CUATRO DÉCADAS DE POESÍA EN EL PERÚ. Intensidad y altura
diciembre 30, 2010 a las 11:48 pm | Publicado en Artículos sobre Literatura, Comunicación y Cultura, Documentos, Noticias y demás... | 3 comentariosArtículo publicado originalmente en la Revista Páginas, Lima, Centro de Estudios y Publicaciones, N° 218, junio 2010, pp. 58-67, ISSN1022-73, sirva en esta ocasión, y una vez más, para rendir homenaje a la vasta poesía creada en el Perú
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Por SONIA LUZ CARRILLO
Hace algunos años, en estas mismas páginas, en un recuento y homenaje a la poesía escrita en el Perú, señalaba los riesgos de hablar de la poesía escrita en un país en el que no cesan de publicarse nuevos poemarios y multitud de revistas. Fenómeno que se ve incrementado por las facilidades que hoy brinda las redes electrónicas. Invitada ahora a presentar, a grandes rasgos, lo acontecido con la creación poética durante las últimas cuatro décadas –especialmente, a partir de 1968- , lo primero que debo señalar es el desafío que significa dar cuenta de una actividad tan fecunda en un país extenso y diverso. En consecuencia, estas líneas constituyen apenas una observación panorámica, el intento de un rastreo, a algunas obras, autores y movimientos surgidos en este largo y muchas veces convulso período.
LOS INMEDIATOS ANTECEDENTES
Al presentar la creación poética de un determinado espacio y época, imposible soslayar la relación sociedad y cultura y la forma como esta relación deja sus señas en los textos, ya sea recogiendo, apropiándose o reelaborando imaginarios. La poesía emerge de una realidad condicionada por el absoluto de una etapa y también por anteriores textos, constituidos en un cuerpo de creación -líneas y tradiciones simbólicas- con las que los creadores dialogan. Así, habría que recordar que al ingresar a la década del 60’, la sociedad y la cultura están marcadas por el restablecimiento de la democracia formal en el país y el retorno de deportados- entre ellos algunos escritores- y por algunas circunstancias como el triunfo de la Revolución Cubana, la descolonización de parte del África y, en el ámbito nacional, las demandas de los sectores campesino y laboral urbano. Los escritores, en mayor contacto con las creaciones de otras latitudes, leen a Sartre, Kafka, Joice, T. S. Eliot y Proust, entre otros autores; reelaboran la herencia de las vanguardias y también el legado de la poesía española, especialmente la del 27. La huella existencialista está presente en W. Delgado, Días del corazón,1957; Blanca Varela, Ese puerto existe, 1957; Carlos Germán Belli, Dentro y fuera, 1960; Manuel Velásquez, La voz del tiempo, 1960, y Sarina Helgott, Libro de los muertos, 1962. El Realismo artístico se expresa en Edición Extraordinaria (1958) de Alejandro Romualdo, que contiene su “Canto coral a Túpac Amaru. tendremos también la poesía de tono íntimo de Pablo Guevara, Retorno a la creatura, 1957 y Juan Gonzalo Rose, Simple canción, 1960,
ENTRE LAS PROMESAS DE MODERNIZACION Y EL CAOS ESTRUCTURAL.
La escritura que se produce en los años 60’ nace de un contexto de agitación social y política. El primer gobierno de Fernando Belaúnde (1963) había significado una promesa de modernización; la expansión de los medios de comunicación, pese a sus limitaciones, permitió una apreciación más cosmopolita, de los fenómenos. En un panorama complejo de modernización incumplida, de confrontaciones no sólo de un mundo bipolar sino también al interior del mundo socialista y en el marco de la guerra fría, se producen los primeros brotes guerrilleros y en 1963, en Puerto Maldonado, muere el poeta Javier Heraud. La ciudad y sus conflictos se hará cada vez más evidente tanto en la esfera temática como de experimentación formal.
Nuevos sujetos sociales y nuevas sensibilidades quedan registrados en textos que muestran un amplio despliegue de tendencias y estilos. Tenemos así que en 1963 se publican: Luz de día de Blanca Varela. Y al año siguiente: Comentarios reales de Cisneros; El tacto de la araña, de Sebastián Salazar Bondy; Los encuentros, de Naranjo; La zarza ardiendo, de Gladys Basagoitia; Cantos de Nazca, Parque, de W. Delgado; En la lejanía más honda, de Pedro Gori; Tinieblas elegidas, de Santiago Aguilar; Varia IV, de Javier Sologuren. Durante el año 1965 aparecen Consejero del lobo, de Rodolfo Hinostroza; Antigua canción, de Omar Aramayo; Casa nuestra, de Marco Martos; Nuevos poemas y audiencias, de Cecilia Bustamante; Travesía tenaz, de W. Orrillo; Pedro Palana y La masa, de Mario Florián; Pido la palabra, de G. Valcárcel; En busca del tema poético, de Francisco Carrillo, entre otros muchos textos y en revistas de poesía tanto limeñas como del interior del país. En este punto, debo recordar que en 1965 Gleba Literaria -revista nacida en la Universidad Villarreal e integrada por poetas de distinta procedencia geográfica – inició una etapa de gran efervescencia con la actividad de Manuel Morales (Iquitos), Ricardo Falla Barreda, Jorge Ovidio Vega, Jorge Pimentel, Eduardo Ibarra y Eduardo Valdizán (Lima), Abdón Cabanillas (Ayacucho), Carlos Bravo (Cusco).
En el año 1966 se publican, entre otros, Sendas del bosque, de Rosina Valcárcel; El cetro de los jóvenes, de César Calvo; Al pie del yunque, de Leoncio Bueno; Los días abolidos, Miguel Carrillo Natteri; Aracanto, de Carmen Luz Bejarano, y la primera edición de Noé delirante, de Arturo Corcuera. 1967 será el año de Como Dios manda, de A. Romualdo; Contrapunto a la patria, de Juan Gonzalo Rose; Mutatis mutandis, de Jorge Eduardo Eielson; Crónica contra los bribones, de P. Guevara; Las sirenas y las estaciones, de Corcuera; Verso vulgar, de Antonio Cillóniz; Símbolos y farsas, de Ana María Portugal; Poesía extremista, de G. Valcárcel; Ausencia, de Jesús Cabel, entre otros títulos. Finalmente, en 1968, se editarán Ciudad de Lima, de Mirko Lauer; Júbilos, de Naranjo; Hallazgos y extravíos, de Rose; Fraternidades y contiendas, de Livio Gómez. En el 67 había aparecido Los nuevos, antología que reunió a Henderson, Lauer, Martos, Hinostroza, Cisneros, entre otros. En cuanto a revistas, debo mencionar a Harawi, dirigida por Francisco Carrillo, Piélago (Hildebrando Pérez) y Haravec, poesía en castellano e inglés, bajo la dirección de David Tipton y Mauren Ahern y la participación de Alita Lomellini.
POESIA ENTRE EL 68 Y LA DÉCADA DEL 70’.
Octubre de 1968 trajo una situación nueva para el país. Un gobierno militar desconcierta con sus primeras medidas de recuperación de los pozos petroleros, aplicación de la reforma agraria, inicio de relaciones con los países – en aquel entonces – socialistas; ingreso del Perú al Movimiento de Países No Alineados; Reforma de la educación, etc. Paradójicamente, junto a la represión a los opositores del régimen, se amplía la difusión de diversas corrientes de pensamiento, como la antes censurada marxista. Es el momento en el que surge con perfiles definidos la primera promoción (Falla 1990) de la Generación del 70’. Los referentes poéticos expresan nuevas facetas de ‘lo nacional’; efectos de los medios de comunicación; profundos cambios culturales (mayor presencia de las mujeres), a la vez que se hace evidente la influencia de variadas literaturas extranjeras. Libros, plaquetas y revistas compiten por nuevos lectores y dan cuenta de una briosa actividad. Entre otros muchos textos, en 1969 aparecen: Vigilia de la paz, de Martín Fierro (Jauja); Otra vez el hombre, de Félix Cortez (Trujillo); Poemas a Pasco, de Genaro Vega; Cuaderno de quejas y contentamientos, de M. Martos; Siembra, de Jesús Cabel; y entre los autores más jóvenes Poemas de entrecasa, de Manuel Morales y Poemas y ventanas cerradas, de Abelardo Sánchez León. Entre los mayores, no puede dejar de citar a Alejandro Romualdo: Cuarto mundo 1972, En la extensión de la palabra 1974; W. Orrillo: A la altura del hombre 1973, 40 poemas de años 1982; Leoncio Bueno, Rebuzno propio, 1976; Cecilia Bustamante: El nombre de las cosas 1970 y Amor en Lima 1977.
Mención aparte merecen las revistas literarias. En 1968, al calor de nuestra insatisfacción por un presente imperfecto y el deseo de crear una nueva expresión poética, un grupo de estudiantes de la Universidad Nacional Federico Villarreal publicamos Páramo, Revista de Literatura que dirigí en compañía de Walter Chávez. La Presentación proclamaba nuestra pasión por “la Literatura, el porvenir de la cultura en el Perú” y estaba seguida del poema “Perseguido por buenas razones” de Bertold Brech. En ella, Manuel Morales, Juan Paredes Castro, José Carlos Rodríguez Nájar, César Hildebrant, Ricardo Falla Barreda, Nora Fataccioli, Jorge Vega, Walter Chávez y quien suscribe, Sonia Luz Carrillo, vimos impresos nuestros trabajos. Interrogaciones, ironía, imprecaciones, el asomo de múltiples lecturas pero también la iconoclasia en el lenguaje emergen de los textos publicados. Entre los años 68 y 69 también se difundió la revista Nueva Humanidad que, dirigida por Ricardo Falla Barreda, reunió a Jorge Pimentel, Jorge Nájar, Sonia Luz Carrillo, Cyntia Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, José Carlos Rodríguez Nájar, César Hildebrant, Walter Montoya y Eduardo Valdizán. Otra revista del 68 fue Antara con Mario Luna (Chimbote), Juan Ramírez Ruiz (Chiclayo), Francisco Mariátegui y Edwin Sarmiento (Ayacucho). Como puede apreciarse, el Movimiento Hora Zero, de finales de 1970, coronó un proceso poético iniciado años antes y que se expresó en un conjunto de revistas literarias de corta vida y también a través de tumultuosos recitales.
Frecuentemente se asocia la poesía de los años 70’ con la disconformidad, las arengas, y la proclamación de que se cambiaría el mundo. Hay todo esto pero también mucho más: es la poesía de sujetos que conceptualizan la ciudad en tanto un tipo de civilización, que registran con irreverencia -y muchas veces provocadoramente- nuevas interacciones sociales, étnicas, de género etc. Hoy existe consenso de que ya se trate de íntimas confesiones o exaltadas proclamas sociales la constante fue el uso del “lenguaje de todos los días”. A los elementos de la cultura mediática, se une la actualización de la poesía visual a la manera de la vanguardia. De otro lado, citas, epígrafes, paráfrasis y préstamos lingüísticos, manifiestan a sujetos con sentido de pertenencia a una cultura a la vez global y local. El lenguaje desenfadado, la ironía o el sarcasmo corrosivo, es el vehículo de la contestación y la ruptura con “lo establecido”.
La década de los 70’ se inicia con: Canciones para mis vecinos, de Carlos Henderson; Árbol de lluvia, de Guido Fernández (Tacna); Kennacort y Valium 10, de Jorge Pimentel; y entre los poetas ya conocidos, Oh hada cibernética de Belli. El 71 trae Pedestal para nadie, de Calvo; Destierro por vida, de W. Delgado y Contranatura de Hinostroza. También Pequeña historia de conciencia, de Ricardo Falla B.; Arbol de familia, de José Watanabe; Un par de vueltas por la realidad, de Juan Ramírez Ruiz; Después de caminar cierto tiempo hacia el Este, de Antonio Cilloniz; En los extramuros del mundo, de Enrique Verástegui. A lo largo de 1972: Valses y otras falsas confesiones de Blanca Varela, Signo de los vientos, de Luis La Hoz; Avisos y señales, de Antonio Claros. Durante 1973: Bosques, de Armando Rojas; Sin nombre propio, de Sonia Luz Carrillo; Malas maneras, de Jorge Nájar; Contra viento y marea, de Ricardo Falla Barreda; Scorpius, de Danilo Sánchez Lihon; Palabras para iniciar una despedida, de Aidee Romero; Llego hacia ti, de Ricardo González Vigil y Ave soul, de Jorge Pimentel. Al año siguiente, 1974, Cazador de espejismos, de Elqui Burgos y Mate de cedrón, de Vladimir Herrera; en el 75, Cruzando el infierno de Jesús Cabel; Navíos, de Rosina Valcárcel; Memorias desde un otoño, de Roger Rumrrill; Prohibido pisar el grass, de Omar Aramayo y Cantos extraviados, de Alberto Valcárcel.
De la producción del 76 recordamos: Orígenes y finalidades, de Edgar O’Hara; Penetrándote, de Nicolás Yerovi; Leguisamo solo, de Patrick Rosas; Poemas, de Sonia Luz Carrillo. El 77 traerá Salamandra de hojalata, de Manuel Pantigoso; Primer incendio, de Luis La Hoz, Mitología, de Tulio Mora, e Inaucis, de Juan Alberto Osorio. Al siguiente año se publica Canto villano de B. Varela, Silencio inverso, de R. González Vigil; …y el corazón ardiendo, de Sonia Luz Carrillo; Perro negro, de Mario Montalvetti; Sílaba de palabra humana, de Ricardo Silva Santisteban; Choza, de Efraín Miranda; Contra tiempo y distancia, de Ana María Gazzollo; Vida perpetua, Juan Ramírez Ruiz y Poemas al estilo de una pintura ingenua, de Enriqueta Beleván. Cerrando la década, 1979, aparecen En alabanza al bolo alimenticio de Belli, Carpe Diem de M. Martos; Mi capital, de Ricardo Falla Barreda. y Antes de la muerte, de Roger Santibáñez.
LOS 80 Y PARTE DE LOS 90, LOS AÑOS DEL TERROR
El mismo año, 1980, en el que se realizaron elecciones, se produjo el inicio a las acciones terroristas de Sendero Luminoso y el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru. La violencia se apoderó de todos los ámbitos. Mario Vargas Llosa (2003) resume lo acontecido en estos términos:
“Más de 69 mil personas murieron o desaparecieron a consecuencia de la guerra subversiva —el doble de lo que se creía—, tres cuartas partes de las cuales eran campesinos quechua, hablantes de la región andina, muchas de ellas víctimas inocentes sacrificadas en exterminios colectivos perpetrados por Sendero Luminoso o por las fuerzas del orden para sentar un ejemplo, escarmentar a una comunidad o, simplemente, para que no quedaran testigos de exacciones y crímenes… quien se sumerge en ese lodo de crueldad y degradación debe cerrar los ojos y respirar hondo, para contener el llanto y la náusea.”
En medio de la profunda crisis los poetas siguen con su trabajo. Se inician los 80’ con Oficio de sobreviviente, de A. Sánchez León; Poema para mis treinta años, de Mario Luna. Al siguiente año: Crío una mosca, de Danilo Sánchez L.; Las claves ocultas, de Patrick Rosas; Como escribir a cualquier amante, de Marcela Robles; Noches de adrenalina, de Carmen Ollé; La realidad en cámara oscura, de Sonia Luz Carrillo; Cuadernos de Horacio Morell, de Eduardo Urdanivia; Poemas no recogidos en libro, de J.A. Mazzotti; Las predilecciones, de L. La Hoz. En el 82, Círculo de fuego, Feliciano Mejía; Poesía abierta, Ricardo Falla Barreda; Sol sin Dios, N. Yerovi. En el 83, Jorge Pimentel publica Palomino y en el 85, Gloria Mendoza Borda entrega su Lugares que tus ojos ignoran, Eduardo Urdanivia: Al encendido fuego 1986. Poetas que iniciaron su labor en décadas pasadas continuaron publicando: B.Varela: Camino a Babel 1986, Ejercicios materiales y El libro de barro 1993; Alejandro Romualdo: Poesía íntegra 1986; Francisco Bendezú: El piano del deseo 1982; Arturo Corcuera: Puente de los suspiros 1982; A. Cisneros: Monólogo de la casta Susana 1986, Las inmensa preguntas celestes 1992.
Caracterizando la década, escribe la poeta Cecilia Bustamante (1985):
“En la década de los 80 se combinan, lamentablemente, la nefasta época de guerrillas con el creciente poder mundial del tráfico de drogas; la violencia se va transformado, prácticamente, en una guerra civil. (…) La mujer escritora… internaliza con valentía el significado y características de la crisis en un afán trascendente de autoconocimiento”
Efectivamente, en la poesía peruana a partir de la década de los 80’, con diversas temática y variadas opciones discursivas, destaca la presencia de mujeres. Creadoras de obra valiosa son Otilia Navarrete, Inés Cook, Ana Luisa Soriano, Patricia Matuk y Marita Troiano. Autoras y libros de esta etapa son: Mariela Dreyfus Memorias de Electra, 1984; Rocío Silva Santisteban: Asuntos circunstanciales, 1984, Ese oficio no me gusta, 1987 y Mariposa negra 1993. En el 87, Pollarolo publica Huerto de los olivos. De 1988 son: Continuidad de los cuadros de Rosella di Paolo; Todo orgullo humea la noche, de C. Ollé, Un cuchillo esperándome de Patricia Alba y Morada donde la luna perdió su palidez de Doris Moromisato. Al año siguiente publiqué mi libro Tierra de todos 1989.
Lo que queda de la década de los 80’ e inicios de los 90’ es un país desangrándose. Mientras tanto, en otras latitudes se hablaba de Perestroika y Glasnost y del sindicato Solidaridad. El mundo vivía los estertores del siglo XX, sus avances y sus enseñanzas. Respecto a la violencia en el discurso poético, Hildebrando Pérez responde en una entrevista: “En los 80… todo ese lenguaje de la calle, esa violencia verbal, de alguna forma ya estaba en Luis Hernández…Lo que ha cambiado es el estilo, el ritmo, sutilezas nada más.”[1] Acerca de los múltiples registros, el poeta Sandro Chiri, entrega su testimonio (2009):
No es gratuito que la representación artística de aquellos años encuentre en las formas expresionistas su canal natural de emisión, sea en el rock callejero de Eructo Maldonado, la colorida y chillona pintura de Enrique Polanco, las conmovedoras y bellas fotografías de Herman Scharwz, en los grupos de ‘chicha’ urbana de El Agustino, en las páginas del suplemento El Caballo Rojo o en la poesía del Movimiento Kloaka.”
El mismo autor, aparte de destacar la presencia de las mujeres, encuentra en la poesía, de un lado, “un discurso respetuoso de la tradición formal” donde ubica a Eduardo Chirinos, Di Paolo, Pollarollo, A. Ruiz Rosas, O. Chanove y J. Mazzotti; y de otro, una línea “de claro matiz popular” con poetas como Domingo de Ramos, Róger Santiváñez, Mariela Dreyfus, Guillermo Gutiérrez, Mary Soto, José Alberto Velarde, Edián Novoa, Julio Heredia, Lelis Rebolledo, Dalmacia Ruiz Rosas y Bruno Mendizábal.
LA TRANSICIÓN AL NUEVO SIGLO. POESÍA EN LOS 90’
Cómo caracterizar a la poesía que se produce en los 90’?. Manuel Pantigoso (2005) incide en la presencia de ‘lo popular’ en el “tema suburbano o en la llamada contracultura” Distingue textos en los que halla el compromiso con la realidad social y advierte algunos casos de calidad poética y en otros “sensación de cansancio, desgaste, hastío, frustración… frente al derrumbe de las ideologías y al disloque político y social provocado por el autogolpe del 5 de abril de 1992”.
Es cierto, hay de esto y también mucho más en la escritura de etapa de transición al nuevo siglo que en el Perú tiene la marca de la dictadura que violó derechos fundamentales y apeló a modernas técnicas para confiscar la conciencia moral del país. La ciudad letrada, la actividad en las universidades y el antiacademicismo; los recitales ‘clásicos’ y las reuniones a veces tumultuosas en el centro de Lima (calle Quilca, El Averno, etc.); el tono intimista y el reclamo a voces con fuerte influencia del rock subterráneo, todo confluye para dar cuenta de una realidad fundamentalmente urbana y agresiva. Algunos de los autores y libros de esta etapa son: Ricardo Falla Barreda: Poesía abierta 1990; Montserrat Álvarez, Zona dark., 1991; Violeta Barrientos El innombrable cuerpo del deseo, 1992; G. Polarollo Entre mujeres solas 1992 y Ceremonia del adiós 1998; Sandro Chiri Y si después de tantas palabras 1993; José María Gahona, Transparencias 1995; Sonia Luz Carrillo, Las frutas sobre la mesa 1998; Gloria Mendoza La danza de las balsas, 1998; R. Valcárcel: Una mujer canta en medio del caos 1991 y Loca como las aves 1995; Santiago Risso, Peldaño, 1999; Esther Castañeda: Carnet 1997. El espacio no permite detenernos sin embargo no puedo dejar de mencionar a Oscar Limache, Selenco Vega, Luis Fernando Chueca, Juan Carlos de la Fuente, Rodolfo Ybarra, Jhonny Barbieri, Antonio Sarmiento, Jorge Ita, Leo Zelada; sin olvidar a un grupo importante de poetas del norte del país como Carlos Bayona, Efraín Rojas, Raúl Saldarriaga o Gabriel Garay, entre otros muchos creadores.
Revistas y talleres, grupos surgen en todo el territorio nacional. Aquí algunos nombres que tomo del trabajo de Manuel Pantigoso:
Noble Katerva, Neón, Centro Cultural Mammalia, Anunciación, Estación 32 y Aedosmil, en Lima. En Chimbote, Frente artístico Literario Trincheras y Universalismo; en Cerro de Pasco, Grupo Cultural Veta Andina y en Abancay Grupo Parhua. En Tacna, Grupo José María Arguedas y Grupo cultural Asco literario en Ica, entre otros.
EL NUEVO SIGLO EN POESÍA
Una realidad global, sujetos y discursos nómades, sujetos desterritorializados a la vez que herederos de dos décadas de violencia política y dictadura infame, quedan registrados en una poesía profusa, extraordinariamente diversa; textos en los que la erudición alcanzada parece a veces ahogar al hablante mientras en otros juegan aún elementos de la vanguardia del pasado siglo. El poeta Luis Fermando Chueca (2006) señala con precisión:
“Se nos impuso el vacío. El mundo se volvió maniqueo: nosotros o los otros/ los buenos o los malos/ los que quieren la paz en el país y los que no… Nosotros mismos reprimimos nuestra capacidad de movilización porque ya éramos incapaces de unirnos con el otro, porque no teníamos más referentes, y porque la violencia de las pantallas de televisión nos había vuelto inocuos a ella. Pertenecíamos, aunque no quisiéramos, a un movimiento global. Había que sobrevivir como se pudiera, el silencio era una de esas formas. La otra era el su plasmación: un lenguaje difuso y diverso.”
En lo que va del siglo, voces múltiples corresponden a creadores que desbordan los ámbitos clásicos. Provienen de casi todo el país, cuentan con facilidades técnicas de reproducción de textos como nunca antes existieron. Se multiplican los proyectos editoriales y las redes electrónicas impulsan – en innumerables blogs – la difusión. Abundan las antologías, entre ellas quiero destacar Poesía Perú S.XXI, 60 Poetas peruanos contemporáneos, selección de Willy Gómez y Dalmacia Ruiz Rosas (2007). En ella encuentro una sugerente aproximación a la poesía del XXI realizada por el poeta Miguel Ildelfonso (Las ciudades fantasmas , Premio Copé de Poesía 2002) que advierte la consolidación de la tradición poética peruana; Las resignificaciones de la poesía de M. Adán o Belli son señaladas en un conjunto de jóvenes poetas; la “poesía experimental, con golpes de anti poesía, flashes oníricos” se hallan presentes en otro conjunto de creadores; al igual que el lirismo “impulsado por Eros y la memoria de los ámbitos cercanos”. La urbe y la modernidad deshumanizada deja huella en los textos de la mayoría de los escritores, mientras otros “hurgan en los discursos de la Historia”.
Algunos nombres y libros demostrativos de la vitalidad y calidad de la poesía peruana reciente: Roxana Crisólogo Animal del Camino (2001) y Ludy D (2006); Dalmacia Ruiz Rosas: Secuestro en el jardín de las rosas 1998 y Conjuntos de objetos encontrados, 2006; Ericka Ghersi, Contra la ausencia, 2002; Victoria Guerrero Ya nadie incendia el mundo 2005; Augusto Rubio C. Inventarios de iras y sueños, 2005; Stanley Vega, Danza Ominosa, 2005; Víctor Coral, Luz de limbo, 2001; Martín Zuñiga, Pequeño estudio sobre la muerte, 2005; José María Gahona, Cuaderno de Pájaros de 2008: Paul Guillén La muerte del hombre amarrillo, 2004; Willy Gómez M. Etérea, Nada como los campos y La breve eternidad de Raymundo Novak.; Salomón Valderrama, Amorfor, 2006; Alessandra Tenorio, Casa de zurdos, 2009 y Juan Pablo Mejía Balada de la piedra que canta 2009, entre otros valiosos escritores.
Este apretado recuento no permite el registro de las obras que durante la primera década del XXI publicaron los poetas que iniciaron su labor en anteriores etapas. Queda también pendiente la tarea de reseñar las experiencias de hibridismo textual; la multitud de revistas, talleres, grupos, así como las diversas maneras de difusión como son las ‘performances’, instalaciones urbanas, etc.
Como señalé al inicio, es tarea ardua tratar de brindar una visión detenida a cuarenta años de poesía escrita en nuestro territorio. Estas líneas no pretenden ser exhaustivas. No podrían serlo. Sí, una vez más, un homenaje a la tarea de poetizar en una realidad tan desafiante.
ADENDA Libre de las limitaciones de espacio que exige las versiones impresas, puedo en esta versión consignar algunas obras de los poetas mayores que siguieron publicando durante la primera década del XXI:
Blanca Varela, Donde todo termina abre las alas. (Poesía reunida)[2] 1949 – 2000 y El falso teclado, 2001; Alejandro Romualdo Ni pan ni circo / Ne pane Ne circo (publicado en Italia, 2002; Arturo Corcuera, Puerto de la memoria, 2001, Sonetos del viejo amador, 2001 y Parajuelos, 2002; Rosina Valcácel, Paseo de sonámbula, 2001; Omar Aramayo Agua de los montes,2008: Tulio Mora Simulación de la máscara, 2006; Ricardo Falla Barreda, Interludios, 2006 y Poesía Abierta (obra cmpleta) , 2017; Jorge Nájar, Allí donde brota la luz, 2007; Enrique Verástegui, Teoría de los cambios, 2009; Jorge Pimentel, En el hocico de la niebla, 2007; Rodolfo Hinostroza, Memorial de Casa Grande, 2005 y Nudo Borromeo y otros poemas perdidos y encontrados, 2008; entre otros títulos y autores. En el año 2011, yo publico Callada fuente, libro gestado desde inicios de la década 2000.
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Fuentes.
Bustamante, Cecilia. “Poesía y Crisis de los 80: el caso del Perú”, Diario La República, Lima. Julio 25, 1985
Cabel, Jesús. La fiesta prohibida. Apuntes para una interpretación de la nueva poesía peruana 60/80. Lima, Ediciones Sagsa, 1986.
Chiri, Sandro. “Notas sobre la Poesía Peruana de los ‘80” En: Nido de palabras, Junio 2009
http://nidodepalabras.blogspot.com/2009/06/notas-sobre-la-poesia-peruana-de-los-80.html
Chueca, Luis Fernando. “Violencia y poesía de los noventa”. Ómnibus Nº 12 Año III diciembre 2006 En:
http://www.omni-bus.com/n12/violencia.html
Falla, Ricardo y Carrillo, Sonia Luz. Curso de Realidad. Proceso Poético 1945-1980 Lima, Ediciones Poesía/ Concytec, 1988
Falla Barreda, Ricardo. Fondo de fuego. La Generación del 70’. Lima, Ediciones Poesía, 1990
Gómez, Willy y Ruiz Rosas, Dalmacia. Poesía Perú S. XXI. Lima, La Escuela de Lima de Yacana Arte & Rock Editores, 2007
Pantigoso, Manuel. 21 Poetas del XXI . Generación del 90. Lima, Hozlo, 2005
Vargas Llosa, Mario. “La verdad sospechosa de la guerra”. Diario El País, 21 de septiembre, 2003 En: http://archivo.laprensa.com.ni/archivo/2003/septiembre/21/opinion/
[1] Entrevista de Pedro Cateriano. Diario La República
En: http://triplov.com/letras/Hildebrando-Perez-Grande/Entrevistas/Pedro-Escribano.html
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TAMBIÉN VER LA CIUDAD POETIZADA. POESÍA URBANA DE LOS AÑOS 70’ PÁRAMO, REVISTA DE LITERATURA, cuarenta años después ALLÁ , AL OTRO LADO DEL MUNDO. POEMA DE MANUEL MORALES Tapiz de la errancia o una poética del destierro.Formas del delirio de Jorge Nájar. Tags: Cuatro+décadas+poesía , Poesía+peruana , Poesía+Perú , Poesía+Contemoránea+Perú , Literatura+peruana , Poesía+siglos+XX+XXI
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EN ESTAS CUATRO DÉCADAS DE POESÍA EN EL PERÚ VEO MUCHOS AUTORES NOTABLES QUE HAN DADO PRESTIGIO A LAS LETRAS DE NUESTRO QUERIDO PERÚ. LA PREGUNTA ES CUANTOS AUTORES HAN QUEDADO AL MARGEN YA SEA POR FALTA DE APOYO, NO HAY MECENAZGO CULTURAL, UNO SE ESFUERZA POR HACERSE CONOCIDO PERO VEO Y SIENTO QUE EL CÍRCULO ES MUY CERRADO. PUBLICAR EN EL PERÚ ES COMPLICADO POR NO DECIR IMPOSIBLE ASÍ ESCRIBAS UNA OBRA INTERESANTE.
Comment by MIGUEL ÁNGEL COLÁN RAMOS— marzo 28, 2011 #
Publicar sigue siendo complicado pero también es cierto que se publica muchísimo. Personalmente, recibo cada semana mucha información de nuevos libros de autores peruanos. Existe una red bastante amplia de nuevas pequeñas editoriales, muy dinámicas.
El problema irresuelto es el de la difusión a través de los medios de comunicación , los de mayor cobertura, debido a que estos tienen vinculaciones/ compromisos con algunas pocas grandes empresas editoriales y privilegian la publicidad de las obras bajo sus sellos.
Comment by SoniaLuz— abril 1, 2011 #
Mis noches son negras, muy negras; tan oscuras que sólo me llenan de terror…
Entonces cierro los párpados con tanta fuerza que en medio de esa oscuridad tan intensa veo chispas que se encienden con nombres de lejanos recuerdos y muchos de ellos, de esos nombres, sin recuerdos, o con recuerdos enterrados en la negritud de mis años viejos…
Entre ellos está Carmen, Rosina, Anita… y esta noche no sé por qué apareció tu nombre pegado a un poema enterrado en mis olvidados… Tu nombre no me deja dormir y a más de las doce de la noche, buscando huellas del amigo de siempre Miguel Carrillo Natteri, encuentro este rincón dónde sólo puedo decirte, desde París, que te recuerdo sin recordarte…
fuertes abrazos y que sigas por el difícil camino del arte y literatura, como solía decir siempre Miguel…
félix toshi arakaki
Comment by Félix Toshi Arakaki— octubre 21, 2011 #