AL PIE DEL ORBE. VALLEJO Y EL COSMOPOLITISMO
julio 4, 2016 a las 12:11 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Creación, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | Deja un comentarioEtiquetas: césar vallejo, Cosmopolitismo, Poesía peruana, Vallejo y el arte universal
Captura de un filme donde Vallejo aparece junto a Antonio Machado en 1937. Revista Velaverde
ESCRITURA Y PENSAMIENTO, revista de la Unidad de Investigaciones de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, publicó en su N° 36, año XVIII, enero -junio 2015, este trabajo de mi autoría que ahora comparto en su totalidad.
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AL PIE DEL ORBE. VALLEJO Y EL COSMOPOLITISMO
Mg. Sonia Luz Carrillo Mauriz
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Resumen
El arco magnífico de la poesía de César Vallejo, ciudadano del orbe, desde sus inicios hasta sus últimos textos, se va ensanchando desde la base de una moral de la fraternidad y la ciudadanía múltiple. El propósito de estas líneas es indagar la forma en la que su poética va abriéndose a visiones, referencias y temas cada vez más complejos, asumiendo diversos aportes, hasta construir un mundo creativo de excepcional compromiso cósmico. En momentos en los que reaparecen sentimientos y actitudes exclusivistas o de identidades excluyentes, es necesario esrtudiar la presencia de los rasgos cosmopolitas en la obra de nuestro autor.
César Vallejo / Cosmopolitismo / Poesía de César Vallejo / Vallejo y el arte universal
Para esta búsqueda partimos de la noción de cosmopolitismo en tanto la capacidad de apropiación de lo universal y diverso por parte de los creadores que no solo conservan lo propio sino que, potenciándolo, logran hacer ingresar lo particular y propio al acervo mundial.
Una definición útil en este abordaje literario es la expresada por Guy Scarppetta en Eloge du cosmopolitisme (1981) citado por Carlos Guillén Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada. (Guillén 1985: 425) al referir que se trata de “La insubordinación de la literatura ante los orígenes, los mitos, los arquetipos, las ataduras radicales.”
En este punto, es necesario recordar que el afán cosmopolita hunde sus raíces en el pensamiento humanista y está presente en la noción de los derechos humanos, la convivencia en paz entre individuos de diversa procedencia, base de una moral de la fraternidad.
Ser cosmopolita
Del griego cosmos (mundo, universo, orden) y politis (ciudadano), como señala Francisco Andrés Santos (2007) “en los últimos años ha venido ganando nuevo peso entre muchos pensadores políticos el viejo ideal en torno al «cosmopolitismo», como un ideal por el cual todos los seres humanos, con independencia de sus diferencias de estatus y pertenencias políticas, deben ser considerados como miembros de una sola comunidad ético-política, la «comunidad de todos los seres humanos»
Si nos atenemos a la definición de individuo cosmopolita tenemos “Dicho de una persona que considera todos los lugares del mundo como patria suya.” Ampliando el sentido se puede asumir que un escritor cosmopolita es aquel capaz de plasmar en su obra las vicisitudes de un ciudadano de todas partes, un creador pleno de sentimiento de universalidad.
Julia Kristeva, respondiendo en una entrevista dada al diario La Nación de Argentina en noviembre de 2011, ilustra la condición cosmopolita de un escritor al precisar: «Soy una ciudadana europea, de origen búlgaro, de nacionalidad francesa, que se considera una intelectual cosmopolita»,. Luego, enfatiza la importancia de los desplazamientos, el exilio voluntario o impuesto por las circunstancias, en el arribo a una postura cosmopolita, al señalar que el exilio “es el motor de una incesante indagación”.
Sin embargo, no siempre el término cosmopolita gozó de consenso. Si nos atenemos a lo referido por Roland Barthes (1953) en El grado cero de la escritura cuando hablando de la “Escritura política”, encontramos la connotación que el stalinismo le atribuyó:
“Ligada a una acción, la escritura marxista se hizo rápidamente, de hecho, un lenguaje de valor. Este carácter,… invadió completamente la escritura stalinista triunfante. Ciertas nociones, formalmente idénticas y que el vocabulario neutro no designaría dos veces, están escindidas por el valor, y cada lado se une a una palabra distinta: por ejemplo, “cosmopolitismo” es la palabra negativa de “internacionalismo” (Barthes 1997)
En torno a este punto, es interesante constatar, una vez más, la postura independiente de algunos creadores como es el caso de José Carlos Mariátegui, como lo refiere, por ejemplo, Federico Álvarez: “En el campo teórico literario el eclectismo de Mariátegui se evidencia en su concepto positivo de lo cosmopolita” (Álvarez 2002: 176). El citado autor explica:
“En el siglo XX lo cosmopolita adquirió un matiz peyorativo al ser contrapuesto con los movimientos políticos populares con la identidad nacional. El marxismo ruso lo convirtió en epíteto insultante, no pocas veces relacionado con el eclectismo y de allí pasó con igual sentido al marxismo europeo occidental… Sin embargo, de vuelta a América, retomó su intención progresista. Mariátegui dividió la literatura del Perú y en definitiva la de toda América Latina en tres etapas: colonial, cosmopolita y nacional y definió como cosmopolita “aquella que asimila simultáneamente elemento de diversas literaturas extranjeras”. Y según Mariátegui, es González Prada quien inicia la transición de la literatura colonial a la cosmopolita. Y así llegan de la mano de Eguren y Valdelomar las influencias parnasianas, simbolistas, d’anunzianas y wildeanas” (Álvarez 2002:178)
Como se recuerda, Mariátegui (1928) ubica a Vallejo en el periodo Nacional, sin embargo, es conocida la adhesión del poeta a González Prada a quien dedica “Los dados eternos”: Y por otro lado, para Mariátegui, “El primer libro de César Vallejo, Los Heraldos Negros, es el orto de una nueva poesía en el Perú. (Mariátegui 1965: 268)
Más adelante, el propio Mariátegui, al ponderar el surgimiento del indigenismo y la superación del colonialismo, señala:
“Nos vienen, de fuera, al mismo tiempo, variadas influencias internacionales. Nuestra literatura ha entrado en su período de cosmopolitismo. …Por los caminos universales, ecuménicos, que tanto se nos reprocha, nos vamos acercando cada vez más a nosotros mismos.” (Mariátegui 1967: 304-305)
Tempranamente, al pie del orbe
Desde los primeros poemas de Los heraldos.. (1918) la influencia del Modernismo en la poesía de Vallejo es notable y ha sido ampliamente documentada. Las referencias, los recursos de estilo y los vocablos denotan los rasgos del cosmopolitismo, preciosismo y notas de exotismo caros al movimiento rubendariano. Son muchos los ejemplos que se pueden citar. Aquí, en “La voz del espejo” la voz poética aludirá a “La luz azul que alumbra y da el ser al cardo” y más adelante “Van al pie de brahacmánicos elefantes reales, / y al sórdido abejeo de un hervor mercurial/ parejas que alzan brindis esculpidos en roca”.
Las referencias se hacen cada vez más distantes, como en “Santoral” cuando se alude a “Viejo Osiris! Llegué hasta la pared enfrente de la vida” y luego al nombre de un rey asirio “Sardanápalo. Tal, botón eléctrico/ de máquinas de sueño fue mi boca”.
Para Washington Delgado (2009)
“Los heraldos negros de César Vallejo, se inscribe todavía dentro del modernismo, aunque…no totalmente: hay ya indicios de separación o divorcio, a veces leves, a veces marcados. Las influencias de Darío, de Lugones, o de Herrera son claramente perceptibles: abundan los versos con sílabas contadas, las estrofas rimadas, las referencias cosmopolitas, los refinamientos verbales. También son perceptibles las irregularidades métricas, los prosaísmos, la aspereza melódica” (Delgado 2009:45)
La ruptura del modernismo se hace patente en Trilce (1922). Los poemas muestran las formas de la vanguardia y sus recursos de experimentación verbal; así la expresión se fragmenta, se modifican las palabras y los versos adquieren autonomía respecto al conjunto: “Nombre Nombre/ ¿Qué se llama cuanto heriza nos/ Se llama Lomismo que padece/ nombre nombre nombre nombre”. (II)
El vanguardismo, vasto en búsqueda de nuevas formas para las nuevas realidades, involucra a artistas de diferentes especialidades y define su carácter cosmopolita al erigir una estética que, rompiendo con el racionalismo, aspira a crear un lenguaje de dimensiones universales.
El poema “XV” de Trilce, cita al escritor francés Daudet, y pone de manifiesto la transposición de tiempos en una visión cinética:
“Has venido temprano a otros asuntos/ y ya no estás. Es el rincón/ donde a tu lado/ leí una noche/ entre tus tiernos puntos/ un cuento de Daudet. Es el rincón/ amado. No lo equivoques”
Respecto a este poema, el poeta Xavier Abril (1980), en su Exégesis trílcica advierte “la indiscutible influencia mallermeana”. En el prólogo puntualiza: “En mi primer ensayo acerca de Vallejo (1958) estudié algunos de los puntos fundamentales de Trilce: el espacio, el tiempo, el número, el habla, así como el influjo idiomático quevediano y el estético propio de Mallarmé.” Luego explica:
“…la llegada a Lima del número de la revista Cervantes, de Madrid, del mes de noviembre de 1919, que contenía el poema de Mallarmé (“Una jugada de dados jamás abolirá el ocaso”) debe haberse producido en diciembre del mismo año o, a lo sumo, en enero de 1920. La asimilación, por parte de Vallejo, de sus principios estéticos y programáticos, no fue, desde luego, instantánea sino lenta, penetrante, segura… En efecto, la aplicación de los fundamentos teóricos mallarmeanos a Trilce, descubre a su autor la sagaz actitud de mesura, de cálculo, que le orienta hacia el feliz remate de una estética diferenciada y superadora de la precedente.” (Abril 1980:17-18)
Los motivos de la cultura occidental apropiados y recreados pueblan los versos de esta obra admirable publicada en 1922, el mismo año en que se publica Ulises de Joyce, La tierra baldía de Elliot, las Elegías de Duino y Anabase de Saint John Perse y los Sonetos a Orfeo de Rilke.
“¿Por aquí estás, Venus de Milo?/ Tú manqueas apenas pululando/ entrañada en los brazos plenarios/ de la existencia/ de esta existencia que todaviiza/ perenne imperfección” (XXXVI)
Trilce, es exponente de la presencia de la vanguardia en la poesía peruana. Y. precisamente, una de las características de la vanguardia es su carácter cosmopolita, el registro en la creación literaria de las circunstancias surgida en las urbes. En Trilce encontramos las angustias y las faltas de sentido de las urbes y la falta de sentido de la propia existencia.
La estancia europea
El 17 de junio de 1923, Vallejo parte a Europa y el contacto con la realidad de grandes urbes será fuente de exaltación, de desilusión y también oportunidades de expansión vital y creativa. Como anota Carlos Batalla (2012) va “con un sueño rondándole la cabeza: ser un ciudadano del mundo. Su llegada a París, Francia, el 14 de julio de ese año, marcó un punto de quiebre no solo en su poesía sino también en su visión de la vida y del mundo que le rodeaba.”
“Se convirtió, sin advertirlo, en un voyerista de sus contemporáneos. Disfrutó de su libertad y de un compañerismo internacional que nunca hubiese podido vivir en el Perú. Apreció teatro moderno, se vinculó con académicos, conversó con los vanguardistas y visitó la naciente URSS, a donde viajó con el entusiasmo del idealista que nunca dejó de ser”.
Acerca de esa etapa, Américo Ferrari (1968) recuerda: “Durante los primero años de su estancia en Europa, Vallejo escribe poca poesía, pero va madurando en sí la substancia de lo que más tarde serán los Poemas Humanos”. Y tenemos que añadir que también Poemas en Prosa. Para Georgette de Vallejo la producción de estos textos tendría que haberse realizado entre 1923-24 y 1929 (de Vallejo 1968: 490).
No olvidamos que el primer texto de Poemas en prosa se inicia “Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande”. Este conjunto también registra el deslumbramiento ante la compleja realidad urbana. En “Hallazgo de la vida”, leemos:
“Señores! Hoy es la primera vez que me doy cuenta de la presencia de la vida…
Nunca, sino ahora, ha habido vida. Nunca, sino ahora, han pasado gentes. Nunca, sino ahora, ha habido casas y avenidas, aire y horizonte.
…Nunca, sino ahora, supe que existía una puerta, otra puerta y el canto cordial de las distancias.”
En 1925, luego de mil vicisitudes, Vallejo empieza a trabajar en una agencia de noticias y posteriormente obtiene una beca para estudiar Derecho en la Universidad de Madrid, sin embargo, al no tener obligación de permanecer en esa ciudad, siguió viviendo en París desde donde enviaba sus colaboraciones periodísticas. Con esa subvención, más los ingresos por concepto de artículos, Vallejo se establece en el antiguo Hotel Richelieu en la calle Molière, muy cerca del Teatro de la Comedia Francesa y de la plaza del Palais Royal. Etapa de intenso aprendizaje con frecuentes visitas a exposiciones, conciertos, y cafés. Vida parisina que le permite conocer, entre otros artistas a Antonin Artaud, Pablo Picasso y Jean Cocteau.
El poeta peruano Jorge Nájar – quien reside desde hace más de treinta años en París, donde ha ejercido la docencia y escrito varias obras, entre ellas Vallejo y la célula non plus ultra – en el documental de la serie Ruta Cervantes, “Ruta Vallejo”, afirma “Tengo la convicción de que el mejor poeta de todos los vallejos, porque existen varios, es el Vallejo parisino, el poeta francés para decirlo de manera más amplia”. Luego explica el porqué de su aseveración:
«Toda la poesía, aparte de España aparta de mí este cáliz, quedó de una manera que él no había terminado de organizar pero los poemas son tan fuertes que cualquier organización hace resaltar la poderosa voz, la inmensa compenetración con el drama humano y todo eso ocurrió por su vida parisina. No sé qué hubiera ocurrido de quedarse en Lima, en Trujillo o en Santiago de Chuco. A lo mejor, hubiera sido un poeta notable pero no tan revolucionario como el que terminó siendo” (Nájar 2011)
El año 1926, Vallejo publica en Favorables París Poema, (París, 1926, Nº 1), la revista que fundara con Juan Larrea, un artículo titulado “Poesía nueva”. Se trata de la exposición de una poética que tiene las huellas de la reflexión acerca de la expresividad de lo que llama una “sensibilidad realmente nueva”:
“Los materiales artísticos que ofrece la vida moderna, han de ser asimilados por el espíritu y convertidos en sensibilidad. El telégrafo sin hilos, por ejemplo, está destinado, más que a hacernos decir «telégrafo sin hilos», a despertar nuevos temples nerviosos, profundas perspicacias sentimentales, amplificando videncias y comprensiones y dosificando el amor: la inquietud entonces crece y se exaspera y el soplo de la vida, se aviva. Ésta es la cultura verdadera que da el progreso; éste es su único sentido estético, y no el de llenarnos la boca con palabras flamantes. Muchas veces las voces nuevas pueden faltar. Muchas veces un poema no dice «cinema», poseyendo, no obstante, la emoción cinemática, de manera obscura y tácita, pero efectiva y humana. Tal es la verdadera poesía nueva.”
En esta nueva poética, Juan Paredes Carbonell encuentra, por ejemplo, la transposición a la poesía de la estética de Pablo Picasso:
“Como se sabe, el cubismo picasiano desarticula el ser, el objeto y lo recompone buscando una nueva sintaxis, un reordenamiento de las partes, hasta lograr un efecto distinto al que produce la figura convencional. Es lo que Vallejo hace en Poemas humanos, en base a metonimias y sinécdoques…en la praxis de la creación poética, Vallejo diría lo siguiente: ‘Un hombre pasa con un pan al hombro/ ¿Voy a escribir después sobre mi doble? Y versos más adelante mostraría este transtexto de trazo indudablemente picasiano: ‘Un paria duerme con un pie a la espalda ¿Hablar después a nadie de Picasso?” (Paredes 2009: 170-171)
El contacto con el arte occidental es fundamental para el poeta en su visión del arte y su relación con los públicos. De otro lado, la admiración al pintor del Guernica queda confirmada, cuando en una crónica, reunida junto a otros notables textos periodísticos, recogida en una selección del maestro Jorge Puccinelli (1987) y también citada por el poeta Winston Orrillo (2009) dice:
“Las obras de Picasso y sus amigos, al igual que las maravillas del Renacimiento, pasarán a la categoría de celebridades, no por haber descendido al grueso público sino por haberlo educado hasta hacerle ascender hacia ellas y por encerrar, en sí, un ritmo cósmico” (Vallejo, desde Europa. Crónicas y artículos 1923-1038) Lima, editorial fuente de cultura peruana, 1987. Edición de Jorge Puccinelli, p. 298)
Este “ritmo cósmico” y la esperanza en el futuro es puesto en relieve por Américo Ferrari en el Prólogo de la Obra poética completa (1968), al referirse al “Himno a los voluntarios de la República”, señala:
“En esta invocación de la sociedad del futuro se precipitan todos los motivos profundos, los sueños, las intuiciones originales de la poesía de César Vallejo… Este mundo soñado en que hablarán los mudos y los tullidos andarán, en el que no habrá muerte (“solo la muerte morirá”) representa la victoria del Bien absoluto sobre el mal; el ideal social de Vallejo arraiga hondamente en su sentimiento ético y metafísico de la vida”
Acerca del desarrollo temático a lo largo de la creación vallejiana, Ferrari advierte algunas líneas:
“… van surgiendo, una tras otra, todas las grandes obsesiones: la eternidad , y por consiguientes, en filigrana, el tiempo (“la unidad sencilla, justa, colectiva, eterna”); el amor, que el poeta seguirá asociando con el alimento (“se amarán todos los hombres/ y comerán…y beberán”) ; … y finalmente, tres motivos centrales: la abolición de la muerte, la realización del hombre en el trabajo, y la comprensión universal: “Comprenderán todos los hombres”. Vallejo vuelve a plantear, al fin de su obra, la cuestión mayor de su poesía, la que aparecía en el umbral de Los heraldos negros: Comprender. Aquí el tono afirmativo deja traslucir la gran ansiedad ante el problema del conocimiento y del saber que no habrá abandonado nunca a Vallejo durante los veinte años transcurridos entre Los heraldo negros y España aparta de mí este cáliz” (Ferrari 1968: 45-46)
Julio Vélez (1993:90) por su parte, al considerar que “unas breves pinceladas en las modernidades cosmopolita e insular pueden ayudarnos a valorar en su justa medida la aportación teórica vallejiana de la “Estética del trabajo”, precisa: “Al hablar de trabajo como sujeto poético, lo estoy entendiendo al modo vallejiano y no económico”. Luego cita como “unidad de los hombres con la naturaleza” a los poemas: “Un hombre pasa con un pie al hombro”, “Gleba”, “Parado en una piedra”, “Telúrica y magnética”, “Considerando en frío”, entre otros.
Otra manifestación del diálogo de la poética de Vallejo con la obra de otros grandes creadores, es por ejemplo, el que se produce con Charles Chaplin, como señala Natalia Gómez (2008):
“A partir de 1925, año en el que Vallejo empieza sus colaboraciones en Mundial, el escritor peruano escribe con asiduidad reseñas sobre el cine y el teatro. Entre estos artículos, Vallejo denota un especial interés en el trabajo de Charles Chaplin. Esta admiración por el cineasta británico ya ha sido mencionada en ensayos de Xavier Abril, Armando Bazán, Jean Franco, Juan Larrea, Guido Podestá, Roberto Armiso y más recientemente en Víctor Fuentes. Todos los críticos coinciden en señalar que la influencia del director cinematográfico queda patente en la obra póstuma vallejiana y sobre todo en Poemas humanos.” (Gómez 2008)
Efectivamente, en “Me viene, hay días una gana ubérrima” es posible hallar el amor humanísimo hecho tierna ironía, en imágenes que recuerdan el humor de Charlot:
“…y, viniendo de lejos, da ganas de besarle / la bufanda al cantor,/ y al que sufre, besarle en su sartén, / al sordo, en su rumor craneano, impávido; / al que me da lo que olvidé en mi seno, / en su Dante, en su Chaplin, en sus hombros. // Quiero, para terminar, / cuando estoy al borde célebre de la violencia / o lleno de pecho el corazón, querría / ayudar a reír al que sonríe, / ponerle un pajarillo al malvado en plena nuca, / cuidar a los enfermos enfadándolos”
Respecto a la mención de Dante Alighieri, no puedo dejar de mencionar la interpretación del maestro Leopoldo Chiappo de este poema:
“Dante es la grandeza que está en cada hombre… la capacidad de vivir desde sí mismos, desalienados…//Dante en el poema de Vallejo adquiere una doble significación: la personal, el poeta; la universal, todos los hombres. Dante y Vallejo, Vallejo y Dante, dos cumbres de la verdadera humanidad” (Chiappo 1993: 151-152)
¿Cuánto ha cambiado a Vallejo la vivencia europea? El 27 de octubre de 1929, escribe, desde Niza, a su hermano Néstor Vallejo:
“Después de hacer un giro por las principales capitales europeas, te escribo estas cuatro líneas desde Niza en vísperas de volver a París… Es muy probable que el año entrante vuelva a Perú. Antes voy a publicar cuatro libros sobre temas y con orientaciones emanadas de mi experiencia y de mi vida transcurrida en siete años de ausencia de América. He cambiado mucho: en moral, en conducta, en ideas y hasta físicamente. Gentes que vienen del Perú me dicen que no soy ni sombra de lo que era ahí” (Vallejo Correspondencia 2011: 280)
Acaso Vallejo pierde en sus múltiples contactos rasgos de identidad? No lo creemos si como afirma Tzvetan Todorov:
“todo individuo participa de identidades múltiples y toda identidad está sujeta al cambio… No hay nada más desolador que ver a los individuos encerrarse a sí mismos… // La identidad tiene como paradoja que designa a la vez nuestra unicidad (como en los documentos de identidad) y nuestra universalidad (como en la identidad humana). (Todorov 2011)
Concluyendo, podemos decir que el arco magnífico de la poesía de César Vallejo, ciudadano del orbe, se ha ido ensanchando en base a una moral de la fraternidad; su ciudadanía múltiple, únicamente reconoce los límites del amor fraterno y universal y el abrazo masivo, de todos los hombres y mujeres de la tierra.
Fuentes
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Foto tomada de la Revista Velaverde
http://www.revistavelaverde.pe/buscando-a-cesar-vallejo/
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