ALGUNOS ROSTROS DE ABRIL, MES DE LAS LETRAS EN EL PERÚ, CONMEMORANDO EL 23, DÍA DEL IDIOMA CASTELLANO

abril 23, 2014 a las 1:09 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura | 2 comentarios

En el Perú el mes de abril está dedicado a las letras  por  iniciativa del maestro y poeta Augusto Tamayo Vargas  quien  fomentara esta conmemoración desde finales de la década de los 50′.   La razón: la coincidencia de nacimientos y decesos de valiosos nombres de la literatura nacional   precisamente en el mes que  el mundo hispanohablante celebra el Día del Idioma, 23 de abril, por ser la fecha del fallecimiento de Don Miguel de Cervantes Saavedra.  En la actualidad, numerosas  instituciones vienen celebrando recitales, conferencias, congresos, etc.  Ocasión para recordar a  algunos  nombres:

Inca Garcilaso de la Vega, nació el  12 de abril de 1539, Cuzco  y  falleció  el  23 de abril de 1616, Córdoba, España

Inca Garcilaso de la Vega, nació el 12 de abril de 1539, Cuzco y falleció el 23 de abril de 1616, Córdoba, España

     

Flora Tristán-Leisne nació en París el 7  de  abril  de 1803

Flora Tristán-Leisne nació en París el 7 de abril de 1803

 

Abraham Valdelomar   Nació en la ciudad de Ica el 27 de abril de 1888

Abraham Valdelomar Nació en la ciudad de Ica el 27 de abril de 1888

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pedro Peralta y  Barnuevo   murió  en Lima  30 de abril de 1743

Pedro Peralta y Barnuevo murió en Lima 30 de abril de 1743

Carlos Augusto Salaverry Ramírez  falleció en París el 9  de abril   de 1891

Carlos Augusto Salaverry Ramírez falleció en París el 9 de abril de 1891

Carlos Oquendo de Amat, nació en Puno el 17 de abril de 1905

Carlos Oquendo de Amat, nació en Puno el 17 de abril de 1905

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

José Carlos Mariátegui   murió  en Lima  16 de abril de 1930

José Carlos Mariátegui murió en Lima 16 de abril de 1930

 

César Vallejo murió  en  París  El 15 de abril de 1938

César Vallejo murió en París El 15 de abril de 1938

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

José María Eguren  murió en Lima el 19 de abril de 1942

José María Eguren murió en Lima el 19 de abril de 1942

 

Jorge Eduardo Eielson nació  13 de abril de 1924  en   Lima

Jorge Eduardo Eielson nació 13 de abril de 1924 en Lima

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Recordamos también  otros valiosos  nombres  de la Literatura Peruana que nos dejaron  en  abril:  Pablo Abril de Vivero  murió  en  Montecarlo, 11 de abril de 1987;  Juan Gonzalo Rose falleció en Lima el 12  de  abril  de  1983; Eleodoro Vargas Vicuña murió en  Lima el 10 de  abril   de 1997; Carlos Eduardo Zavaleta  nos dejó el 26  de abril  de  2011.  Aquí  los  mencionamos ,  entre otros temas, en  un video de Andina , Canal On line :

Tags: Mes de las Letras  en Perú , Autores peruanos nacidos en abril ,  Escritores peruanos  fallecidos en abril

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CONGRESO INTERNACIONAL “POÉTICAS HISPANOAMERICANAS DE LOS SIGLOS XX y XXI. DE LA VANGUARDIA A LA POSMODERNIDAD” HOMENAJE A ESTUARDO NÚÑEZ HAGUE. Lima, Perú, del 21 al 23 de abril de 2014

abril 20, 2014 a las 6:41 pm | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Miscelánea, Noticias y demás... | 1 comentario

AFICHE - CONGRESO POÉTICAS HISPANOAMERICANAS DE LOS SIGLOS XX Y XXI

CONGRESO INTERNACIONAL “POÉTICAS HISPANOAMERICANAS DE LOS SIGLOS XX y  XXI. DE LA VANGUARDIA A LA POSMODERNIDAD”. HOMENAJE A ESTUARDO NÚÑEZ HAGUE. Lima, Perú, del 21 al 23 de abril de 2014

PROGRAMA

LUNES 21 DE ABRIL

Lugar: Casa Museo Ricardo Palma

10:00 a. m.

Inauguración a cargo de Marco Martos Carrera, presidente de la Academia Peruana de la Lengua

Mesa 1: 10:30 a. m.

1. «El encuentro con el Nuevo Mundo y las incitaciones poéticas de la extrañeza»

Pedro Lastra (Academia Chilena de la Lengua)

2. «Edición extraordinaria, a medio siglo de una polémica»

Alberto Varillas Montenegro (Academia Peruana de la Lengua)

3. «La generación poética de los ochenta: tradición y ruptura»

Plinio Chahín (Universidad Autónoma de Santo Domingo)

Mesa 2: Lugar: Instituto Raúl Porras Barrenechea, 4:00 p.m.

1. «La escritura/deseo en la poesía de Violeta Barrientos»

Judith Paredes Morales (UNFV)

2. «Paradigmas estéticos neovanguardistas en la poesía de Juan Gonzalo Rose»

Nora Fataccioli Rubio (UNFV)

3. «El sentimiento gótico en Las inmensas preguntas celestes (1992) de Antonio

Cisneros»

Elton Honores (UNMSM)

Mesa 3: 5:00 p. m.

1. «Poéticas regionales: una mirada a la poesía de los 80 (Medina, García y

Gavidia) en La Libertad (Perú)»

Gonzalo Espino Relucé (UNMSM)

2. «El epigrama como dispositivo de enunciación en la poesía de Ernesto

Cardenal»

Eduardo Lino Salvador (UNMSM)

3. «César Vallejo: la injusticia ante la ley»

Juan Paredes Carbonell (Universidad Nacional de Trujillo)

Mesa 4: 6:00 p. m.

1. «Una aproximación a la poética de la ficción vargasllosiana»

Jorge Valenzuela Garcés (UNMSM)

2. «Elogio de la danza de José Ruiz Rosas, una lectura interpretativa»

Henry Rivas Sucari (UNSA)

3. «Las posibilidades de la crítica literaria actual»

Miguel Maguiño Veneros (UNMSM)

MARTES 22 DE ABRIL

Lugar: Instituto Raúl Porras Barrenechea

Mesa 5: 4:00 p.m.

1. «Una aproximación a la ontología de la poesía de Jorge Eduardo Eielson»

Dennis Lazo Ramos (UNFV)

2. «La representación del paisaje rural peruano en la poesía de César Vallejo.

Una relectura de Trilce (1922)»

Alejandro Mautino Guillén (Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo)

3. «El hedor del mundo muerto en Arte de navegar de Juan Ojeda»

Segundo Castro García (Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo)

Mesa 6:  5:00 p. m.

Sonia Luz Carrillo.

Sonia Luz Carrillo.

1. «Poéticas urbanas: la voz de lo diverso en la poesía de mediados del siglo XX»

Sonia Luz Carrillo Mauriz (UNMSM)

2. «Blanca Varela y el Zen: un encuentro inevitable»

Milagros de Vivanco Castro-Mendivil (PUCP)

3. «Búsqueda y hallazgos en la poesía de Roger Santibáñez»

Sigifredo Burneo Sánchez (Universidad Nacional de Piura)

Mesa 7: 6:00 p. m.

1. «Ética estética: la poesía de Carlos Germán Belli»

Inmaculada Lergo (Universidad de Sevilla)

2. «Primera aproximación a la zoopoética hispanoamericana: los casos de

Vallejo, Cisneros y Pacheco»

Rita Rodríguez Rocha (UNMSM)

3. «El marxismo gótico en los manifiestos de Xavier Abril»

Christian Elguera Olórtegui (UNMSM)

 

MIÉRCOLES 23 DE ABRIL

Lugar: Instituto Raúl Porras Barrenechea

Mesa 8: 4:00 p. m.

1. «Innovación y ruptura del lenguaje estético: aplicaciones de recursos

vanguardistas en la poesía de Luis de Rodrigo»

Miguel Ángel Barreto Quiche (UNFV)

2. «Pensamiento decolonial en Choza y Vida de Efraín Miranda Luján»

Edith Pérez Orozco (UNFV)

3. «Posmodernidad e industrias culturales en la poesía de Oswaldo Chanove»

Richard Leonardo (UNMSM)

Mesa 9:  5:00 p. m.

1. «Celebración de Jorge Eduardo Eielson: de la escritura visual a la escritura rítmica»

Lorena García Pizarro (UNFV)

2. «Romualdo, arte de la palabra o poética de la vida»

Ricardo Falla Barreda (UNMSM)

3. «La poliacroasis y el referente prehispánico en “Alturas de Macchu Picchu” de Pablo Neruda»

Camilo Fernández Cozman (Academia Peruana de la Lengua)

Mesa 10: 6:00 p. m.

1. «La presencia de lo divino (Theos) en la temática de la poética

hispanoamericana del siglo XX y XXI»

Willy Palomino Castro (Universidad Peruana Unión)

2. «La antropofagia de Oswald de Andrade como opción decolonial: utopía y

vanguardia en América Latina»

Armando Alzamora (UNFV)

3. «Gonzalo Rojas, práctica y teoría poética»

Marco Martos Carrera (Academia Peruana de la Lengua)

Homenaje a Estuardo Núñez Hague

7:00 p. m.

1. «La teoría literaria contemporánea en el Perú: la labor pionera de Estuardo Núñez»

Carlos García Bedoya Maguiña (UNMSM)

2. «Valoración crítica del Panorama actual de la poesía peruana de Estuardo

Núñez»

Américo Mudarra Montoya (UNMSM)

3. Intervención de Rodrigo Núñez Carvallo

Ceremonia de clausura

8:00 p. m.

Marco Martos Carrera, presidente de la Academia Peruana de la Lengua

Brindis de honor

INAUGURACIÓN:

CASA MUSEO RICARDO PALMA

Dirección: General Belisario Suárez 189, Miraflores

 

PONENCIAS Y CLAUSURA:

INSTITUTO RAÚL PORRAS BARRENECHEA

Dirección: Calle Colina 398, Miraflores

Teléfono: 619-7000 anexo 6102

TAGS:  Congreso Poéticas Hispanoamericanas ,  Literatura Hispanoamericana Lima 2014 ,  Homenaje Estuardo Núñez Hague

‘LA SOLEDAD DE AMÉRICA LATINA’, en la voz de GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, 1982

abril 20, 2014 a las 12:38 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos | 1 comentario

García  Márquez

Fallecido  el 17 de abril, Gabriel García Márquez, el inolvidable narrador, el periodista, el ensayista, deja una obra  múltiple que, como se viene señalando,  le pone nombre a muchas realidades de América  Latina.  Desde 1982, cuando recibió el Premio Nobel, algunas  cosas cambiaron en esta parte del mundo. Sin embargo, muchas otras persisten;  y también  la  perspectiva desde la que son miradas  desde otras latitudes.    Como indispensable homenaje, releemos el texto de su discurso ante la Academia Sueca.

LA SOLEDAD DE AMÉRICA LATINA

Gabriel García Márquez
Discurso al recibir el Premio Nobel en 1982

Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.

Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. El Dorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.

La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.

Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.

De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.

Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.

Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.

No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.

América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.

No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.

Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.

Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: «Me niego a admitir el fin del hombre». No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.

Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.

Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las “Alturas de Machu Pichu” de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.

En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.

Aquí el discurso en su voz

TAGS: Gabriel Garía Márquez ,  La soledad de América Latina , Discurso de García Márquez, Nobel 1982  , Fallece  García Márquez

EL INCA GARCILASO DE LA VEGA, HIJO DE ISABEL CHIMPU OCLLO Y SU MUNDO

abril 13, 2014 a las 10:50 pm | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Creación, Documentos | 3 comentarios

Garcilaso

 

Con ocasión de haberse  recordado su nacimiento en el Cuzco , el 12   del presente mes  y a pocos días de conmemorarse la fecha de  su  muerte en Córdoba, España,  el  23  de  abril, transcribo  en su totalidad  un trabajo que expuse  en el Congreso  Internacional Las palabras de Garcilaso, realizado en Lima en abril de 2009, 

El Inca Garcilaso de la Vega, hijo de Isabel Chimpu Ocllo y su mundo

Desde su esmerada y autodidacta educación europea el Inca Garcilaso de la Vega rememora y presenta la función de Isabel Chimpu Ocllo y el entorno familiar materno en la formación de su visión de mundo. Estos son los principales aspectos que se abordan en la ponencia. 

Mg. Sonia Luz Carrillo Mauriz

UNMSM

Son innumerables las miradas que la obra del primer peruano en el decir de Mariátegui, aurora del espíritu americano en palabras del poeta Manuel Bandeira, ha suscitado a lo largo de los siglos y conciente de la envergadura de su abordaje lo que proponen las líneas que siguen es un acercamiento a algunos textos del Inca Garcilaso  de la Vega teniendo en consideración el peso de los acontecimientos y el registro del actor que los ha vivido.

Cada época establece el sentido de las preguntas  que produce el encuentro con un texto y  las  interrogantes  que animan esta  exposición giran en torno a quién habla en el texto,  desde dónde y, especialmente,  qué nos sigue diciendo a cuatro siglos de distancia, cuando persiste o se reformula la inquietud por lo que somos.

En primer lugar, los textos nos indican que habla un mestizo. El hijo  del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega llegado al Perú con Francisco Pizarro y que en 1538 se establece en el Cuzco. Y también, de muy señalada manera, en los textos habla el hijo de  Isabel Chimpu Ocllo, descendiente directa del Inca Túpac Yupanqui. En los textos encontramos la voz de quien nació en una realidad marcada por la guerra y el conflictivo, el 12 de abril de 1539, como fruto de una “relación de conquista”

“En el Cuzco nació una relación de conquista –difícilmente de amor- con una noble india, Chimpu Ocllo, sobrina de Huayna Capac y prima de Huáscar, de Atahualpa y del rebelde Manco Inca. Ella no hablaba castellano y, que sepamos, él no hablaba el runasimi. De esta unión nació un varón … a quien se le bautizó con el nombre de Gómez Suárez de Figueroa.” (Carrillo, Francisco 1996: 9)

Una relación que, años después, el Inca teñirá de orgullo al referir  las características de su filiación cuando en la Relación de Garcí Pérez de Vargas, precisa  respecto al padre:

El hijo tercero de Alonso de Hinestrosa de Vargas y de doña Blanca de Sotomayor fué Garcilaso de la Vega, mi señor y padre. El cual empleó treinta años de su vida, hasta que se le acabó, en ayudar a conquistar y poblar el Nuevo Mundo, principalmente los grandes reinos y provincias del Perú. Donde con la palabra y el ejemplo enseñó y doctrinó a aquellos gentiles nuestra santa Fe católica; y aumentó y magnificó la Corona de España tan larga, y rica y poderosamente, que por solo aquel Imperio que entre otros posee, la teme hoy todo lo restante del mundo.”

Acerca de la madre se encarga de señalar:

Húbome en una india llamada doña Isabel Chimpu Ocllo. Son dos nombres propios el cristiano y el gentil porque las indias e indios en común, principalmente los de la sangre real, han hecho costumbre de tomar por sobrenombre después del bautismo el nombre propio o apelativo que antes de él tenían. Y estáles muy bien por la representación y memoria de los nombres y sobre nombres reales que en sus majestades antiguas solían tener. Los cuales renombres no podía ponérselos nadie sino los de la sangre real, hombre e mujer, descendiente por línea de varón: y así se los ponen todos los que de ellos han quedado. Doña Isabel Palla Chimpu Ocllo fué hija de Huallpa Túpac Inca, hijo legítimo de Túpac Inca Yupanqui y de la Coya Mama Ocllo, su legítima mujer, y hermana de Huayna Inca, último Rey natural que fue en aquel Imperio llamado Perú.” (Inca Garcilaso Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas. B.A.E 1965: 12)

La posición del padre en el Cuzco -llegó a ser  corregidor en 1554 – permite al niño Suárez de Figueroa una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro en la Escuela de Mestizos de Juan Cuellar, donde aprende latín y religión cristiana. Un elemento formativo temprano que lo pone en contacto en la mesa paterna con “numerosos comensales españoles que proceden de varios lugares de América y relatan sus experiencias de Conquista”. (Rovira y  Mataix)

La disposición al estudio de parte de los jóvenes españoles y  mestizos son puestas en relieve por el Inca al reproducir las palabras  del  licenciado Cuellar, maestro de “Gramática y demás ciencias”: “Oh, hijos, qué lástima tengo de no ver a una docena de vosotros en aquella universidad de Salamanca”. (Garcilaso, 2do. Prólogo Historia general del Perú. 1996:202). Para Francisco Carrillo, efectivamente, la educación de estos jóvenes – abarcaba un amplio abanico de saberes y destrezas que – “los preparaba para altas posiciones en la sociedad en formación” y por eso estima que: “Estos mestizos nobles e instruidos podrían haber sido los dueños del Perú. Así lo pensaron varios de ellos” (Carrillo,  1996:15)

Guarda las cosas en el corazón

 Para el escritor, el mundo de  la madre será determinante para constituirse en paradigmático “primer peruano”. La cercanía que el mundo de Chimpu Ocllo le permite, con su reciente pasado y agobiado presente (“enajenado su imperio”) obrará poderosamente en la definición de rasgos particulares de quien sería un autor de alcance universal. Las experiencias y conocimientos que adquiere en la península de forma autodidacta serán luego pasados por el tamiz de lo adquirido en el trato íntimo con el mundo de la madre.

 Así, de los texto emerge la voz del heredero de una sociedad con alto grado de organización, con conciencia de continuidad histórica (no exenta de conflicto) y realizaciones culturales y materiales presentes en la memoria y actuantes en la vida cotidiana.  Señalada superioridad que otorga al gestor del texto la condición de intérprete privilegiado. En los  Comentarios Reales, leemos:

“Después de haber dado muchas trazas y tomado muchos caminos para entrar a dar cuenta del origen y principio de los Incas Reyes naturales que fueron del Perú, me pareció que la mejor traza y el camino más fácil y llano era contar lo que en mis niñeces oí muchas veces a mi madre y a sus hermanos y tíos y a otros sus mayores acerca de este origen y principio, porque todo lo que por otras vías se dice de él viene a reducirse en lo mismo que nosotros diremos, y será mejor que se sepa por las propias palabras que los Incas lo cuentan que no por las de otros autores extraños. Es así que, residiendo mi madre en el Cuzco, su patria, venían a visitarla casi cada semana los pocos parientes y parientas que de las crueldades y tiranías de Atahualpa (como en su vida contaremos) escaparon, en las cuales visitas siempre sus más ordinarias pláticas eran tratar del origen de sus Reyes, de la majestad de ellos, de la grandeza de su Imperio, de sus conquistas y hazañas, del gobierno que en paz y en guerra tenían, de las leyes que tan en provecho y favor de sus vasallos ordenaban. En suma, no dejaban cosa de las prósperas que entre ellos hubiese acaecido que no la trajesen a cuenta.”

La minuciosidad y eficacia del relato de las circunstancias en las que se producían las conversaciones dan cuenta de una voz narrativa típica del emigrado que fija en la memoria  un estado de cosas que quienes permanecen en el lugar suelen olvidar a tenor de la dinámica de la vida cotidiana.

“De las grandezas y prosperidades pasadas venían a las cosas presentes, lloraban sus Reyes muertos, enajenado su Imperio y acabada su república, etc. Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto, diciendo: »Trocósenos el reinar en vasallaje… « etc. En estas pláticas yo, como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban, y me holgaba de las oír, como huelgan los tales de oír fábulas.”

El narrador maduro recuerda al adolescente que ha tenido ya contacto con los hechos históricos y las realizaciones intelectuales registradas por la palabra escrita y por ello está en condiciones de hacer preguntas que emergen de la comparación.

 “Siendo ya yo de diez y seis o diez y siete años, acaeció que, estando mis parientes un día en esta su conversación hablando de sus Reyes y antiguallas, al más anciano de ellos, que era el que daba cuenta de ellas, le dije:

– Inca, tío, pues no hay escritura entre vosotros, que es lo que guarda la memoria de las cosas pasadas, ¿qué noticia tenéis del origen y principio de nuestros Reyes? Porque allá los españoles y las otras naciones, sus comarcanas, como tienen historias divinas y humanas, saben por ellas cuándo empezaron a reinar sus Reyes y los ajenos y al trocarse unos imperios en otros, hasta saber cuántos mil años ha que Dios crió el cielo y la tierra, que todo esto y mucho más saben por sus libros. Empero vosotros, que carecéis de ellos, ¿qué memoria tenéis de vuestras antiguallas?, ¿quién fue el primero de nuestros Incas?, ¿cómo se llamó?, ¿qué origen tuvo su linaje?,… El Inca, como holgándose de haber oído las preguntas, por el gusto que recibía de dar cuenta de ellas, se volvió a mí (que ya otras muchas veces le había oído, mas ninguna con la atención que entonces) y me dijo:

-Sobrino, yo te las diré de muy buena gana; a ti te conviene oírlas y guardarlas en el corazón (es frase de ellos por decir en la memoria).”

(Comentarios Reales. I Cáp. XV)

Y entre las cosas que el Inca guardará en su corazón está el sonido de la lengua materna, las características fonéticas del runasimi, específicamente en la forma cuzqueña (“de quien es mi intención hablar y no de las particulares de cada provincia que son innumerables”). En la Advertencia “Acerca de la lengua general de los indios del Perú”, precisa:

“Para que se entienda mejor lo que con el favor divino hubiéramos  de escribir esta historia, porque en ella hemos de decir muchos nombres de la lengua general… será bien dar algunas advertencias acerca de ella. La primera sea, que tiene tres maneras diversas de pronunciar algunas sílabas, muy diferente de cómo las pronuncia la lengua española, en las cuales pronunciaciones consisten las diferentes significaciones de un mismo vocablo: que unas sílabas se pronuncian en los labios, otras en el paladar, otras en lo interior de la garganta, como adelante daremos ejemplo donde se ofrecieren…”

Proceder del mundo que narra le permite ser exigente “intérprete de muchos vocablos indios” que los españoles “como extranjeros en aquella lengua interpretaron fuera de la propiedad de ella”. (Proemio). Se halla pues, en un lugar de privilegio, y no queda duda del orgullo con el que escribe:

“Para atajar esta corrupción me sea lícito, pues soy indio, que en esta Historia yo escriba como indio, con las mismas letras que aquellas tales dicciones se deben escribir; y no se les haga de mal a los que las leyeron ver la novedad presente en contra del mal uso introducido, que antes debe dar gusto leer aquellos nombres en su propiedad y pureza.” Advertencia acerca de la lengua general de los indios del Perú.”  (Comentarios Reales. Madrid, Cátedra, 1996 p. 140)

Ser partícipe de una cultura conlleva el conocimiento y ejercicio de gestos y ademanes. Un aspecto interesante de la relación con el mundo de su madre se registra en la segunda parte de los Comentarios al narrar un encuentro con Sayri Túpac, inca de Vilcabamba, hijo de Manco Inca II. Sayri Túpac llega al Cuzco al aceptar las propuestas del virrey Hurtado de Mendoza y se aloja en la casa de su tía Doña Beatriz donde acuden “todos los de su sangre real, hombres y mujeres, a besarle las manos y darle la bienvenida a su imperial ciudad”. Garcilaso, primo del Inca, recuerda  “Yo fui en nombre de mi madre a pedirle licencia para que personalmente fuera a besársela”. Garcilaso, joven de veinte años, representa a su madre en esta visita protocolar. El relato da cuenta de la consideración que el Inca Sayri Túpac profesa a su tía Isabel Chimpu Ocllo al punto de ofrecerle una visita personal. También de la simpatía que el conocimiento de las normas de cortesía inca suscita:

“Después me dio licencia para que me fuese, mandándome que le visitase muchas veces. A la despedida le hice adoración a la usanza de los indios, sus parientes, de que él gustó muy mucho y me dio un abrazo con mucho regocijo que mostró en su rostro.”

La relación con el padre aparece en el texto marcada de permanente admiración. Se sabe que vivió en la casa paterna, que en su adolescencia se convirtió en su secretario y que incluso luego del matrimonio de este, en 1549 con la española Martel, continúa viviendo a su lado. Sin embargo, el impacto que este matrimonio entraña se expresa en omisiones y ha dado lugar a múltiples interpretaciones: “comprendemos el golpe psíquico que significó para el él el matrimonio del padre a quien, por lo demás, siempre alabó y quiso. Los psiquiatras son muy agudos al analizar esta etapa de la vida del Inca.” (Carrillo 1996:16)

En torno al carácter de las uniones de españoles con mujeres nativas, Hugo Neira advierte que “pese a que hubo casos de matrimonios hispano-incas, estos fueron los menos. Predomina en “la familia” del conquistador, la barraganería señorial, el concubinaje. El mestizo fue un fenómeno social a gran escala.” Y cita a Rosemblat, quien estima  “hacia 1570, en el Perú (había) unos 100,000 mestizos, ante 38 mil blancos y 2 millones de indios.”

Los mestizos coloniales fueron muy pronto vistos como un peligro por los españoles mientras “por el lado indígena, como lo revela Guamán Poma, el mestizo es depreciado.” (Neira 1996: 76) Sin embargo, no parece haber sido el caso de nuestro autor tal vez por el hecho de ser fruto de la unión de un español con notoriedad y una princesa inca. En todo caso, a la muerte del padre es la pequeña herencia que recibe la que le permite emprender el viaje a la península.

La construcción del nombre propio y mestizo en España

Heredero del arrojo que sin duda acompañó a los conquistadores, a la muerte del padre en el Cuzco, en 1559, y con la madre casada con un modesto español, el Inca decide viajar a España. Para Francisco Carrillo, este viaje era “sin duda, su mejor opción para sobrevivir o para salir adelante”.  El 20 de enero de 1560 el Inca sale del Cuzco y luego de un recorrido por distintas localidades, el 4 de marzo se embarca en el Callao. Deja el Perú al que nunca volvería. Sin embargo, llevaba a la patria y su condición de  mestizo marcados a fuego.

“Salir adelante” en España entraña una serie de profundos cambios que incluye la forma de llamarse. Bautizado como Gómez Suárez de Figueroa, una vez en la península y por consejo de su tío y protector Alonso de Vargas y Figueroa, que lo acoge en Montilla, opta por el primer cambio: “Primera transformación apreciable y muestra del espíritu de adaptación al quedarse a vivir en Montilla” (Porras Barrenechea 1955: XV) y en 1563 firma Gómez Suárez de la Vega, una semana después aparece como Garcilaso de la Vega. (Carrillo, p.24). En 1570, año en el que pelea contra los moros de Alpujarras, añadirá a su nombre la palabra Capitán. En 1590, al publicar Diálogos de amor, libro con el que ganaría extendida consideración intelectual, se identifica como indio – a propósito, Vargas Llosa advierte que a veces se llama indio y otras, mestizo, “como si no hubiera en ellos (los términos)  una incompatibilidad manifiesta”).

Francisco Carrillo ilustra acerca de los pasos hacia la identidad que armoniza los dos mundos:

“En 1596, en un manuscrito con enmiendas de su propia mano, se llama “indio antártico” y firma Inga Garcilaso de la Vega y en 1600 en un documento oficial de Montilla se firma Garcilaso Inca de la Vega. En 1605 da como título a su libro La Florida del Inca. En la edición príncipe de los Comentarios Reales, 1609, incluye su propio escudo de armas con símbolos indios y españoles y con una clásica expresión ‘Con la espada y con la pluma’. Todo esto indica cierta inestabilidad, dudas, búsqueda de identificación, deseos de ascender en la sociedad española.” (Carrillo 1996:24)

En el nombre mestizo Edgar Montiel encuentra una actitud ética y política “Garcilaso asume el nombre de Inca Garcilaso de la Vega recuperando así un título de tradición materna y un nombre de lustre literario perteneciente a su ancestro paterno” (Montiel 2005: 10)

Un inmigrante en Montilla

Raúl Porras Barrenechea explica la situación del joven cuzqueño al asentarse en Montilla y las circunstancias que favorecerán su formación intelectual y posterior dedicación a la escritura: “Cuando Garcilaso llega a Montilla, huérfano, mestizo o indiano, tímido y con aire de adolescente/…/ “ingresa a ese pequeño mundo provincial en una situación dudosa e indefinida por su nacimiento y por su casta…porque es un mestizo nacido en Indias e hijo de un español y una india”.(Porras 1955: XIX – XXI). Sin embargo, es acogido generosamente por el tío quien no solo lo protege mientras vive sino al dotarlo de una herencia suficiente le otorga a futuro la tranquilidad económica necesaria para su posterior elevación intelectual.   A la generosidad de su mentor le debemos, en el decir de Porras, su imperecedera obra “Sin Alonso de Vargas los Comentarios Reales se hubieran quedado en proyecto y Garcilaso – que tendía más a las tareas de paz que a las de la guerra- hubiera tenido, para subsistir, que tonsurarse y ser capellán de algún hospital.” (Porras 1955: XXIII)

Aquí habría que mencionar la posibilidad que la vida en España le permitió de instaurar una tradición de perspectiva universalista en la literatura y la creación peruana y que cuenta con grandes herederos:

“…la actitud de mundializar los trabajos sobre asuntos aparentemente distantes de los acontecimientos peruanos tal es el caso del Inca Garcilaso (traducción de Diálogos de amor de León Hebreo) , de Espinosa Medrano (Apologético en defensa de D. Luis de Góngora) Peralta ( adaptando a Corneille,) o Mariátegui (En defensa del marxismo), Vallejo (Meditaciones al pie del Kremlin o Rusia 1931) Varga Llosa (de La guerra del fin del mundo), Leopoldo Chiappo (de Escenas de la Comedia), por citar algunos.” (Falla Barreda 1999: 56-57)

El mestizaje en el texto

“El logro extraordinario del Inca ocurre en el lenguaje: Es literario” (Vargas Llosa 2002) El sustrato inca en la versión del mundo de Chimpu Ocllo, la herencia del padre conquistador, la formación alcanzada en España, el pensamiento y el sentido del honor renacentista unido a la novedad de la mirada de hombre del Nuevo Mundo, son elementos con los que se  erige un estilo que es “síntesis magnífica, (de) la plasticidad y el vigor de lo español, la emoción íntima del indio, y la claridad y la tesura de los dulces modelos italianos” (Aurelio Miró Quesada. El Inca Garcilaso. En: Tamayo Vargas, Literatura Peruana, Tomo I  1993 p. 172).

La subjetividad del sujeto de la enunciación halla lugar en textos donde según Tamayo Vargas,

“…con facilidad el recuerdo se convierte en melancolía, la palabra equilibrada en una especie de protesta contra la realidad que lo golpea. Su misma actitud vacilante, ya algunas veces hacia su mundo indígena, ya a veces hacia sus antepasados españoles, establece una presencia de la angustia, del retorcimiento, pero generalmente se diluye en un magnífico concierto armónico de su perfeccionado estilo” (Tamayo Vargas 1992:173-174)

De otro lado, el mundo convulsionado por las guerras en el que transcurrió su infancia se hace opción discursiva, como anota  Mariátegui:”La épica medieval, que decaía en Europa en la época de la Conquista, encontraba aquí los elementos y estímulos de un renacimiento. El conquistador podía sentir y expresar épicamente la Conquista. La obra de Garcilaso está, sin duda, entre la épica y la historia.” (Mariátegui [1928] 1967:205)

La obra de Garcilaso (¿historia o  ficción?) aún provoca debate. Lo que ha alcanzado mayor consenso es su consideración como poderoso referente de lo peruano:

 “Literatura peruana con su argumentación teórica desarrollada a partir del reconocimiento de la singularidad del Perú, presenta un marco fundamentalmente histórico-reconstructivo a partir de arquetipos  como es el caso del Inca Garcilaso de la Vega, cuya vida y obra, por diversas líneas de pensamiento es mostrada como la empresa vital y artística de mayor envergadura de las realizadas en el Perú y América entre los siglos XVI y XVII.” (Falla Barreda 1999: 56-57)

En los textos del Inca Garcilaso de la Vega, habla el hijo de Isabel, vecina del Cuzco y del capitán llegado con Pizarro. Sus páginas plenas de memoria e imaginación entretejen el orgullo por las realizaciones  del Imperio llamado Perú, desde la perspectiva de la nobleza cuzqueña; nostalgia de lo vivido en la infancia y adolescencia y adquisiciones intelectuales europeas. Con talento, exigencia y sagacidad, el Inca conquista vastos espacios, construye un extenso lugar bajo el sol donde tiene cabida lo diverso y a cuatro siglos de distancia sigue aportando datos acerca de las fragilidades y  las potencialidades de lo que somos.

Referencias bibliográficas

 Carrillo, Francisco. Garcilaso, el Inca. Vida y obra. Lima, IIH, UNMSM, 1996.

Falla Barreda, Ricardo. Lo peruano en la literatura virreinal; el caso de Lima fundada de Pedro             de Peralta Barnuevo. Lima, Editorial San Marcos, 1999

Garcilaso de la Vega, Inca. Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas. Obras      completas, Tomo 1, Madrid, Biblioteca de autores españoles, Atlas, 1965, pp. 230 s.

            En: http://www.scribd.com/doc/11495728/Inca-Garcilaso-de-La-Vega-Genealogia-de-Garci-Perez-de-Vargas

Mariátegui, José Carlos. “El proceso de la Literatura”, Siete ensayos de interpretación de la      realidad peruana. Lima, Amauta, 11ma. Edición, 1967

Montiel, Edgard. “La genealogía del Inca Garcilaso”. En Identidades, Suplemento del diario El   Peruano, Lima, 03 de octubre, 2005

Neira, Hugo. Hacia la tercera mitad. Perú XVI -XX. Lima, SIDEA, 1996

Porras Barrenechea, Raúl. El Inca Garcilaso en Montilla (1561 – 1614) Lima, Instituto de Historia de la Facultad de Letras. Editorial UNMSM, 1955

Rovira, José Carlos y Mataix, Remedios. El Inca Garcilaso de la Vega. En:             http://www.cervantesvirtual.com/bib_autor/garcilaso/index.shtml

Vargas Llosa, Mario. “El Inca Garcilaso y la lengua general” En. Biblioteca Cervantes. Archivo             digital: http://www.cervantes.de/nueva/de/biblioteca/archivo-        digital/pdfs/el_inca_garcilaso_y_la_lengua_general.pdf Enero 2002

Tamayo Vargas, Augusto. Literatura Peruana, Lima, Peisa, 1992

 Lima, abril de 2009

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