VENEZUELA, CHÁVEZ Y LA LIBERTAD DE DISENTIR

junio 1, 2007 a las 12:06 pm | Publicado en Comunicación y Cultura | 2 comentarios

chavez.jpg Un importante análisis de Antonio Pasquali ex Subdirector General responsable del Sector de la Comunicación  de UNESCO-  introduce equilibrados y sólidos argumentos para abordar el tema del cierre de RCTV.  Sin desconocer otras posiciones , me permito reproducirlo en su totalidad seguido de algunas opiniones que este  estudioso de la comunicación y la cultura contemporánea ha venido difundiendo en años recientes.

Dictadura
 

Antonio Pasquali

Domingo, 27 de mayo de 2007

En materia de RCTV más vale ser crystal clear, como diría un político inglés.Entre 1960 y 2000, el duopolio televisivo de los Canales 2 y 4 no estuvo a la altura (es lo menos que puede decirse) del gran despegue democrático y educativo-cultural del país. Se extralimitó en programas norteamericanos, cartelizó el mercado publicitario, hostigó proyectos reformistas e impidió que la radiotelevisión pública, la cenicienta de nuestro entorno mediático, llegara a ser – como hubiese podido – lo que el Sistema de Bibliotecas, con Virginia Betancourt, o la música, con José Antonio Abreu. En 1998 puso en ridículo el sistema parlamentario y en abril 2002 aupó y estragó, con su Carmona en la manga, una victoriosa jornada democrática, para terminar jorobando en la Coordinadora. De todo esto hay que guardar buena memoria.

Sin embargo, el daño democrático que la autocracia infiere hoy al país al arrebatarle una concesión de 53 años a RCTV – a un lustro de los hechos citados y sin haber mediado acción jurídica alguna, justo para volarse manu militari la voz más estentórea de la disidencia– convierte aquellos viejos y endémicos males, sin excusarlos, en algo finalmente más leve que su mortal remedio.

Pese a que Chávez lo niegue con sospechosa insistencia, ese arrebatón persigue fines de clara inspiración cubana: hacer del Estado el emisor padrote del país, rodeado (es la variante criolla) de eunucos políticos para una ficción de pluralismo.

Su estrategia hegemónica se soporta en el sobredimensionado aparato mediático gubernamental totalmente entregado a la intoxicación ideológica, el odio de clase y la demonización de la oposición con, en la cúspide, el mismo autócrata (un caso único de priapismo comunicacional) predicándole la pauta al país por más de dos horas diarias. Incluye, paralelamente, un debilitamiento progresivo de la libertad de comunicar de la oposición vía amenazas, ley Resorte, bozal publicitario, compras, multas, retiros de concesión, una lluvia de violaciones a la libertad de expresión (150 al año), espadas de Damocles fiscales y policíacas inductoras de autocensura y aquiescencias.

El cierre de RCTV representa casi la coronación de esa escalada demoledora, amputa despóticamente una porción demasiado grande de la libertad de disentir (“un derecho que la ley misma no puede prohibir” decía la Constitución de Angostura de 1819) generando una peligrosa merma de pluralismo y circulación de opiniones encontradas; un daño irreparable a la democracia imperfecta que queremos proteger de una dictadura perfecta.

Chávez logra con ello su objetivo primario: eliminar el más fuerte competidor a su prepotencia mediática como voz del amo única, reservándose por si acaso un rol plenipotenciario sobre la sucesora y gubernamental Teves, (podrá suprimirla de un ademán) cuya dirección confía a un ex funcionario de Radio Habana y denomina “de servicio público” por mera estafa semántica.

RCTV no fue un dechado de virtudes republicanas, ni su estilo opositor del agrado de toda la disidencia, pero merecía sobrevivir por otra razón de peso que un enemigo de alguna hidalguía le hubiese reconocido: la coherencia de su antichavismo – magnificada por la repugnante voltereta de su ex socio de duopolio – que le había devuelto un aura de credibilidad, decencia y democraticidad digna de reconocerse.

Pero el militarismo es una peste política. Nada sabe de fair play, sólo cavila cómo matar al rival. Chávez, el amnistiado que nunca concede amnistías, sale de este episodio muy mal parado como estadista y como persona. A partir de mañana habrá más dictadura en los medios y demás esferas del poder.

OPOSICIÓN= ENEMIGO A DESTRUIR

27 de junio, 2006

«En la historia de los medios radioeléctricos nacionales hay un antes y un después de Chávez.

Antes: una poderosa radiotelevisión privada y comercial acapara el 95% de la audiencia; el resto es para un «servicio público» reducido a un modestísimo Canal 8 y una Radio Nacional que no llega ni a Los Teques.

Ahora: una radiotelevisión privada y comercial yugulada por una totalitaria Ley Resorte y la subsiguiente autocensura (eliminó el 50% de sus programas de opinión), convive con un «sector público» agigantado, con tres Canales nacionales de TV (el 8, ANTV y VIVE TV) más uno internacional TELESUR, y tres emisoras radiales (una para la juventud) repotenciadas, sin contar con todo lo que el régimen transmite de pago por incontables emisoras privadas y su imponente enjambre, antes inexistente, de medios impresos.  

El esquema asimétrico del «antes» llegó a su momento de paroxismo el 11.04.2001 con la simbólica y celebérrima doble pantalla en que tenían su enfrentamiento final los dos grandes manipuladores mediáticos del país: los amos del valle y el gobierno.

Chávez juró que aquello no se reproduciría más, y fabricó el «después». Pero no fue un “después” de libertades, sino de esclavitud añadida.  

Chávez hubiera pasado a la historia de los medios, cuando menos a los de América Latina, si en lugar de dejarse llevar por el resentimiento y la venganza sumadas a la peor ignorancia en la materia (lo del “gran comunicador” es una payasada), hubiese enfrentado al sector privado con lo único que él teme de verdad: un gran servicio radiotelevisivo público de altísima calidad y altísima credibilidad informativa (una BBC criolla, para entendernos), que le hubiese quitado en poco tiempo la mitad de la audiencia…y de las cuentas publicitarias.

¡A eso sí le tienen terror los concesionarios privados!, y eso le hubiese asegurado a su gobierno un halo de simpatías nacionales e internacionales (tendríamos aquí a todos nuestros vecinos aprendiendo cómo funciona la fórmula), le hubiese asegurado a los venezolanos – finalmente – una buena radiotelevisión, y hubiera finalmente obligado al concesionario a mejorar su calidad o perecer. ¡Puro círculo virtuoso pues, pura ganancia!

El esquema finalmente adoptado fue el peor posible: fortalecer el “sector público” para saturarlo de mensajes ideológicos gubernamentales hasta niveles de intoxicación y blindándolo contra participaciones pluralistas, conferirle con Telesur una dimensión internacional perdedora de entrada, acallar y hostigar permanentemente a los comunicadores privados, penetrar con dinero la mensajería de los concesionarios y exhibir con siempre mayor claridad una tendencia al control fidelista de todo el cuadro comunicacional nacional (sólo le falta meterle la mano a Internet para ingresar a la lista de los quince países “malditos”).

Resultado, los dos grandes manipuladores, los amos de la doble pantalla, siguen allí tan campantes, cada uno tratando de liquidar al otro.

¿El público? qué importa, calándose una programación que sólo ha añadido a las cuñas comerciales las cuñas ideológicas, el slogan cripto-marxista a la pasta de dientes, empeorando en todo sentido. La mente de un militar resentido, genéticamente incapaz de asumir la democracia, la tolerancia y el respeto de las minorías, que donde ve “oposición” entiende “enemigo a destruir”, no daba evidentemente para otra fórmula. Venezuela es ahora menos que nunca “de todos”; emblema de eso es el insoportable abuso de posición dominante de Chávez en persona sobre los medios de “servicio público”, cuyos espacios debieran repartirse equitativamente entre todas las fuerzas políticas del país según el principio del trato igual o “par condicio” que rige en todas las democracias.»

EL PROYECTO RATELVE

(Entrevista en El Universal de Caracas, 2004)

“¿En qué se diferencia la llamada Ley de Contenido que está por ser aprobada al proyecto que el equipo que usted encabezaba redactó décadas atrás?  

_Permítame recordar que hubo un Proyecto Ratelve en 1974, elaborado por un muy democrático y plural comité, que sugería dar coherencia al plexo cultura/comunicación y racionalizar el sector radiotelevisivo incorporando al panorama mediático un servicio público no gubernamental, y un proyecto de Ley Orgánica de
la Radiotelevisión sometido al Congreso en 1995 por el Comité por una radiotelevisión de servicio público que contemplaba la creación de una autoridad independiente de la radiotelevisión, paralela a Conatel, que administraría las frecuencias radioeléctricas y crearía un servicio público de radiotelevisión totalmente desgubernamentalizado. 

 Los dos documentos proponían pues, lo mismo, con niveles diferentes de concreción: crear un tercer polo radiotelevisivo que no dependiera ni del mercado ni de Miraflores.

Las diferencias entre nuestros dos proyectos y
la Ley reguladora de contenidos del actual régimen, déjeme decirlo con cierto orgullo, van de la democracia a la dictadura. Tan es así, que el proyecto chavista ni siquiera menciona la radiotelevisión del sector público, ni limita los actuales abusos de posición dominante de Chávez, quien hace uso de micrófonos y cámaras a un escalofriante promedio de 38 minutos diarios”

El debate sobre la libertad y derecho ciudadano a la información; los derechos de los  comunicadores;  los derechos  de los empresarios y de las distintas posturas ideológicas y políiticas está lejos de terminar. En este debate deben tener lugar las voces múltiples. SLC.

Más : Venezuela y la reforma constitucional

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