VALLEJO, ABRIL Y EL DESEMPLEO

abril 12, 2007 a las 12:16 pm | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Miscelánea | 12 comentarios

Parado

PARADO EN UNA PIEDRA…

Parado en una piedra,
desocupado,
astroso, espeluzante,
a la orilla del Sena, va y viene.
Del río brota entonces la conciencia,
con peciolo y rasguños de árbol ávido:
del río sube y baja la ciudad, hecha de lobos abrazados.

El parado la ve yendo y viniendo,
monumental, llevando sus ayunos en la cabeza cóncava,
en el pecho sus piojos purísimos
y abajo
su pequeño sonido, el de su pelvis,
callado entre dos grandes decisiones,
y abajo,
más abajo,
un papelito, un clavo una cerilla…¡Este es, trabajadores, aquel
que en la labor sudaba para afuera,
que suda hoy para adentro su secreción de sangre rehusada!
Fundidor del cañón, que sabe cuántas zarpas son acero,
tejedor que conoce los hilos positivos de sus venas,
albañil de pirámides,
constructor de descensos por columnas
serenas, por fracasos triunfales,
parado individual entre treinta millones de parados,
andante en multitud,
¡qué salto retratado en su talón
y que qué humo el de su boca ayuna, y cómo
su talle incide, canto a canto en su herramienta atroz, parada,
y qué idea de dolorosa válvula en su pómulo!

También parado el hierro frente al horno,
paradas las semillas con sus sumisas síntesis al aire,
parados los petróleos conexos,
parada en sus auténticos apóstrofes la luz,
parados de crecer los laureles,
paradas en un pie las aguas móviles
y hasta la tierra misma, parada de estupor ante este paro,
¡qué salto el retratado en sus tendones!
¡cómo chilla el motor en su tobillo!
¡cómo gruñe el reloj, paseándose impaciente a sus espaldas!
¡cómo oye deglutir a los patrones
el trago que le falta, camaradas,
y el pan que se equivoca de saliva!
y oyéndolo, sintiéndolo en plural, humanamente,
¡cómo clava el relámpago
su fuerza sin cabeza en sus cabeza!
y lo que hacen, abajo, entonces ¡ay!
más abajo, camaradas,
el papelucho, el clavo, la cerilla,
el pequeño sonido, el piojo padre!

El lenguaje de la poesía es polisémico, conjuga la  realidad objetiva y subjetiva en un juego que apela a la capacidad interpretativa del lector que ingresa al mensaje en clave de poesía, es decir, dispuesto a una experiencia comunicativa de tipo especial. El poema se inicia con la imagen que sirve de título en la que se presenta al desocupado parado en la estrechez y dureza pétrea. Lo llama astroso y espeluzante (adjetivo que es creación vallejiana), y lo vemos caminar, lo imaginamos, sin rumbo o en angustiosa espera: “va y viene”, mientras observa la ciudad reflejada en el río Sena, la ciudad que amenaza porque está “hecha de lobos abrazados”.

 

Al utilizar esta información, ruego citar la fuente

César Vallejo, peruano universal, uno de los grandes en la poesía del siglo XX, murió en abril y desde hace algunas décadas este mes se asocia invariablemente a la literatura en el Perú.

Las fechas son la ocasión para volver a los textos una vez más y hallar en ellos la voluntad enunciadora de quien tomando los rasgos esenciales de una época es capaz de seguir diciendo cosas importantes y siempre vigentes a los hombres y mujeres de generaciones posteriores.

¿Cómo logra Vallejo esa fuerza perenne e incandescente? Leer, por ejemplo, “Parado en una piedra…”, nos brinda de inmediato la respuesta: Por la humanidad que trasciende épocas y posturas. Es la presencia del ser humano mirado con infinita ternura, por un lado, y es también y sobre todo el conjunto de elecciones y combinaciones capaces de expresar y transferir estéticamente una determinada realidad observada y referida.

“Parado en una piedra…” es un poema consignado en Poemas Humanos, libro cuya creación se sitúa entre 1929 y 1932 vale decir en momentos que el desempleo golpea con fuerza distintos lugares del planeta. Por eso, el símbolo elegido es el trabajador despedido, desocupado, parado.

La angustia y el desamparo que padece este trabajador desocupado se intensifica en el segundo apartado. El poema nos recuerda cómo ve la ciudad “monumental”, mientras él lleva “sus ayunos en su cabeza cóncava”, pero también “en el pecho sus piojos purísimos.”

La ciudad es el símbolo de la modernidad y el desarrollo, el lugar donde se debiera cumplir los sueños de la gente pero el desocupado  la ve desde sus carencias, la mira desde el hambre;  por eso la importancia que cobra el sonido de su pelvis, su soledad y su silencio cuando cabizbajo hurga en el piso y es capaz de descubrir los que otros, los satisfechos, no mirarían: “un papelito, un clavo, una cerilla”.

En el tercer conjunto la voz poética se dirige al resto de trabajadores y recurre a imágenes de enorme poder expresivo señalando el sufrimiento personal, concreto, de este “parado individual entre treinta millones de parados”.

La imagen del sudor, desde siempre asociada a trabajo productivo y dignificante aparece aquí ilustrando la exclusión de este ser que ahora “suda para adentro su secreción de sangre rehusada”. Fundidores, tejedores, albañiles, es decir, son trabajadores de distintas especialidades los que sufren el flagelo. Ellos y sus herramientas íntimamente vinculados (“cómo su talle incide, canto a canto, en su herramienta”) están detenidos e inútiles por el paro.

Junto a las herramientas – en el cuarto y más extenso fragmento – los materiales que sirven para la producción el hierro, las semillas, el petróleo, las aguas móviles sufren al igual que el hombre la inacción que no permite “crecer los laureles”, no permite realizaciones.

El dolor ante la falta de empleo adquiere connotaciones cósmicas “la tierra misma, parada de estupor ante este paro”, para volver luego a sentirse en el propio cuerpo en “el salto retratado en sus tendones”, en su caminata improductiva “sus cien pasos”, mientras “chilla el motor en sus tobillos”. Y, en contradicción con su espera o paseo angustiado, el tiempo que sigue su marcha y se torna también en amenaza, por eso el poeta lo presenta gruñendo “paseándose impaciente a sus espaldas”.

La comparación con los que poseen los bienes de este mundo surge dolorosa. Ante sus necesidades inmediatas no resueltas, comer, beber, se presenta el disfrute de los otros y así “oye deglutir a los patrones/ el trago que le falta” y observa anhelante “el pan que se equivoca de saliva”. Y todo esto lo siente y comprende no sólo en su drama personal sino “en plural, humanamente”. El hambre y la desesperación no logran abolir la dignidad de su condición humana aunque siga mirando, auscultando qué puede serle útil “el papelucho, el clavo, la cerilla” y también “el pequeño sonido, el piojo padre”.

Ante el hecho actual -y planetario – de desempleo brutal, horror de una economía que soslaya al ser humano, este poema escrito en las primeras décadas del siglo XX , que no termina de pasar, mantiene su fuerza demostrativa del sufrimiento de los excluidos, los débiles, los humillados y ofendidos.

Realidad que se nos pone a la vista:  el desempleo en toda su crueldad intrínseca. Poesía de alta estirpe, discurso elaborado con excelencia formal y profunda vocación humanista.

Sonia Luz Carrillo•

Al citar la información, ruego citar la fuente

También ver:  Sentido y estilo del humor en Vallejo

12 comentarios »

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  1. también POEMAS HUMAN0S es un recuerdo vivo de mis primeras lecturas por los años sesenta. sorprende y alegra que estés tú poniéndolos otra vez sobre la mesa para que no podamos olvidarlos. ¡cómo recuerdo aquel verso de Vallejo que pide: «cuéntame lo que me pasa»

  2. «Vamos a ver, hombre;
    cuéntame lo que me pasa
    que yo, aunque grite, estoy siempre a tus órdenes»

    Estos son los versos finales del poema «Otro poco de calma, camarada» de Poemas Humanos. Muchas gracias, Benjamín Ramón por el comentario que me permite continuar con esta difusión de la obra inmensa de Vallejo

  3. No conocía este poema. Es muy sugerente.

  4. Gracias lo comparto en mi proyecto de redes sociales y la enseñanza de literatura

    • Gracias a ti, María Magdalena. Es importante que se difundan los textos de nuestro máximo poeta.

  5. maravilloso gracias

    • Gracias por el comentario, Silvia. Difundir la obra de Vallejo es una tarea todavía pendiente.

  6. Vallejo a veces se torna incomprensible por la cantidad de polisemias, pero estas aclaraciones oportunas nos permiten comprender un poema que sintetiza una impresión de días en pocas palabras. Gracias Sonia Luz, en verdad, por la luz.

    • Gracias José Antonio, por tu visita al blog y el amable comentario

  7. Vallejo es la maxima expresion peruana literaria en el universo.Cereador de una nueva poesía y de una solidaridad infinita para con los hombres postergados del planeta.Su obra cobra actualidad y su pensamiento también.

  8. El poema conmueve y creo que la interpretación está a la altura. Gracias Sonia Luz, Vallejo sin intérprete te deja desolado, pero cuando leo un punto de vista objetivo y también emotivo la figura vallejiana crece más…

    • Gracias por la visita al blog y el generoso comentario


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