MARÍA ELENA MOYANO, a 24 años de distancia

febrero 15, 2016 a las 10:51 pm | Publicado en Comentarios diversos, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 1 comentario
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María Elena Moyano

Bajó apurada de un vehículo acompañada de dos señoras que luego se apartaron discretamente. Curiosas guardaespaldas, pensé. Nuestra cita había sido concertada una y otra vez y recién podíamos reunirnos en una sala  gentilmente cedida por el Centro Flora Tristán. Tres meses y medio después moría destrozada.

De mediana estatura, muy esbelta y sencillamente bella. Mucho más de lo que aparecía en las fotos y pantallas de televisión. Y también mucho más frágil.

Ese día debía cumplir una serie de actividades en distintos lugares de Lima, fuera de Villa El Salvador, sin embargo, nuestra conversación concertada para una hora o algo más y para tratar sobre participación y educación ciudadana, se prolongó por cerca de tres horas en las que hablamos de muchos otros temas.

(Parte de la entrevista fue publicada en Socialismo y Participación N° 57 Revista del CEDEP Centro de estudios para el Desarrollo y la Participación. Lima,  marzo de 1992 p.1)

Un poco tensa al inicio de nuestra conversación, simpatizamos rápidamente y eso facilitó una entrevista marcada por tanta espontaneidad, transparencia y confianza que podría haberse pensado que nos conocíamos de mucho tiempo atrás.

Así recuerdo mi encuentro con María Elena Moyano en octubre de 1991. Recuerdo su casaca de cuero, su cabello corto que resaltaba el delicado cuello, la  voz resuelta de respuestas rápidas; su bello rostro de rasgos  definidos y  grandes ojos  negros de gran expresividad.

De ágiles ademanes,  años después he pensado que pude haberle preguntado si se daba tiempo para practicar algún deporte. Se la veía muy  dinámica. Lo que sí comentamos – entre otras muchas cosas, algunas de las cuales quedaron registradas en la entrevista – fue acerca del gusto por la vida, la gente y el baile. Y eso es especialmente significativo porque  me contó que en esos días recibía cotidianamente amenazas de muerte de parte de Sendero Luminoso contra ella y su familia.

En distintos momentos la vi estremecerse al mencionar el riesgo que corrían sus hijos.

Durante nuestra larga  entrevista, salpicada de anécdotas y mutuas reflexiones sobre el destino de nuestro país,   tocamos varias veces el tema de la violencia, el peligro y  las amenazas. Sin embargo, me dio la impresión de que, acostumbrada como estaba a las dificultades y los desafíos, y convencida del cariño de la gente de la CUAVES (Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador), guardaba la esperanza que sus enemigos no se atreverían a cumplir la  atroz sentencia.

Como dato curioso, el día de nuestro encuentro ella llevaba una Biblia y me contó que el día anterior se la había regalado un joven desconocido en muestra de solidaridad y admiración. Me confió que el gesto la había emocionado y por eso la llevaba consigo.

Cuando al finalizar nos estrechamos en un abrazo, quedé perturbada. Definitivamente no era una entrevista más. Rogué intensamente que no le ocurriera nada malo, y luego nos despedimos entre bromas y promesas. Ella, de invitarme a algún recital en Villa, y ambas, de seguir conversando, coincidiendo y discrepando. Sí, porque ante esta joven señora, inteligente y valerosa, se podía tener diferencias de enfoque pero era  indudable que se trataba de una mujer profundamente ética.

María Elena fue uno de esos seres humanos comunes y corrientes y sin embargo especiales, de corta vida y perenne presencia.

A 24 años de distancia, flores a su recuerdo y, otra vez, una oración por ella y por nuestra patria.

(Post en reiterado homenaje)

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