MUJER Y ESFERA PÚBLICA. PALABRA ESCRITA Y DISCURSIVIDAD POLÍTICA
agosto 31, 2011 a las 1:20 am | Publicado en Comentarios diversos, Comunicación y Cultura, Documentos, Miscelánea, Noticias y demás... | 2 comentariosEtiquetas: Escritura de mujeres, Mujer y esfera pública, Sonia Luz Carrillo. Ensayos
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Al realizar, durante el año 2009, un estudio acerca de la representación del sujeto femenino, me percaté de la necesidad de ahondar en la forma como se constituye esta noción y sus repercusiones sociales y culturales. El encuentro de una bibliografía vastísima dando cuenta de los debates suscitados durante las tres últimas décadas del pasado siglo y la primera del presente me llevó a profundizar en su desarrollo e intentar clarificar algunos fenómenos locales a la luz de la reflexión que, a nivel global, se venía produciendo.
Quedó, entonces, precisada la necesidad de, en primer lugar, hurgar en las más influyentes líneas del pensamiento feminista y , en segundo lugar, ampliar el estudio en torno al uso de la palabra escrita y su difusión por parte de las mujeres durante las dos últimas décadas del pasado siglo y la primera del presente (período, este último, que significó revisión de prácticas y discursos) teniendo en consideración los hallazgos teóricos y las particularidades socio culturales de esa etapa, especialmente en la sociedad peruana y latinoamericana.
Precisamente en el mencionado periodo en la región, a la vez que se expandía la educación formal incluyendo cada vez más mujeres a sus beneficios, emergía una discursividad sobre nuevos derechos para hombres y mujeres. En el caso específico de las mujeres, aparece como tema público “la condición de la mujer”, se visibilizaban temas como la exclusión, la discriminación, etc. Y, posteriormente, temas como el de la no violencia sexual o doméstica y los derechos reproductivos. .
En la realidad peruana todo ello se vivió en un contexto de graves conflictos por la emergencia de la violencia terrorista y las acciones para combatirla. Conflicto que en el que innumerables mujeres fueron víctimas. De otro lado, el desplazamiento de pobladores de los sectores rurales a las grandes ciudades en un movimiento migratorio de grandes dimensiones tuvo hondas consecuencias para las familias. La vida en las ciudades con la falta de oportunidades acentuó la pobreza y obligó a la incorporación de formas asociativas para la supervivencia de poblaciones desplazadas del campo que engrosaron las masas de desempleados y hombres y mujeres. Las circunstancias obligaron al surgimiento de nuevas formas de liderazgo y también de percepción de las mujeres frente distintos roles. Durante los años 90’, sin embargo, las prácticas de la dictadura perturbaron y acarrearon nueva complejidad al proceso con fenómenos contradictorios, por ejemplo, se llevó a mujeres a altos cargos mientras se convertía a organizaciones de mujeres, como los comedores populares, en espacios para la manipulación y el clientelismo político y se esterilizó de manera inconsulta a humildes mujeres de sectores rurales.
El ejercicio del poder
Si se revisa lo ocurrido con el acceso de mujeres al más alto nivel de participación política en las últimas tres décadas en América del Sur, tenemos que en 1979, Lidia Gueiler tuvo un corto periodo presidencial en Bolivia; del 90 al 96, Violeta Chamorro ejerció la presidencia de Nicaragua; Michelle Bachelet fue exitosa presidenta de Chile. entre el 2006 y 2010, el mismo año que accedieron a la presidencia Laura Chinchilla en Costa Rica, Kamla Persad en Trinidad y Tobago y Dilma Rousseff en Brasil (elegida por 55 millones de votos). De otro lado, Cristina Kirchner en la Argentina, tiene grandes perspectivas de convertirse en la primera presidenta reelecta de la historia.
En el caso del Perú, Beatriz Merino en el 2003 y posteriormente Rosario Fernández accedieron al cargo de primeras ministras. Desde el 28 de julio del presente año, Marisol Espinoza es la nueva primera vicepresidenta de la República; en el gobierno anterior Lourdes Mendoza ocupó esa posición. A inicios de este año en Lima, capital del país, la alcaldía fue disputada por Lourdes Flores y Susana Villarán, con el éxito de esta última que se convirtió en la segunda alcaldesa que ha tenido la capital peruana. Recientemente, Keiko Fujimori, hija del ex dictador, disputó con Ollanta Humala la presidencia de la República. A estos casos se suman muchos otros de presencia de mujeres en cargos de gran importancia y dan cuenta de la decisiva incorporación de las mujeres a la actividad política en la región en los últimas décadas lo que se constituye en un ejemplo para el resto del planeta. Quedan, sin embargo, aspectos que deben ser superados para acceder a una de democracia verdaderamente inclusiva.
El peso de la escritura en la conformación de “lo público”.
Como he venido señalando, el estudio se basó en la consideración de los hallazgos teóricos globales y las particularidades socio-culturales de manifestaciones locales durante una etapa en la que se expandió la educación al tiempo que se hacía presente una nueva discursividad sobre derechos, visibilizando temas como la no violencia sexual o doméstica en un contexto de graves conflictos sociales. Aquí se sitúa el interés por el papel de la escritura porque ella “tiene un peso importante en el espacio público” (Mannarelli 2008). Centrar el interés en esta relación sujeto femenino y palabra escrita nació de mi convicción de que su ejercicio expande el espacio intersubjetivo hacia lo público incita transformaciones de lo público, “la escritura y la lectura dan lugar a una narrativa personal, a la elaboración de una subjetividad propia” que impulsa prácticas individuales y cambios en la cultura: “una actitud renovadora que entienda las alteridades” (Silva 2008: 52).
Estas transformaciones, apropiaciones y discursividad de los nuevos sujetos no puede verse fuera del juego de lo global – local. Tampoco es posible dejar de lado sus implicancias epistemológicas. Por ello, era importante observar el fenómeno de la construcción y expansión de un sujeto femenino en el Perú y América Latina en momentos que supone una realidad enmarcada en las leyes del mercado, los avatares de la sociedad global y que su impacto en ámbitos locales mientras en otras latitudes provoca la «desvitalización de la res pública, que neutraliza y banaliza los asuntos sociales» (Lipovestky 2002).
En el caso del país, es necesario nuevamente mencionar que a las dos décadas de conflicto armado, que acarreó muerte y destrucción, le siguió una década de ejercicio dictatorial del poder y destrucción de instituciones y el predominio del discurso del éxito individual y a cualquier costo propio de un modelo económico neoliberal a la vez que autoritario seguido luego de una década de recuperación o transición a formas democráticas.
En ese contexto era importante preguntarse con qué rasgos particulares se manifestaba la expresión del sujeto femenino y qué formas adoptaba la expansión de lo público y la discursividad política por el ejercicio de la palabra escrita cuando la violencia se unía a criterios de rentabilidad y eficacia, en sujetos urbanos que parecieran “exonerarse de la historia” (Ollé 1998). A fin de establecer la relación entre estos conceptos y mensajes producidos por mujeres y difundidos en medios peruanos las tres últimas décadas, fue necesario ubicar y el registrar mensajes difundidos por medios escritos que revelaran una nueva discursividad de género y analizarlos e interpretarlos a la luz de los procesos socio culturales.
El análisis de los textos permite aseverar que la representación y autorepresentación del sujeto es capaz de introducir cambio en la sociedad y la cultura. A partir de su visibilización por el uso de la palabra, se instalan temas y se provoca la reflexión y algunos cambios o prácticas en la sociedad y la cultura y por ello es relevante continuar la observación de la forma como la noción género y feminismo se vincula con el ejercicio de la palabra escrita y las múltiples implicancias de este ejercicio.
Ningún trabajo sobre la realidad de las mujeres en la sociedad moderna occidental puede dejar de considerar el carácter colectivo en la determinación de una identidad y la representación, así como la autorepresentación que conlleva. En este sentido, una obra fundamental por la vastedad de aspectos que involucró y sus repercusiones que llegan hasta nuestros días constituyó El segundo sexo, de Simone de Beauvoir, publicado en 1949. En ella leemos:
“No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que define en el seno de la sociedad la hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese producto intermedio entre el macho castrado al que se califica de femenino. Únicamente la mediación de otro puede constituir a un individuo como Otro” (Beauvoir 2009:207)
La línea de discusión sobre la “condición de la mujer” o la “cuestión femenina” no pueden darse al margen del discernimiento de la sociedad en su conjunto. Cualquier cambio en esta situación demanda una intervención de carácter intersubjetivo capaz de redefinir las nociones de feminidad así como las de masculinidad. Pasar de un estado a otro de mayor calidad, un proyecto de una sociedad renovada, compromete la explicación del fenómeno tanto en términos hombre mujer como en las amplios ámbitos, porque
“para entender una utopía, una visión social del mundo, una doctrina social, debe considerarse su relación con el conjunto histórico del momento, es decir, con los aspectos sociales, económicos, políticos, religiosos, de clases sociales y de diferencias, incluso en las llamadas minorías (negros, mujeres, homosexuales, etc.) y sus imaginarios sociales.” (Macedo de Faría 2007: )
Si entendemos la adquisición de la condición de sujeto moderno de parte de cada vez más mujeres dentro de la modernidad expandida en el mundo occidental, encontramos que se trata de una apropiación, un colocarse en una posición de protagonista de la historia, percibirse y percibir el mundo desde una perspectiva. Esta apropiación del sujeto femenino supone una expresión, un hablar sobre el mundo con hondas repercusiones epistemológicas:
“Un sujeto toma posición para hablar, y esta práctica dentro del discurso instaura una determinada manera de entender el mundo: un saber. Los saberes, organizan una serie de hilos de sentido que luego van a ser la urdimbre y la trama de una episteme” (Silva 2008: 51).
El estudio en torno al ejercicio de la palabra escrita y su difusión, durante las dos últimas décadas del pasado siglo y la primera del presente señala, efectivamente que, unida a la expansión de la educación de hombres y mujeres, la acentuación en el ejercicio de algunos derechos civiles (ley de cuotas en la participación política, por ejemplo) se visibilizaban temas y en todos estos casos, la discusión se inició y transcurrió mediante por la expresión escrita de mujeres que abordaron con suficiente capacidad argumentativa las razones de las transformaciones que eran necesarias.
Para Mannarelli (2008: 83) el acceso de las mujeres a la escritura que se difunde “tiene un peso importante en el espacio público y por tanto en la discursividad política”. Igualmente en el plano individual, gracias a la escuela y la posesión de la palabra escrita se da una redefinición del mundo privado. Cita a M. Petit, destacando que “la escritura y la lectura dan lugar a una narrativa personal, a la elaboración de una subjetividad propia” (2008: 84)
El paso de la expresión oral, frágil y contingente, a las elaboraciones del pensamiento cuando este debe ser expuesto de manera escrita tiene hondas repercusiones tanto individuales como sociales:
“La exploración de las emociones, del yo, adquiere una vía privilegiada en la palabra escrita. La intimidad, redefinición del mundo privado, Para la confrontación de vivencias y negociaciones relativas al control de su cuerpo y placer, las mujeres requieren en gran parte de la escuela y la palabra escrita”. (Mannarelli 2008: 84)
Y ¿por qué sería de necesidad general esta expresión escrita de temas que, desde una perspectiva tradicional, corresponderían al ámbito privado? La citada autora hace aseveraciones de extrema importancia. En primer lugar, porque “La ausencia de la palabra escrita es {también] la privación de una forma de pensamiento”, con repercusiones sociales y políticas, y en segundo lugar, esta privación “empobrece la polis y fortalece las autoridades tutelares”. Vale decir, abre paso al autoritarismo con sus graves consecuencias.
La construcción de un sujeto, ya se trate de un sujeto masculino o femenino, inscrito en el modelo occidental de modernidad conlleva el ejercicio de su libre albedrío, su capacidad de relaciones regidas por normas de equidad y reciprocidad complementaria, el reconocimiento y confirmación en tanto ser individual y concreto con necesidades, talentos y capacidades específicas. (Benhabib, 2007: 296).
Ocurre, sin embargo, que en una sociedad que en algunos territorios se ha dado en llamar postmoderna o postindustrial, se presenta signos de apatía frente a los grandes discursos, la caída de las certezas, instalándose lo que Lipovetsky (2002) señala como un estado generalizado en el que “las grandes cuestiones filosóficas, económicas, políticas, despiertan la misma atención desenfadada de cualquier suceso y todas las ‘alturas’ se van hundiendo arrastradas por la vasta operación de neutralización y banalización sociales”. Fenómeno propio de un orden tecno-económico significativamente hedonista que “produce unos conflictos mientras neutraliza otros”. La existencia y expresión de una sensibilidad que obvia un malestar profundo de la cultura basada en la sumisión a las leyes del mercado disfrazando carencias y conflictos con expresiones de levedad e ironía porque “la hipertrofia lúdica disimula la angustia real cotidiana”. (Lipovetsky).
Ciertamente que en sociedades fuertemente heterogéneas como las de nuestra región y en nuestro país – totalidad contradictoria, en el decir de Cornejo Polar (1989) – algunos grupos empiezan a experimentar el impacto de la cultura global marcada por los signos nihilistas, sin embargo, la fuerza de los acontecimientos y sus particularidades señala la presencia de rasgos diversos y formas de manifestación que responden a procesos distintos. Por ejemplo, en el Perú y en otras naciones de América Latina, a la vez que la violencia se convertía en hecho cotidiano, junto a la pobreza extrema se venían proponiendo y expandiendo entre grandes sectores urbanos, muchos de ellos desplazados a las ciudades por la violencia política, criterios de eficacia y rentabilidad.
En este contexto, la sociedad experimenta a emergencia de nuevas sensibilidades, donde pueden expresarse grupos y colectivos urbanos en los que se halle aquel sujeto que se “exonera de la historia” pero también donde emergen hombres y mujeres que se expresan, cuestionan un orden inequitativo, aportan renovadas miradas a una época que demanda la caída de imposturas. Entre ellos, está la expresión escrita de las mujeres reclamando y proponiendo otras maneras de enfrentar una realidad y formas renovadas de construcción de un mundo más armónico. Para algunas mujeres escritoras “si hay algo que realmente es un aporte en esta época, es la mirada desacralizadora de las mujeres (Ollé 1998: 95).
La perspectiva de género, que no excluye el análisis de una renovada masculinidad, se añade con fuerza de categoría de análisis de tanto rigor y peso como los de clase, raza o etnia y generación. Su reconocimiento ha iniciado – y requiere expandir- una renovación teórica de grandes repercusiones.
Luego de, por lo menos, cuarenta años de la existencia de colectivos feministas, planteamientos de derechos de las mujeres, de labor desde las organizaciones no gubernamentales y acciones gubernamentales en favor de las mujeres, como señala Patricia Oliart (2001: 335) “la academia feminista reconoce haber permanecido insuficientemente atenta a los requisitos teóricos que planteaba el lidiar con la diversidad étnica, racial, generacional y de clase, aunque existiera el compromiso político de aceptarla”.
Abordar el tema del sujeto femenino y su doble relación con el ejercicio de la palabra escrita y la discursividad política condujo a quien escribe al acercamiento a las obras de ensayistas, escritoras mujeres de profunda y rigurosa reflexión teórica que se aúna a la observación de realizaciones escriturales de naturaleza creativa.
Comentario final
El ejercicio de la palabra escrita y la discursividad política se inscribe en un entramado histórico social que abarca un conjunto de aspectos a los que se ha sumado el de género. Profundizar en la complejidad de la incorporación plena de hombres y mujeres en la determinación de la esfera pública a partir de la palabra escrita y la visibilización que provoca conduce a la vinculación de la noción género con otras categorías, como podrían ser clase, etnia, generación, cultura global-local, centro-periferia, etc. El análisis de la complejidad permite explicar fenómenos como la ascensión al poder político, las nuevas formas organizativas de las mujeres, la emergencia de liderazgos, y, además, cambios culturales y prácticas sociales que abarcan un vasto y complejo abanico de situaciones a los que el mundo académico no puede estar ajeno.
Referencias Bibliográficas
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Beauvoir, Simone de. El segundo sexo. (1949) Trad. Juan García Puente. Tercera edición. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2009
Benhabib, Seyla. “El otro generalizado y el otro concreto: La controversia Kohlberg- Gilligan y la t eoría feminista” En: Giusti, Miguel y Tubito, Fidel. Debates de la ética contemporánea. Lima, Universidad Católica, 2007
Braidotti, Rosi. Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Barcelona, Gedisa, 2004
Caldas-Coulthart, Carmen Rosa y Martín Rojo, Luisa. “Las revistas femeninas y la construcción de la feminidad” En Discurso y sociedad. N° 3, Barcelona, Gedisa. , 1999
Carrillo, Sonia Luz. Las Profesionales de la Comunicación. Estudio centrado en el sujeto – emisor- directo. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1994
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Lipovestky, Gilles. La era del vacío. Barcelona, Anagrama, 2002
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———————– “De la episteme otra a la episteme propia” En: La segunda mirada. Memoria del Coloquio Simone de Beauvoir y los estudios de género. Lima, Ediciones Flora Tristán, 2008
Suárez Modesta, «Elemental es el canto de la memoria»-poesía femenina peruana e historia» En: Mujer, Cultura y Sociedad en América latina (vol. 2). Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Fondo Editorial, 2000, p. 147-164.
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Zerilli, Linda. El feminismo y el abismo de la libertad. México: Fondo de Cultura Económica, 2008
AL USAR ESTE MATERIAL SE RUEGA CITAR LA FUENTE
ESTUDIO REALIZADO PARA EL INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HUMANÍSTICAS DE LA FACULTAD DE LETRAS Y CIENCIAS HUMANAS DE LA UNMSM
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Mucha objetividad y claridad de línea, mil gracias por compartir, me ha parecido muy esclarecedor y apropiado para apoyo de mi sección Mujer y Poética en el blog Portal de Letras Panamá, donde lo he replicado (ENLACE: http://www.panamaleescribe.com/2011/08/mujer-y-poetica-peru-mujer-y-esfera.html),
una visión desde una perspectiva totalmente constructiva y necesaria, gracias por permitirnos su lectura. Saludos desde Panamá.
Comment by maria— agosto 31, 2011 #
Gracias por la visita y el gentil comentario
Comment by SoniaLuz— septiembre 24, 2011 #