DUQUE
junio 21, 2014 a las 1:54 am | Publicado en Algunas fotos, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea, Personalísimas | Deja un comentarioEtiquetas: Amor a la mascota, Mi perro Duque, Sonia Luz Carrillo Mauriz, Vivencia del Rímac
Me lo regalaron a los pocos meses de haber nacido y desde entonces se convirtió no solo en mi compañero de juegos sino también en mi mejor amigo, mi guardián, siempre alerta, siempre cercano y protector. Mi inquieto, fiel y alegre Duque.
Hasta hoy recuerdo la suavidad de su pelo en mis manos, nuestras carreras locas y los revolcones en el parquecito al lado de nuestra casa al final de la Alameda de los Descalzos en el Rímac. Y su expresiva algarabía cuando me sentía llegar de la escuela primaria tanto al mediodía como al atardecer.
Hasta hoy recuerdo el mediodía amargo cuando al volver del colegio me alarmó encontrar en el pequeño pasadizo que daba entrada a mi casa, a los vecinos tratando de reanimarlo. Mi Duque agonizaba, se había escapado brevemente de los cuidados de mi madre y había sido víctima de envenenamiento, una práctica cruel con la que las autoridades municipales trataban de acabar con los perros de la calle y prevenir el ataque de la rabia.
Demás está decir que Duque no era un perro callejero, Duque era un amigo de mi misma edad y muy mimado por la familia al que su travesura llevó a la triste sentencia.
Aquella vez, al verme llegar trató en vano de incorporarse, me miró con una tristeza imborrable y al poco rato murió. Ambos teníamos ocho años y fue la primera vez que lloré una ausencia.
Desde ese día, en el que mi padre prometió que no volveríamos a tener un perro en casa, aunque después incumpliera su promesa, entiendo a los niños y adultos que han hecho de sus compañeros peludos el objeto de sus afectos.
Sí, luego vendrían sucesivamente Tony y Fido, a alegrarnos los días. Pero Duque fue el inolvidable centinela que no permitía que ningún extraño se me acercara, ni siquiera la tristeza, hasta el día que lo vi partir.
Duque era tan especial que décadas después lo sigo recordando con gratitud y cariño. Como hoy, cuando miro esta foto que nos tomaron cuando ambos teníamos cuatro años de edad.
Tags: Mascotas e infancia, Perros y niñez , Duque
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