se habla comúnmente, porté por escribir respetando las normas de la gramática. Eso fue un salto entre la prosa de Arguedas, que escribe y siente en quechua, y luego traduce al español, y a prosa de Ciro Alegría que es neutra y académica, vale decir, escribía de manera correcta pero cuando le da voz propia a sus personajes éstos hablan como suele expresarse la gente del campo. En ese contexto, diría que mi escritura sufrió una evolución en el lenguaje. Diría, asimismo, que mi producción literaria contribuye, creo yo, más que en el campo temático o en el nivel técnico, en el retrato de un modo de vida, en la construcción de una atmósfera.”

Vargas Vicuña y damas acobambinas. Foto: Revista La Casa de Cartón N° 13, 1997

Vargas Vicuña y damas acobambinas. Foto: Revista La Casa de Cartón N° 13, 1997

Revista Casa de Cartón.  II época N° 13   Primavera  de 1997 pp. 5-6 Director: Sandro Chiri Jaime

SE HA DICHO DE ÉL:

» Recibí la noticia de su primer libro en la Universidad de Columbia, de Nueva York. Entonces descubrí que él y yo habíamos observado y perfilado desde las mismas fechas (1950 y 1951) aldeas serranas semejantes  yo las de Ancash-, dolidas por la pobreza, el abandono y la indiferencia del centralismo. El gran mexicano Juan Rulfo estaba haciendo cosa igual, y las pruebas se hallan en el espléndido volumen de cuentos El llano en llamas, publicado en 1953, el mismo año que nación Ñahín, el primer libro de Eleodoro, si bien la obra de Rulfo, como es natural, solo pudo influir en los textos siguientes de nuestro colega tarmeño. Por eso nuestro orgullo es auténtico, ya que en el Perú, en la generación de narradores del 50, coincidimos con Rulfo por la sencilla razón de que habíamos observado la misma clase de aldeas serranas que padecían por entonces, y continúa padeciendo hasta ahora, en toda América Latina»

Carlos Eduardo Zavaleta

«Eleodoro en Acobamba» En: Revista La casa de Cartón N° 13, Lima, Departamento de Relaciones Públicas de Occidental Peruana, 1997 pp. 21-22 Director: Sandro Chiri Jaime

LA VOZ DE LO ANDINO EN LA NARRATIVA DE ELEODORO VARGAS VICUÑA

«El aliento lírico de la narrativa de Vargas Vicuña fue percibido por la crítica nacional desde la aparición de su primer libro Ñahuin, en 1953. Como lo ha dicho Wáshington Delgado, a diferencia de la narrativa de Arguedas o Alegría e inclusive de Zavaleta, Vargas Vicuña no muestra interés por los grandes relatos que muestran la vida indígena en su complejidad social, tampoco penetra en la psicología de los personajes ni en la construcción de variados caracteres individuales. Su método de construcción del relato es acumulativo y al mismo tiempo selectivo. Acumula y selecciona imágenes que no cabe sino llamar poéticas o líricas y a través de ellas penetra en los arquetipos, es decir en situaciones básicas universales. Así, en Ñahuin observamos la presencia de pares míticos fundamentales: vida, muerte; generación, nacimiento; siembra, cosecha; inundación, sequía.

El mundo literario de Vargas Vicuña expresa cabalmente una realidad agraria y mítica donde existe una armonía universal, cuya ruptura, aunque sea leve da lugar a la aparición de lo trágico. Vargas Vicuña recoge el habla singular del hablante peruano de la sierra cuando se expresa en castellano, pero, sobre todo, presenta el mito primordial del hombre, la vida y la muerte.»

Marco Martos

http://web.archive.org/web/20090415144951/http://www.educared.edu.pe/estudiantes/literatura/vicuna1.htm

APUNTES SOBRE «ESA VEZ DEL HUAICO» DE VARGAS VICUÑA

«Un sentido muy alerta del valor poético criba todo el relato, suprimiendo cualquier atisbo de explicitación discursiva, a la par que concentra, casi siempre por vía de construcciones elípticas, los significados que el texto produce. Aunque es imposible una definición concreta, es claro que en «Esa vez del huaico» lo poético es entendido genéricamente como expresión de contenidos subjetivos, actuantes inclusive cuando se trata de representar la materialidad del mundo, mediante un sistema de enunciados simples, con gran frecuencia incompletos o aislados, que sugieren e insinúan mucho más de lo que dicen. Lo poético es entonces, aquí, obra de concentración y síntesis, de esencialidad, que no acude casi nunca a la elaboración metafórica y prefiere acogerse a las resonancias inmersas en la simplicidad de un lenguaje punto menos que ascético.»

Antonio Cornejo Polar

LEXIS, Vol. V, Num. l. Julio de 1981 pp. 215-216

http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lexis/article/viewFile/4868/4867

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