NIÑOS EN MANOS ENEMIGAS. Infamias, incompetencias e indolencia burocrática

May 30, 2010 a las 2:06 am | Publicado en Comentarios diversos | 5 comentarios

El húmedo frío de la tarde limeña insinuaba tenue llovizna mientras  transitaba por el bullicioso Jirón de la Unión entretenida en el paisaje urbano en horas, para mí, inusuales. Una voz quejumbrosa me llamó la atención. Provenía de un mendigo ciego que reclamaba ayuda  en voz alta con tono entre falso y amenazador y rápidamente me percaté que cargaba a un menor muy delgado, aparentemente dormido, tal vez enfermo. Era evidente que el mendigo lo usaba para conmover a los transeúntes. Como siempre ocurre, dudé entre alcanzar unas monedas y seguir mi camino o buscar ayuda para la criatura.

El estratégico lugar era la cuadra seis del mencionado jirón, frente a la Iglesia Nuestra Señora de La Merced. Avancé unos metros y me dirigí al miembro del Serenazgo limeño apostado frente al templo. Le mencioné al menor en peligro, le recordé la obligación ciudadana de proteger a los niños. La respuesta: “no puedo hacer nada, cuando pase mi supervisor le mencionaré el caso”.  Recordé, entonces, que llevaba mi cámara en el bolso y regresé para hacer una foto de la escena que me permitiera realizar un llamado de atención. En fin, me angustiaba no hacer nada ante una criatura en peligro.  Confiando en la ceguera de mi objetivo, cámara en mano, esperaba que dejaran de pasar algunos transeúntes para hacer la foto, cuando del costado del fornido mendigo saltó una joven mujer de casaca blanca y notoriamente maquillada que, al percatarse de mi intención,  la emprendió contra mí con palabras soeces al tiempo que cubría con un trapo al niño y con su cuerpo al ciego.  Mis sospechas se confirmaron, ambos usaban a la criatura. Aun así realicé estas dos tomas.

 

Intenté dialogar con la mujer pero tal fue su agresiva procacidad que desistí.  Con esta experiencia me dirigí a un policía uniformado que custodiaba una casa comercial cercana y le expresé mi preocupación por el niño. La respuesta: “no puedo hacer nada. No puedo moverme de mi puesto”.  Me recomendó acudir al Ministerio de la Mujer y el Desarrollo Social ubicado a pocas cuadras, en jirón Camaná. Pese a que tenía tareas pendiente, ahí me dirigí.

En la ventanilla del MINDES una señorita me informó que debía presentar el caso en una de las oficinas, la de asuntos sociales. Al ingresar, tres funcionarios, dos mujeres y un joven, se encontraban en risueña conversación. Una funcionaria de apellido Rodríguez me atendió respondiendo a mi breve relato con una larga narración de una experiencia que ella había vivido al intentar ayudar a un menor en la calle y que la llevaba a la conclusión obvia de que eran menores utilizados por adultos inescrupulosos. La escuché perpleja porque  parecía intentar convencerme de que no había nada qué hacer frente al extendido fenómeno. Tuve que mencionarle con insistencia que yo estaba de paso, tenía prisa, pero sentía la obligación personal de ocuparme del tema. La otra funcionaria presente me preguntó por qué no había acudido a la Defensoría a lo que respondí que eso es lo que esperaba que ellos hicieran. En fin, que actuaran en algún sentido. Tomaron mis datos personales, registraron  mi pedido de atención y me aseguraron que al día siguiente tendría noticias telefónicas  sobre las acciones emprendidas para proteger al niño en peligro.

Esto fue el martes 25 y hasta el momento  en el que escribo, no he tenido información.  Lo que tengo es la certeza de que el pequeño – igual que muchos otros-  seguirá soportando las inclemencias. Las del clima, las de una sociedad infame, instancias incompetentes  y la burocracia indolente. 

Ver: LOS NIÑOS DEL PERÚ: VIOLENCIA, DESAMPARO E INDOLENCIA

Tags: Niños+explotados, Menores+abandono ,  Explotación+infantil , Infancia+en+riesgo , MINDES , Mendicidad+explotación+menores

5 comentarios »

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  1. Buen día Doña Sonia Luz

    «Bajó un hombre de Jerusalem a Jericó y cayó en manos de bandidos, que después de haberlo despojado de todo y de haberlo molido a golpes, se fueron dejándolo medio muerto…»

    Leía su post y recordaba al Buen Samaritano. El texto dice que muchos pasaban y miraban a otro lado o daban un rodeo.

    Doña Sonia Luz, solo Usted vio al niño utilizado. El policía, no podía moverse de su puesto, el sereno tampoco. Y en el MINDES, ni si dieron por enterados.

    Entiendo mas su anotación, hecha a mi comentario del Libre Albedrio: «Cada vez más dificil, pero más necesaria»

    Dios la Bendiga Sonia Luz.

    Carlos el baterillero

  2. Hermanita, tu solidaridad para con los ninos y todos los seres humanos s muy conmovedora, pero que pequenos somos ante tanta injusticia. Por estos lados tambien se da, quizas mas sofisticado pero
    tambien se da, pero yo al igual que tu no me doy por vencida, voy a traducir tu articulo y lo voy a hacer correr, por el momento lo estoy enviando a la embajada del Peru en Canada.
    Con muchos besos tu hermana

    Fany

    • Hermanita, es cierto que en muchos lugares los niños afrontan situaciones terriblemente injustas, de mucho desamor, pero también es cierto que la conciencia de que esto no debe continuar también crece. En eso estamos. Tú que trabajas con niños sabes muy bien de qué estamos hablando. Un abrazote y muchos besos desde aquí

  3. Buendía profesora Sonia Luz,

    Creo conocer al individuo que se hace pasar por ciego, digo «se hace pasar» porque tuve la oportunidad de observarlo y aparentemente usa un liquido adhesivo que se unta en los párpados para fingir ceguera mientras grita enérgicamente «una monedita hermano». Sin embargo, no lo había visto usando a un niño.

    Por un lado, tengo la pequeña alegría de saber que hay personas sensibles y preocupados por el prójimo, sobre todo si es un niño. Por otro, tengo la gran decepción de que en Lima la solidaridad casi no existe. La gente que viene de provincias con un sentido de solidaridad se encuentra con que en Lima a veces es mejor ignorar, ya que hasta se aprovechan de la solidaridad. Debemos liberarnos de ese defecto.

    Un saludo,

    • Querido Braulio, no olvido tu sentido solidario al apoyar a los jóvenes alumnos desde la Ayudantía de Cátedra. Y así como tú, cada semestre tengo la ocasión de conocer seres magníficos nacidos en Lima o procedentes de otras localidades. Es cierto que las grandes ciudades ahogan el sentido solidario pero este no desaparece del todo. Esa es nuestra esperanza. Un abrazo y mi afecto


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