FINISBUS TERRAE, EXILIO Y RETORNOS EN LA POESÍA DE JORGE NÁJAR
octubre 31, 2019 a las 1:36 am | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Creación, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 2 comentariosEtiquetas: Finibus terrae, Gino Ccecarelli, Jaime Vásquez Valcárcel, Jorge Nájar, Mg. Sonia Luz Carrillo Mauriz, Poesía de Jorge Nájar, Poeta Jorge Nájar, Poeta Marco Martos, Poeta Sonia Luz Carrillo Mauriz

Finibus terrae & otros poemas, 2da, edición, Tierra Nueva, 2019 Cubierta: Shapshico de Gino Ccecarelli; diseño, Rodolfo Loyola; cuidado de la edición, Jaime Vásquez Valcárcel.
El martes 22 de octubre, me cupo la satisfacción de, nuevamente, presentar un libro de un poeta y amigo querido, Jorge Nájar, en el bello local de la Academia Peruana de la Lengua, al lado del poeta y maestro Marco Martos, presidente de la Academia Peruana de la Lengua. La ocasión la brindó Finibus Terrae y la presencia de Jorge en Lima.
Hace algunos meses, Jorge Nájar, compañero generacional con el que mantengo hermosa amistad e ininterrumpido diálogo en poesía a través de décadas, me invito a acompañar con una nota los poemas de Finibus Terrae. Con inocultable satisfacción ante una poesía cuyo cultivado esmero captura cada día más atención, aquí la reproduzco:
«Una vez más, la gentil invitación de Jorge Nájar me lleva a inquirir sobre algunos aspectos de una poética fascinante por el mundo que expone a nuestra mirada y el desafío que nos presenta su concreción formal.
En la actual colección, convergen poemas de Finisbus terrae, poemario que obtuvo el Cope de Oro en 1984, organizado por Petro Perú; Canto ciego, ganador del Premio Juan Rulfo de Poesía, en el año 2001, convocado por Radio Francia Internacional y la Maison de l’Amerique Latine, París. Completa el conjunto Habitarás otro mundo, que hasta el momento se hallaba inédito.
Acerca del título es útil recordar que desde siglos atrás Finisbus terrae fue concebido como un lugar, un topus (en el sentido platónico), el extremo de mundo conocido al que se desplazan los otros, en cierta manera lo invaden. No es casualidad que en el poema “Acta de fundación” que abre el primer apartado, leamos:
“Tal rabo de salamandra desgajado del cuerpo
y en nombre de todos / del apasionado furor
de la banda de borrachos mitómanos drogadictos
que invadieron Lutecia alumbrando bombardas
en el corazón de la pobre gente…”
Se trata de la mirada del que llega a un territorio ajeno como “rabo de salamandra desgajado del cuerpo” y percibe la hostil otredad. Y eso nos hace preguntarnos ¿Dónde inscribir esta poética? ¿Es intimista? ¿Se le puede considerar dentro de lo que se ha dado en llamar poesía identitaria?
Las primeras claves nos las empieza a dar en el citado poema “Acta de fundación”.
“…a la gloria de los fantasmas
que pueblan mi endiablado paraíso
temblando / a la deriva…
…en homenaje a quienes alegres y vigorosos
danzaron amaron reventándose el cerebro
inyectándose litros / barriles de vida
para volar sobre los techos de la ciudad
quemándolo todo / huyendo de lo perfecto
—vistoso plumífero que gorjea y gorjea
erguido en la ventana del castillo—
yo
mi cuerpo y su vacío
mi ángel de vida deslumbrante y su engaño
que con paciencia examinó el asiento
las entrañas de la urbe donde florece en silencio
el amor / el odio
y donde ya nadie baila ni cumbia ni ukelele
para no molestar para dejarlos en paz
me dejo llevar por el gordo río hacia no sé dónde
cansado de armar el circo cada mañana
para agradar y divertir a estos gentiles
tan nobles tan difíciles tan serios…”
¿Qué encontramos? Desplazamiento físico, ajenidad frente a una nueva realidad y su huella en temas y percepciones: “nadie baila ni cumbia ni ukelele /para no molestar para dejarlos en paz”. Persistencia del uso del español en poemas abiertamente narrativos, conversacionales, con la inclusión de vocablos venidos del lugar de origen. Y una constante configuración de identidad que registra una voz poética marcada por la movilidad tanto territorial como temporal, lo que le impone un permanente cambio de recursos lingüísticos para la exposición de temas y de expresión de la subjetividad del hablante.
“…y
habiendo considerado todo
la belleza / el fondo
las elegantes ancas / las elegantes crines
de mis niñas / de mis dueñas
pardas negras amarillas
los caballitos de papel que arrojan al aire
cuando paso volando por encima de este río
—Saint Michel—
la conciencia invadida de anfetaminas
mi pobre corazón endurecido por el desdén
declara estar aquí
en sus luces pero arrinconado y tembleque
en una esquina de la calle de l’Ancienne Comedie
frente a la estatua de Danton que ordena
cordura y prudencia en sus golpes
a los girondinos / a los tombos
a los ignorantes / al cultísimo pueblo
que pesa y mide diferencias entre quimeras
del amor / de la renta
mientras se abre el banquete y sin fastos
te levanto mi niña rodando en el aire
en el pasto del mediodía
libérame sin embargo de tantas visiones
y vence mi angustiada cabeza con el sueño
antes que me embarque y deje a los señores
confirmar lo hecho por este soldado
capitán de la corona / domador de quimeras
que con no humilde coturno canta esta romanza
como canta el perico en su ramita de guayaba
sacado del original
por el suscrito
París 18 de brumario”
Los referentes históricos, Danton, 18 brumario; culturales, Saint Michel, l’Ancienne Comedie, se entrelazan con términos del castellano latinoamericano, guayaba, así como el peruanismo tombo (policía, gendarme), para exponer esta percepción de lo diferente, en “la angustiada cabeza” de un habitante de la periferia en la gran urbe que se ve a sí mismo como un “vistoso plumífero que gorjea y gorjea /erguido en la ventana del castillo— / yo/ mi cuerpo y su vacío”. El llegado de otras tierras, “mi pobre corazón endurecido por el desdén/ declara estar aquí /en sus luces pero arrinconado y tembleque / en una esquina de la calle de l’Ancienne Comedie/”.
Estamos, insisto, ante una poesía de exilio, mirada y pathos ya no de viajero trashumante sino del sujeto aposentado en una realidad distinta a la originaria en permanente interacción y contraste de su identidad con otras también en continuo movimiento. Y la idea del imposible regreso a lo dejado atrás. Destierro y conciencia de lo ido, a la par de la imprecisión del futuro. Veamos el poema “Por las autopistas”:
“…años de años repitiendo trucos malabares
cincelando palabras que la prisa extravió
en un mismo charco de petróleo quemado
y ahí vi a unos gitanos que venían del Perú
a quienes detuve diciendo quiero ir a casa
llévenme / no me dejen aquí
a lo que respondieron gritando
inmensos calzones / provinciano
¿quieres volver a tu casa?
tu casa está allí donde te lavas los dientes
allí donde fríes un par de huevos al amanecer
y si crees que la has perdido
te has perdido tú mismo pájaro multicolor
medio blanco / medio negro
tan vulnerable y flexible como tallo de amapola
“¡ya basta, basta, infelices, desertores!”
así dije tal gallo cascado y envejecido
pero no me dejen morir en este delirio
que el día venga y pueda irme
aunque nunca sepa hacia dónde soplan los vientos…”
Ante Finibus terrae no podríamos llamar identitaria una poesía ajena a la exaltación de una relación armónica e idealizada de los seres humanos y la naturaleza, no hay un canto que idealice a la tierra, las aves o los vegetales. Se encuentra desazón por el bien perdido en medio de la desolación que produce el reconocer que el regreso no asegura la satisfacción ni la felicidad. En Canto ciego, la segunda parte del libro, leemos estos versos:
“…Y tras una vida apagando incendios
hoy te cabe la sospecha de un monstruo
inflado de vanidad en la niebla
que impide distinguir quién habla
cuando canta hinchado de silencio.
Deseas que esa verdad arda en tu cuerpo,
que eso humee de ti cuando la hora sea.
Y que ese humo resuma la esencia
de tu propia historia, amores, goces
e intrigas por un poco de felicidad.
Deseas sólo eso cuando la hora sea
de bajar por las laderas cantando mulizas,
pasacalles, huaynos al borde de los precipicios
en pos de nada, encontrando nada.
Volar en pos de alivio y sólo hallar el grito…”
En la actual entrega, como venimos viendo, es reiterado el tema del viaje. El ir y venir, las expectativas y las observaciones son el eje de este poemario que, por lo demás, comparte con casi toda la obra de Nájar. Viajes que no son solo desplazamiento por territorios físicos sino indagaciones por el propio ser y estar del hablante en poesía que va probando su capacidad de resistencia y adquisición de nuevos bienes. “Si resistes el mundo puede ser tuyo” dirá en el poema “En estos campos”:
“…visto desde las ventanillas del tren
que cruza el corazón de la vieja Flandes
Escribo en mi memoria
Si resistes el mundo puede ser tuyo
No te quiebres
¿Y en ese bullir vives avanzando hacia la muerte
como la hormiga en el fruto o el picaflor en el campo
sacándole polen y dulzuras a la flor de los breñales? “
En la tercera parte del libro Habitarás otro mundo, fechado en el año 2018, el hablante poético se muestra reconciliado con la existencia. Los referentes se ubican en el territorio al que se ha regresado en distintas ocasiones. El tono y los temas son de aceptación serena de lo vivido. El tono autobiográfico se intensifica. La creación poética justifica los desplazamientos. A ella se le encarga la tarea de dejar “viejos sedimentos” para poder llegar “hacia el fondo de uno mismo”.
“…Sea eso el poema
masa incandescente manjar para nutrir volcanes
Sea eso el arte de iluminar la materia oscura
Volver a comenzar día y noche
Y una vez limpios de viejos sedimentos
avanzar por el luminoso desierto hacia el fondo de uno mismo
Oh alma mía agota toda la extensión de lo posible”
Es hermoso y eficaz el poema “Estatua de aire” que expone la convicción del poder de la creación, la serenidad con la que el hablante lírico asume su individualidad creadora.
“…Así comenzó a abrirse camino dentro de mí
frente al mar y en medio de un silencio lleno de estruendos
un monstruo totalmente consciente de algo muy oscuro
Construir una estatua del futuro llena de silencios
Construirla sólo con palabras y voces
Construirla con un ser vivo llamado tiempo
Agitándose dentro de ella un sueño un desafío
La inmensidad”
Con poemas de este tema y tono, la voz poética en continua reformulación, desmitifica la retórica nostálgica o denunciante de la migración. Asistimos a una producción cuya clave reside en la convicción del poder de la palabra; el destino del sujeto es la inmensidad.
El ir y volver de una realidad a otra, ha proporcionado al poeta – sin disimulada tristeza- la convicción de que los rasgos de origen son importantes, indelebles , y el sujeto que vive en exilio enriquece con ellos su mirada, no exenta de extrañamiento a toda otra realidad. En todo caso, ya no es el mismo que partió y se expresó con la exasperación de los primeros textos. Lo percibimos en el poema “Tótem”.
“…pasión de lejanías arde en sus ojos
y en las cenizas brillan adioses
silencios algún suspiro siluetas
que hacen cabriolas a la tristeza
eso es todo lo que perdura
el resto es agregado
coleóptero de oro
que muerde para sobrevivir.”
También lo encontramos en “Música antigua”:
“Un amor cualquier amor
que se va dejando sus rasguños
y luego un suspiro
un ángel curvado en la demencia
antes de empezar
nueva fuga hacia lo eterno
buscando arder en otro incendio
Así han sido los viajes de estos años”
El recuerdo trae imágenes tanto urbanas, como esta de la ciudad de Lima:
“Lima despatarrada y seductora
Nadie se queda en ti
Nadie se va de ti
Nadie vuelve a ti
Sano y salvo”
Como rurales, no exentas de mordaz crítica, en el poema “Pájaros”.
“…En los valles de la lúcuma todos cantan
con pantalones o polleras multicolores
valsecitos / yaravíes / tonderos / huaynos
En las sombras de la corrupción o en la luz
bailan con los bolsillos llenos
si no de oro o de sangre
sí repletos de amargura..”
Presente también la referencia histórica y cultural. Tal el poema “Manuscrito de Huarochirí (2)”
“En la oscuridad las madres abrazan a sus niños
atadas a las cuerdas de los puentes rotos
Y en coro gritan balanceándose en el abismo
Taita / Padrecito / Dios Amaru
¿Quién cuidará de nuestros huahuitos?
¿Quién de nuestras gallinitas y cuyecitos?
¿Quién salvará de las trampas a la pobre calandria?
En el día del Juicio desapareceremos todos
los practicantes de cariños y contemplaciones
Todos los pajarillos arderemos
con nuestros picos radiantes en la claridad del día
cantando / cantando /
y cavando una tumba en el aire…”
Lo mismo en el poema “Planta sagrada”, referencia a la nativa hoja de coca así llamada.
“Ya tengo sobre la mesa los vinos
y los manjares para la próxima fiesta
Solo espero que tú llegues sagrada planta
y así permanecer encendido cuando la noche
Alumbre aún más tu presencia”
En este Finisbus terrae de 2019, se cierra un ciclo iniciado en 1984. La angustia y las obsesiones iniciales han dado paso a la calma mirada, por momentos marcadamente escéptica, a la existencia posible. En “Sobrevivir”, el poeta asume una realidad defectuosa donde quiera que se mire:
“Arde el aire por doquier / Arden el mar y la tierra
y ya ni hablar de las cavernas
donde bulle la desintegración de los átomos
Pero la consigna es sobrevivir como sea
En cualquier rincón de la barbarie”
En este punto del ir y venir la apuesta es un realista disfrute de lo concreto, sin embargo, también la confianza en la solidez de la poesía, “diamante oscuro”. En el poema “Skipper” se lee:
“A lo largo del viaje he soñado con otros mundos
pero ya estoy harto de esas extravagancias
Ahora mismo salgo a buscar lo que es real y permanente
El ron de las viejas barricas de roble
Estoy seguro que en esas aguas otra vez ganará
la vibración que salva el mundo
La poesía como un diamante oscuro”
El poema que cierra el libro “El estrecho de los bárbaros” es una suerte de exposición de motivos del transitar hasta el fin, hasta el extremo, del finisbus terrae. Revisa motivaciones del exilio. “Había que irse”, “largarse por el río” con la esperanza de la salvación aunque en este mundo imaginado persista el hedor del acabamiento, la recurrencia a lo extinto, “los dinosaurios”. No hay certezas más allá de la palabra poética, ese “diamante oscuro” mencionado en el anterior texto, lo que hay y se registra es “el desierto” y su viento amarillo pero también los “iluminados acantilados”
“…Y me hundí en el burbujeante mundo
de la descomposición molecular.
Cruzando el estrecho de los bárbaros
todavía siento el hedor de los dinosaurios.
El viento amarillo del desierto
y los iluminados acantilados.”
Este es el territorio frágil y cierto recorrido a través de décadas por Jorge Nájar y su exigente poesía, registrada en Finisbus terrae. Poesía que, una vez más, me brinda la satisfacción de dejar mis impresiones al lado de sus huellas, en un extenso diálogo y caminar.
Sonia Luz Carrillo Mauriz
Lima, 2019
TESTIMONIO GRÁFICO DE AFECTO Y CELEBRACIÓN

Jorge Nájar, Sonia Luz Carrillo, Marco Martos y Ricardo Falla Barreda. Academia Peruana de la Lengua, octubre 2019

Jorge Nájar y Sonia Luz Carrillo, Jr. de la Unión, Centro histórico de Lima, octubre 2019

Ricardo Falla Barreda y Jorge Nájar
“ESPÍRITUS TAL VEZ SEA EL CANTO MÁS AUTOBIOGRÁFICO QUE HASTA AHORA ENTONO”, JORGE NÁJAR ACERCA DE SU MÁS RECIENTE POEMARIO
septiembre 27, 2018 a las 12:50 am | Publicado en Algunas fotos, Artículos sobre Literatura, Comentarios diversos, Comunicación y Cultura | Deja un comentarioEtiquetas: Espíritus de Jorge Nájar, Jorge Nájar, Poeta Jorge Nájar, Pucallpa
Un libro río, libro de extensos territorios; homenaje y reflexión de recorridos que van desde los orígenes, desde las decisiones y el reencuentro en la memoria. Jorge Nájar, poeta peruano nacido en Pucallpa, departamento de Ucayali, en la selva amazónica, ha creado un vasto texto de pareja intensidad del que ahora dejo solo una breve selección. ESPIRITUS, Éditions Folle Avoine, 2018, edición bilingüe, traducción de Michéle Lefort, fue presentado en setiembre en Bessançon , el este de Francia, Doubs, región de Borgoña-Franco Condado. Jorge, querido amigo, compañero de largos caminos e invariable afecto, me ha hecho el regalo de esta primicia. Un placer compartirlo.
Abre el libro el siguiente epígrafe:
“Para mis padres, en el corazón de la verdad,
aunque algo tarde.
Pour mes parents, au coeur de la vérité,
bien qu’un peu tard.”
Luego el poeta revela sus motivaciones:
Brotando de la noche cósmica llegó Espíritus como una piedra incandescente cuando yo vivía inmerso en la experiencia de crear una urbe amazónica : Mayushín, un espacio real e imaginario en el que convergieran los personajes con los que yo me hice al mundo. El poema irrumpió con tal insistencia que me vi obligado a realizar una pausa en la experiencia narrativa. Era una masa mineral compuesta de mitos y exorcismos que se tradujo en un tejido de voces habitado por el contrapunto entre los conjuros curanderiles y lo que iba emergiendo desde el fondo de la memoria. ¿Quiénes somos? ¿Qué hacemos en el mundo? ¿Adónde vamos? Buscamos trascender por el artificio verbal estas grandes interrogaciones. Y en ese anhelo encontramos fragmentos de melodías añejas, destellos de metales extraños en medio de una combustión volcánica. En claro, Espíritus tal vez sea el canto más autobiográfico que hasta ahora entono, la vida de un amazónico que se ha ido y que regresa cada vez que puede, física y psicológicamente. He querido que esos ires y venires queden plasmados en sus venas. En su entramado de voces he buscado la resonancia de parte de mi adolescencia y juventud andariega por los pueblos amazónicos, así como mi vida en diferentes ciudades del planeta. La voluntad de operar con la memoria ha conllevado también un viaje hacia la sangre. ¿Qué somos? La voz central se desplaza desde el poliédrico monstruo urbano hacia las nacientes de los ríos amazónicos con el único anhelo de re-construir el universo.
Pucallpa. Foto StarPerú
ALGUNOS POEMAS
Árbol de luz
Labrado por el placer y los años
estoy a los pies del árbol-madre,
con los ojos brillantes, descalzo,
avanzando hacia la sangre ;
subo desnudo por los aires, los ríos
donde me plazco, lloro, canto ;
subo hacia las inocentes flores
que mis afanes le arrancan.
¿ El viento negro pretenderá devastarme ?
Más arduo sería quedarme en silencio,
inmovilizado por las mariposas de la noche.
Saltan los pétalos, saltan los cogollos,
materia generadora de la vida.
Soy ese camino hacia la luz.
Soy el camino que se hunde
en la verdad
Entre quienes van a quién sabe
qué profundidades, qué placeres,
doy un salto hacia la luz ;
y allí reencuentro en la algarabía
de criaturas de la vida, del dolor,
la humildad de los que vuelven,
el jolgorio de los que se van
y en compañía de ellos me digo :
al diablo el oropel, los festines
las luces de bengala,
al diablo.
Al diablo los precipicios del vivir
en la guerra de todos los días ;
mejor sería quedarse soñando
a tus pies viejo árbol,
limpiarse de la vanidad oculta
en el aire tan simple que nadie ve.
Y en el charco amarillo el reflejo
de la luna, del colibrí cantando
mientras saboreo tu grandeza.
Con tu savia vienen las promesas
de otro mundo, de otro sueño.
Poco importa si al despertar
la noche arda o no
pues lo que sí cuenta
es brillar bajo tu sombra.
V
¡ Caer ! ¡ Volar ! ¡ Soñar otra vida !
Vértigo de imágenes, torbellinos negros,
un rayo en el alma, hilo de humo
en el circuito del goce.
¿ Mi voz tiembla ?
Nada es error
salvo los caminos nunca recorridos,
el patio, la casa que no construiste ;
los ríos, los amores no navegados.
Con los caminos del mundo en el rostro
yo te recorro por donde nunca nadie ;
allí me fundo en diamante.
Quieres que tu alma avance
serena y violenta como una flecha
hacia el punto en el que la herida
se convierte en canto,
puro e intenso como la sangre.
Tú cantabas al placer de haber llegado
bajando de la montaña de Montmartre ;
hablando del Perú y sus glorias pretéritas
respirabas el aire cristalino de los Andes
y el aroma de los bosques que son tuyos,
reconstruyendo el mundo
por las orillas del Sena.
Que esa sea tu única verdad,
reconstruir el mundo y cantarlo.
¡ Caer ! ¡ Renunciar !
¿ Qué harás cuando vuelvas del naufragio ?
No es suficiente
seguir buscando diamantes ;
vana ilusión volver a la isla
donde dicen la felicidad espera.
Tal vez sí subir
por la montaña oculta
buscando resurrección
y transparencia.
Mi espíritu te ha leído el cuerpo.
Sin pureza nadie que resista
los carbones que arden en tu cráneo,
el hielo en que te plasmas de repente.
Sin pureza nadie que resista la maldad.
Yo sé curarte incluso en el delirio.
De oro pinto tus circuitos,
las barreras saltan, el cielo arde ;
se forma un torbellino dentro de ti,
las columnas de humo se disipan,
mi melodía enciende otras luces
en tu cuerpo apagado,
soldado que regresas
herido y sin coraza
no sé de qué trincheras.
En lo oscuro vive el espanto.
Allí impongo mi palabra,
ahí puedo corregir tus rupturas,
desatar nudos, atar puentes,
dibujar un cuerpo brillante en tu noche,
una estrella en el remolino de la sangre.
De tu corazón brota otra luz.
El país de las pasadas glorias,
tus abuelos, nosotros mismos
nos perdemos en una historia sin remedio.
Ahora que duermes a los pies del árbol-madre
no olvides que casa es pensamiento,
puro querer, puro anhelar ;
casa sólo es tu propio cuerpo
y pura ficción los antiguos imperios.
Mi canto fundó su ley en tu cuerpo.
Te has convertido en un ser nuevo.
Los colibríes deliran en el aire
pues te han bordado otro destino ;
falta saber qué harás de tu existencia
por las sendas del anonimato planetario.
No dejes que te enturbien raíces venenosas ;
piensa en tu grandeza ahora que brillas
y te alejas de este mundo incierto,
torre de luces en la oscuridad,
torre del alba, torre de aire.
Yo curo con mi canto.
Brillan en tu mente
inmensidades, cataclismos
que ya nadie puede predecir.
¡ Din-di-rin-din ! ¡ Din-di-rin-din !
Ahora que bailas
entre las lanzas de la lluvia,
los espíritus de las plantas
alumbran tus oscuridades ;
lava de viejos volcanes,
puente de otros sueños,
tejido invisible
entre oro
y azul.
Te has vuelto invisible
para no hablar nunca más
desde el otro lado de la noche.
Purificación (fragmentos)
La voz materna te habla de una flor
que no existe ni antes ni después,
sal y agua del instante,
y tiemblas ante la idea de perderte
en la noche en pos de esa flor.
Nadie sabe quién más viaja
dentro de los cuerpos
que habitamos.
Nadie.
Quieres alcanzar, acariciar
el espíritu de tu madre,
llorar en sus brazos
como los niños
por algo imposible.
Tropiezas y te encharcas
en el lodo de la historia,
de las sangres.
¿ Adónde has de llegar
con tantos extravíos
en la trama de tu ser ?
Pero ya nada te contiene.
Nada.
Invisible
Cuando regrese, si alguna vez ocurre,
estaré muy lejos de cuanto pude haber sido.
Un hombre que abre los brazos y vuela.
Árbol florido, gota de rocío.
Avanzaré más allá de todo lo que me ha unido a la raíz.
Me hundiré en lo más hondo de todo lo que me ata a qué.
Más cerca de donde nunca estuve
cuando me toque volver con los brazos abiertos.
En el instante en que ya no sea ni roca, ni árbol ;
sólo una gota de rocío.
Cada vez más lejos
del dónde,
del cuándo,
del qué,
permaneceré grabado en el aire
como un trazo invisible,
lleno de colores, manchas,
rasgaduras, cuellos, ojos.
Y nadie podrá descifrarlo.

PRESENTACIÓN. J.C.Lechvere. el poeta y editor Yves Prié y Jorge Nájar.
Testimonio de algunos tramos de caminos

Fanals, donde el poeta pasa algunas temporadas.

Bilbao. Guggenheim. 2015

J. Nájar, Elqui Burgos, Sonia Luz Carrillo y Ricardo Falla Barreda. París, 2018
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